Jaume Collboni
La iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para llevar las últimas innovaciones tecnológicas al pequeño comercio es positiva. Por ahora es una prueba piloto, pero permitirá que los establecimientos se beneficien de las mejoras en la gestión interna de las tiendas que, al final, hace crecer su rentabilidad.
Sería incluso más positivo que esta tendencia a favor del comercio de la ciudad no se limitase a iniciativas de este perfil. Es una de las bases más importantes de la economía local y sufre por actuaciones políticas como la expansión del llamado urbanismo táctico o la proliferación de superilles, que han propiciado quejas de asociaciones de comerciantes. Al final, la capital catalana requiere de una planificación más global y que sea netamente partidaria de negocios que enriquecen la ciudad en todos los sentidos.