El FC Barcelona ha roto con su pasado más reciente. Primero, mediante la conquista de la primera Liga en cuatro años bajo el mando de Xavi Hernández en el banquillo. Después, con la clasificación para los octavos de final de la Champions League tras dos temporadas de batacazos en la fase de grupos. Europa por fin le dedica su primera sonrisa al técnico catalán, que ha vivido la cara continental más amarga cuatro veces desde que aterrizó en el Barça como entrenador.
Joao Cancelo, uno de esos jugadores a los que apelaba el míster cuando hablaba de "dejar atrás los fantasmas de Champions", ha enloquecido al marcar el golazo del empate del Estadi Olímpic de Montjuïc. El carrilero portugués ha personificado ese pundonor ganador y se ha echado el equipo a la espalda con el tanto de la igualada y la asistencia del triunfo ante el Oporto (2-1).
Con la victoria sobre los dragones, el equipo azulgrana lidera el grupo H con 12 puntos, tres de ventaja sobre el cuadro portugués y el Shakhtar Donetsk. Los pupilos de Sergio Conceiçao ya no podrían superar al conjunto barcelonista porque tienen el goal average particular perdido con dos derrotas. Solo una derrota abultada del Barça y una victoria por goleada del Shakhtar --goal average particular empatado-- que saldara esa diferencia de +7 en el goal average general relegaría al cuadro de Xavi a la segunda plaza.
Lección aprendida
Aseguraba Cancelo en la previa que se trataba de una final, y no se equivocaba, porque estaba en juego la superación de un pasado traumático. También acertó Xavi antes de medirse al Oporto en la segunda jornada de la fase con su mensaje rupturista respecto a las recientes eliminaciones: "Hay que hacer una reflexión de que hay que abandonar todo esto de la Champions. Parece que veamos fantasmas con la Champions".
El susto contra el Shakhtar (1-0) en Hamburgo aleccionó al Barça, al que en los partidos parejos de Champions el curso pasado le salió cruz. Primero, contra el Bayern de Múnich, en una derrota ajustada (2-0) por dos errores defensivos y ocasiones desperdiciadas en el área rival. Más tarde, los cruces con el Inter de Milán se convirtieron en una pesadilla. En el Giuseppe Meazza, a pesar de una mano clara de Dumfries no pitada dentro del área, no hubo manera de igualar el gol de Hakan Çalhanoglu (1-0) en todo el partido.
La vuelta en el Camp Nou fue más desgraciada, por el alud de lesiones en defensa que impidió a Xavi contar con Jules Koundé y Ronald Araújo. Gerard Piqué tuvo una situación desafortunada con errores de bulto, y el empate dejó prácticamente eliminados a los azulgranas (3-3). Un año después, el Barça ha respondido a la presión en otro partido vital que se ha definido en las áreas.
No hay castigo
Además, la entidad que preside Joan Laporta ha sorteado otro sonrojante destierro a la Europa League. En términos económicos, habría significado una ruina, puesto que el objetivo de ingresos presupuestado pasa por alcanzar los cuartos de final. Deportivamente, este Barça se parece más al clasificado habitual con el que todos cuentan para las rondas finales. Como primero de grupo, las posibilidades de cruzarse con un rival de menor entidad crecen.
Y el ridículo de la Europa League queda definitivamente enterrado. Salvo descalabro liguero a final de temporada, Xavi se libra del castigo humillante de sufrir a la hermana pequeña de la Champions. También quedan atrás humillaciones como la de Old Trafford repletos de bajas en ataque, o la invasión alemana del Camp Nou en 2022, cuando el Eintracht de Frankturt tomó el feudo azulgrana desde el minuto 1 con más de 30.000 hinchas germanos. El Barça puede, al fin, mirar hacia delante y superar las heridas del pasado.