El fútbol, al igual que la vida, suele repetir patrones que sirven de experiencia para no caer en los mismos errores. Joan Laporta tiene mucho bagaje detrás de su espalda al haber estado mucho tiempo en la presidencia del FC Barcelona. Aunque su primer ciclo como dirigente culé está marcado por numerosos éxitos deportivos, lo cierto es que también vivió momentos de máxima dificultad que pudieron haber dejado una mancha en su historial.
Especialmente en el último año de Frank Rijkaard en el banquillo del primer equipo. El exentrenador neerlandés fue fundamental en los primeros años de la primera etapa de Jan en el Barça, especialmente por la conquista de la Champions League en 2005. Pero el proyecto empezó a mostrar sus primeras grietas con el paso de los años, teniendo su quiebre definitivo en la 2007-08. Ese curso supuso un duro golpe para el club, debido a que no ganaron ni un solo título, lo que implicó que el técnico diera un paso al costado.
Aunque han pasado 16 años de esa temporada, lo cierto es que existen patrones que se pueden trazar con respecto a la 2023-24, ahora con Xavi Hernández en el banquillo del Barça. Con las similitudes que se presentan en los dos cursos, el presidente de la entidad culé se presenta ante un escenario en el que puede tomar de inspiración para levantar al equipo en lo que resta de su mandato o llegar a un punto de descontento de la masa social con sus decisiones en el palco culé.
Un año sin títulos
El Barça de Rijkaard sufrió un enorme desgaste en la 2007-08. Fue un año en el que dejaron buenas sensaciones por haber competido en semifinales de Champions contra el Manchester United (perdieron 1-0 en la eliminatoria con gol de Scholes), aunque en la Liga el rendimiento fue debajo de lo esperado al haber acabado la temporada en la tercera plaza a 18 puntos del Real Madrid y en Copa del Rey se despidieron en la ronda de semifinales.
Ese mismo camino se está empezando a dibujar con el equipo de Xavi, aunque con sus respectivos matices. En la Liga todavía sueñan con una épica remontada contra el Real Madrid que lidera la clasificación con ocho puntos de ventaja, aunque en la Champions League se quedaron a las puertas de clasificar a semifinales tras caer de forma dolorosa contra el PSG. Sin dejar de lado que en la Copa del Rey cayeron en cuartos de final y la final de la Supercopa de España la perdieron contra el cuadro merengue.
Xavi apunta a seguir los pasos de Rijkaard: abandonar el banquillo del Barça al finalizar la temporada. Esa fue su decisión a finales del mes de enero cuando perdieron contra el Villarreal. Con el pasar de las semanas han existido dudas por la posibilidad de que Laporta decida convencer al de Terrassa para que continúe otro año en el cargo, aunque es un escenario poco probable. En ese caso, el mandatario del FC Barcelona se estará enfrentando al mismo panorama de 2008 cuando tuvo que tomar una decisión importante para salvar el proyecto.
Guardiola salva a Laporta
2008 fue un año convulso para Laporta. La temporada de sequía con Rijkaard y las polémicas relacionadas a su gestión en el club dieron a pie a que Oriol Giralt --socio del Barça-- liderara una moción de censura. El dirigente azulgrana se salvó por poco en ese verano, aunque el voto en contra de un total de 39.389 socios dejaba claro el descontento que existía en ese tramo de su mandato.
Cuando todo parecía oscuro, Jan dio un golpe sobre la mesa al fichar a Pep Guardiola --técnico del filial-- para hacerse cargo del primer equipo. El resultado no pudo ser más ideal para el mandatario del Barça, debido a que lo ganaron absolutamente todo en la siguiente temporada: Liga, Copa del Rey, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Un año descomunal que pudo elevar el ciclo presidencial del abogado barcelonés como el mejor de la historia del club.
Laporta, en el foco de las críticas
La esperanza de Laporta es que ese escenario se repita este año. Con la inminente salida de Xavi del banquillo del primer equipo, la afición azulgrana va a exigir a los altos mandos del FC Barcelona que sean más precisos con la planificación deportiva, tanto en la búsqueda de un nuevo entrenador como en los siguientes fichajes que deben mejorar a la plantilla. De no dar con la tecla en esas decisiones, el dirigente culé estaría por afrontar el tramo final de su segundo mandato con la enorme presión de la masa social.
El problema del presidente del Barça es que en la recámara no tiene a un Guardiola que vuelva a hacer historia con el club. Rafa Márquez representaría ese mismo perfil que le dio resultados positivos hace 16 años, especialmente porque su trabajo en el filial ha sido sobresaliente. Es la opción low-cost, lo que significa mucho para un FC Barcelona que está apretado desde lo financiero. La alternativa más contrastada es la de Hansi Flick, cuyo estilo moderno encajaría con ese salto que necesita el proyecto.
Sea cual sea el caso, Laporta debe inspirarse lo máximo posible del que fue el último año de Rijkaard con el Barça. De replicar ese éxito podría ganar fuerza para volver a presentarse en las próximas elecciones presidenciales, por lo que se trata de un verano fundamental en su gestión en la entidad catalana. Sin el escudo de Xavi Hernández en el banquillo, la decisión del futuro técnico del primer equipo es lo que puede calmar las aguas en el corto plazo.