Leticia Sabater
La puta ama
Fallecido el gran Georgie Dann, el fenómeno de la canción del verano se ha ido volatilizando por falta de gente que se responsabilice de mantener vivo el subgénero. Hoy día, prácticamente, ya solo los catalanes, a través de TV3, cultivamos esa tradición, como acabamos de comprobar con el programa Eufória, que ha sido un éxito (sobre todo, en la Cataluña profunda, destinataria habitual de la programación de la casa), aunque no es más que la versión nostrada de Operación Triunfo; es decir, una birria presuntamente musical protagonizada por cantantes de karaoke especializados en versiones malas de canciones que ya no valían ni un pimiento cuando se grabó la original. En el resto de España, a nadie parece importarle la defunción de la canción del verano. Puede que los más viejos del lugar aún recordemos con una mezcla de simpatía y grima los esfuerzos de King África (quien, pese a su alias, era argentino), pero ya no queda prácticamente nadie que intente presentarnos cada año su aspirante a convertirse en la canción del verano.
Pero de la misma manera que solo una aldea gala se enfrentaba al imperio romano, nos queda una (supuesta) cantante que cada verano da lo mejor de sí misma con un tema acompañado de su correspondiente videoclip. Les hablo, claro está, de la simpar Leticia Sabater, cuyo nuevo, digamos, hit lleva un mes colgado en YouTube, donde el día que lo disfruté (o algo parecido) acumulaba la friolera de 272.694 visionados. La cosa atiende por La puta ama y es tan penosa como de costumbre, pero tiene pretensiones reivindicativas de la comunidad LGTBIHJK, del más rabioso individualismo, de la simpatía hacia el diferente y demás causas nobles de la más rabiosa actualidad. El mensaje, sencillito, para que todo el mundo lo entienda, se resume en el estribillo: “No soy una puta, cielo, ahora soy la puta ama”. Y el videoclip, como de costumbre de baratillo, consiste en lo habitual: un desfile de bikinis a cargo de la interfecta sobre imágenes de archivo o secuencias rodadas para la ocasión. Dado el presupuesto, que no es precisamente el de una peli de la Marvel, en el videoclip de La puta ama pueden verse a los extras más feos que había en el mercado de la carne audiovisual, así como a una Leticia que va haciéndose mayor ante nuestros ojos en la línea de Madonna, pero con menos botox y menos Photoshop, que esas cosas cuestan dinero.
Como con sus esfuerzos anteriores, tú acabas de ver el videoclip de La puta ama y solo te haces una pregunta: ¿Por qué? Al mismo tiempo, experimentas una mezcla de piedad y admiración por la voluntariosa Leticia, a la que conoces desde que era una atractiva jovencita que presentaba un programa infantil en televisión cuando tú eras ya un adolescente y habías descubierto que te gustaban las rubias con las cejas morenas. Tú seguiste su camino y ella el suyo. De hecho, te has ido olvidando de Leticia, aunque te hayas enterado de la reconstrucción de su virgo o de que la atracaron hace unos días, pero ella te recuerda que existe cada verano, y así será hasta que la muerte os separe: más vale que lo vayas asumiendo mientras sigues añorando a Georgie Dann.