Joan Laporta abraza la retórica como pocos oradores. El presidente del FC Barcelona se granjeó una imagen carismática a ojos de la afición culé en su primer mandato. Y le bastó para regresar al trono 11 años más tarde con una campaña electoral fugaz en comparación con Víctor Font, su gran rival. El barcelonismo terminó hastiado y agotado de los fracasos europeos y del estallido de la burbuja económica bajo la gobernanza de Josep Maria Bartomeu. Por ello, la hinchada se comportó con Jan y creyó en sus promesas.

Pero las migajas que había repartido el presidente los meses de los comicios a la presidencia pronto se le volverían en su contra. Esta vez, la gestión de un Barça familiar y centralizado no da sus frutos. Ni deportivos ni económicos. El crédito que el abogado catalán había reunido en sus discursos viscerales se le agota tres años más tarde de que tomara posesión del cargo en 2021. La viva prueba del hartazgo en Montjuïc son los primeros cánticos de "Barça sí, Laporta no", procedentes de la grada de animación sin réplica alguna durante el partido contra la Real Sociedad. 

El adiós de Messi

La institución acusa los mismos males económicos o incluso peores. Ni siquiera el propio president podía vaticinar la magnitud del agujero financiero hasta aterrizar en el trono del club. En una de sus primeras entrevistas tras regresar al cargo admitió que "el club está peor de lo que me esperaba, y eso que ya me lo esperaba en una situación económica complicada". Por aquel entonces, a mediados de 2021, lo peor estaba por llegar. Leo Messi no comulgaba con la gestión de la anterior junta directiva de Bartomeu y ya había trasladado sus intenciones de marcharse vía burofax.

El sucesor en la presidencia se postuló como el elegido para convencer al astro argentino. Lo prometió y lo logró. Pero tuvo que tragarse sus palabras, pues retener a la pulga resultó imposible en términos contables. "El Barça está por encima de Messi, no voy a hipotecarlo por nadie", aseveró con contundencia Laporta. Dicha salida, fría y triste, provocó la dimisión de Jaume Llopis, miembro de la Comisión Espai Barça. Pero, sobre todo, causó millones de decepciones entre los culés, que habían confiado en la promesa del dirigente.

El lastre económico

En el apartado económico, el club consiguió rebajar en 150 millones de euros la deuda heredada de sus antecesores hasta los 1.200 millones. Sin embargo, en verano de 2022, la plana mayor azulgrana se pegó un tiro en el pie que todavía puede costarle caro. En pro de acelerar la recuperación deportiva mediante fichajes de relumbrón, la junta de Laporta activó cuatro palancas financieras e hipotecó ingresos futuros.

Joan Laporta toma la palabra en la despedida de Eduard Romeu del Barça Víctor Malo CULEMANÍA

Primero, la entidad vendió el 25% de sus ingresos por derechos de televisión para los próximos 25 años, a cambio de 667 millones. Segundo, se le concedió un valor sobredimensionado de 400 millones a la sociedad de Barça Media y se desprendió del 49%, acordando hasta 200 millones. Con esto, de esta cifra, solo se han ingresado 40 kilos hasta la fecha. Paradójicamente, en la temporada 2022-23, el equipo azulgrana ni siquiera pasó de fase de grupos en la Champions League. Para más inri, durante 24 años, el club tendrá que devolver un total de 2.800 millones fruto de la financiación de las obras del Espai Barça. Un horizonte económico tan incierto como el anterior.

Medidas incomprensibles

De regreso a la administración deportiva, tras un año 2023 esperanzador con la conquista de la Liga y la Supercopa de España, todo atisbo de sorpasso al Real Madrid se ha desvanecido en este 2024. Ni Liga ni Copa ni Champions. De nuevo, temporada en blanco. Y Laporta ha primado su amistad con el técnico Xavi Hernández por encima del propio club. Apenas medio año se demoró en fulminar a Ronald Koeman, a quien la dirigencia no le concedió ni de lejos los refuerzos que ha recibido el técnico catalán.

Vitor Roque, sonriente en su llegada a Barcelona FCB

Por amistad, Jan le entregó a Deco, exrepresentante de jugadores, el timón de la dirección deportiva y la secretaría técnica con la escasa experiencia previa en el cargo durante su estancia en la Federación de Gabón. Y quién sabe si también fruto de una dilatada relación con el agente André Cury, el Barça prefirió gastar su bala de plata en el mercado de fichajes de 2023 con Vitor Roque, un melón por abrir. Por el momento, apenas se han abonado 10 millones por sus servicios. Sin embargo, entre importe fijo y variable la operación puede alcanzar entre los 60 y los 74 millones.

Deco, Laporta y Xavi comparecen juntos ante los medios EFE

A todas luces, en época de vacas flacas, el fichaje de Tigrinho resulta incomprensible dado el riesgo económico y la necesidad de rendimiento inmediato. Como la continuidad de Xavi, que ya había dimitido en enero de 2024. Pero su gran amigo Laporta se empecinó en convencerlo y consiguió retenerlo un año más pese a los escasos méritos deportivos. Habiendo superado el ecuador de su segundo mandato, el máximo mandatario empieza a perder adeptos que ya no compran su discurso. El valor de los hechos, a la postre, siempre se impondrá al de las palabras.

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