El último parón FIFA del año ha terminado, y ahora que la competición de clubes regresa a la palestra, llega el momento de que se reencuentren en el vestuario Lamine Yamal y Robert Lewandowski. El delantero polaco fue cazado por las cámaras negando el saludo a su compañero, de tan sólo 16 años, tras una jugada del último partido liguero contra el Alavés. Ambos, primero Lewy y días después Lamine, se encargaron de zanjar la polémica al asegurar que eran simples lances del juego.
No le dieron importancia, al menos Lewandowski. De ahora en adelante, sin embargo, veteranos y estrellas consagradas como él tienen la opción de cambiar esas actitudes. Y hacer aún más, si cabe, por favorecer la integración de jóvenes talentos como el de Rocafonda, que a sus 16 años está todavía por formarse tanto física como psicológica y emocionalmente.
No todos están listos para ayudar
Es algo que deben entender sus compañeros, aunque probablemente no todos estén por la labor. "No todo el mundo está trabajado como para ayudar a un chico en lugar de gritarle o hacerle pasar malos momentos", señala a El Periódico Carles Folguera, director de La Masía durante 17 años. No obstante eso, lo que Lamine Yamal debe hacer es aprender a entender lo que es un vestuario profesional y en todo caso gestionar las emociones como está haciendo ahora".
Lo ideal sería que los capitanes, o los más veteranos como Lewandowski, resguardaran bajo su ala a estos chicos, aunque no siempre ocurre. Ya lo dijo Bojan Krkic durante la entrevista que concedió esta semana, en la que reveló los problemas psicológicos que tuvo cuando entró en el vestuario azulgrana con 16 años.
Cada detalle es importante
En aquel momento la plantilla blaugrana era una selva de competitividad, y no todo el mundo estaba por la labor de acogerle. Algunos, más bien, le veían como una amenaza en cuanto a minutos de juego y participación. De ahí que Bojan se sintiera a veces apartado, algo que Lewandowski y los capitanes del FC Barcelona deberían evitar con jóvenes como Pedri, Gavi o el propio Lamine. Los dos primeros, por cierto, ya han sufrido lesiones graves, al igual que Ansu Fati en los últimos años.
La prueba de que hay que ir con cuidado a la hora de subir a jugadores tan jóvenes al primer equipo. Porque, por mucha madurez y mentalidad ganadora que tengan, no están formados aún en todos los aspectos. Ni físicamente ni en el ámbito emocional. De ahí que cada detalle sea crucial para su progresión. Y que la labor de los futbolistas curtidos en mil batallas, como Lewandowski, sea más importante de lo que piensan.