La FIFA ha vuelto a llevarse un mazazo en los tribunales. David nuevamente ha vencido a Goliat. Lass Diarra, exfutbolista del Real Madrid y el PSG, entre otros, ha emulado a Jean-Marc Bosman. El centrocampista galo ha logrado que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) desautorice el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA (RETJ).
La UEFA, una de las seis confederaciones del organismo rector del fútbol mundial ya había recibido avisos anteriores sobre la vulneración del Derecho de la Unión. El ejemplo más reciente reside en la sentencia que declaró ilegal la posición dominante de monopolio ejercida por los entes presididos por Aleksander Ceferin y Gianni Infantino, ante el surgimiento de nuevas competiciones como la Superliga. En esta ocasión, Diarra ha demostrado una vez más, a través del despacho de abogados Dupont-Hissel, que la normativa de UEFA y FIFA ha quedado obsoleta en ciertos aspectos y requiere de modificaciones.
Indemnización de 10,5 millones
Como en aquel entonces, se ha transgredido la libre competencia entre los clubes. El Lokomotiv de Moscú rescindió el contrato de Lass Diarra en 2014 por presuntos incumplimientos como ausentarse de los entrenamientos por voluntad propia. Un extremo que el ya exjugador negó, defendiendo que el club ruso solamente lo apartó por un bajón de su rendimiento.
El litigio comenzó con una indemnización de 10,5 millones exigida por el Lokomotiv ante la Cámara de Resolución de Disputas de la FIFA. En mayo de 2015, dicho órgano condenó al centrocampista a abonar la cantidad en cuestión. En 2014, el exfutbolista madridista ya había intentado fichar por el Charleroi de Bélgica. La propia FIFA bloqueó la operación conforme al artículo 17 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores. Y es que el conjunto belga se habría convertido en responsable solidario de la compensación conforme a la normativa todavía vigente.
Fallo del TJUE contra la FIFA
Diarra emprendió una batalla legal ante la justicia belga. El Tribunal de Comercio de Charleroi falló a favor del jugador, por lo que la Federación de Bélgica y la FIFA elevaron el caso hasta el TJUE. El órgano judicial de la Unión Europea también ha dado la razón al crack maliense en una sentencia publicada este viernes 4 de octubre, tras resolver las cuestiones prejudiciales planteadas por el Tribunal de Apelación de Mons (Bélgica).
"Algunas de las normas de la FIFA en materia de transferencia internacional de jugadores profesionales son contrarias al Derecho de la Unión. Estas normas obstaculizan la libre circulación de los jugadores y restringen la competencia entre los clubes", ha concluido el TJUE. La pelota vuelve al tejado del tribunal belga, que tendrá la última palabra tras consultar sobre el reglamento de la FIFA al TJUE.
Contra la libre circulación
Como ya ocurriera en el caso paradigmático de Jean-Marc Bosman, que da nombre a la Ley Bosman, la FIFA podría verse obligada a modificar ciertos artículos de su reglamento en materia de transferencia de jugadores. El precursor de la lucha jurídica contra la FIFA ya se amparó en el Tratado de Roma de 1957. Este acuerdo establecía la libre circulación de trabajadores, vulnerada por una cláusula de indemnizacion que el Real Fútbol Club de Lieja impuso al jugador pese a haber vencido su contrato. En 1995, el TJUE ilegalizó las cláusulas de indemnizaciones por traspasos y eliminó los cupos de jugadores extranjeros que fueran ciudadanos de la UE.
"Por una parte, las normas en cuestión pueden obstaculizar la libre circulación de los futbolistas profesionales que desean progresar en su carrera y trabajar para un nuevo club, establecido en el territorio de otro Estado miembro de la Unión. Así, dichas normas suponen que los jugadores y los clubes que deseen ficharlos queden expuestos a riesgos jurídicos importantes, a riesgos económicos imprevisibles y potencialmente muy elevados y a riesgos deportivos serios que, considerados en su conjunto, pueden obstaculizar la transferencia internacional de esos jugadores", ha justificado el TJUE su interpretación.
¿Tiempos de cambio?
Precisamente, el jurista Jean-Louis Dupont, que representó a Bosman en los años noventa, ha celebrado la última sentencia del tribunal supranacional a favor de Diarra mediante un comunicado: "A raíz de las sentencias de la Superliga Europea y del Royal Antwerp FF (...), el TJUE, una vez más, castiga severamente las actuaciones estructuralmente ilegales de los actuales reguladores del fútbol, y allana así el camino para una modernización de su gobernanza".
Una senda hacia el cambio que podría dar alas al crecimiento incipiente de la Superliga Europea, impulsada por el Real Madrid, presidido por Florentino Pérez, y el FC Barcelona, que dirige Joan Laporta. No obstante, del mismo modo que en el litigio de Diarra, el TJUE solo ejerció de órgano consultivo, sin referirse específicamente a la Superliga, en su sentencia sobre el monopolio de FIFA y UEFA.
Futuro incierto
El tribunal declaró que la normativa de las federaciones internacionales sobre la autorización previa de competiciones de fútbol de clubes "viola el Derecho de la Unión". El Juzgado de lo Mercantil número 17 de Madrid había elevado la cuestión prejudicial al TJUE, que se lavó las manos en concreto sobre la Superliga en su sentencia: "Una competición como la del proyecto de la Superliga no debe ser necesariamente autorizada. Al habérsele planteado cuestiones de carácter general acerca de las normas de la FIFA y de la UEFA, el Tribunal de Justicia no se pronuncia, en su sentencia, sobre este proyecto específico".
El juzgado madrileño siguió los pasos de sus homólogos europeos. La UEFA ya había actualizado sus normas en 2022, pero la jueza solo interpretó el reglamento en vigor cuando se tramitó la demanda. Así, la sentencia emitida por el tribunal español tampoco dio luz verde propiamente a la Superliga, pues concluyó que no era el objeto del procedimiento "autorizar cualquier competición". Con esto, sí que advirtió a la UEFA sobre el abuso de su posición dominante para "encauzar un sistema de libre competencia". La batalla entre Superliga y UEFA sigue abierta, pero A22 Sports y el resto de administradores de la nueva competición ya tienen otro precedente al que aferrarse en los tribunales.
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