El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, niega por activa y por pasiva la posibilidad de convertir el club en una Sociedad Anónima Deportiva (SAD). A pesar de que, en estos momentos, la entidad arrastra una deuda de 1.200 millones reconocida por el vicepresidente económico Eduard Romeu. Los 2.820 millones a devolver en los próximos 30 años por el crédito del Espai Barça enturbian más si cabe el futuro financiero. En esa tesitura, no son pocas las voces que señalan alternativas en el modelo de propiedad.
Recientemente, la Premier League ha marcado un precedente inédito en la liga inglesa. La directiva de la competición concedió el visto bueno a la venta del 25% del Manchester United al dueño de la multinacional química INEOS, Jim Ratcliffe. Esta transacción, tasada en 330 millones de euros, señala peligrosamente el camino del futuro FC Barcelona.
Aspirantes al próximo mandato del club en 2026 como Víctor Font, abogan por refundar el Barça y cambiar el modelo de gestión. Incluso Jaume Roures, figura cercana a Laporta que le ha sacado las castañas del fuego en numerosas ocasiones --aval y palanca de Barça Studios--, apuesta por un nuevo modelo híbrido de propiedad.
¿Club de los socios?
Hablamos de peligro porque un sector del barcelonismo personificado en el propio Laporta rehúsa a incumplir la máxima tradicional de que 'el club es de los socios'. Para empezar, Gabriel Masfurroll, exdirectivo de la junta de Josep Lluís Núñez y exvicepresidente en el mandato de Joan Gaspart, admite que en aquella época la aportación de los socios barcelonistas integraba más del 50% de los presupuestos. En la actualidad, el abonamento anual ni siquiera supone el 5% de las fuentes de ingreso de la institución catalana.
Por si esto fuera poco, de los más de 140.000 socios que enriquecen la masa social del Barça, solo 462 compromisarios --0,46%-- materializaron el derecho a voto en la última asamblea telemática del 21 de octubre de 2023. Apenas 4.451 estaban convocados a la asamblea general ordinaria.
Un selecto grupo con más de cinco años de antigüedad cumple con una o más de las condiciones necesarias para acreditarse: el 0,6% de socios más antiguos, directivos, miembros de las comisiones estatuarias, expresidentes del club, presidentes de las federaciones territoriales de peña y un 2,5% de socios escogidos vía sorteo. ¿De qué sirve entonces considerarse dueño del club como socio? A lo sumo, en 2022 se celebraron tres asambleas generales. Más allá de una pequeña representación, el resto de afiliados se permiten escoger presidente una vez cada cinco años.
Venta de patrimonio, paso intermedio
En realidad, a efectos prácticos, el Barça ya ha actuado como SAD mediante la creación de sociedades como la productora Barça Studios, de la cual ha vendido el 49%. Socios, Orpheus Media, Libero Finance Football, un accionista anónimo a través de NIPA Capital y el propio FC Barcelona forman parte de Bridgeburg Invest, filial gestora de esta mezcla de NFT, criptomonedas y la rama audiovisual.
Se trata todavía de pasos intermedios de un proceso más complejo que en el caso extremo convertiría el club azulgrana en Sociedad Anónima. Hipotéticos accionistas mayoritarios en un futuro tomarían el control total de la entidad en una especie de oligarquía. Por ende, se diluiría ese sentimiento de pertenencia al club entre los socios. Es la hipótesis más agorera.
El modelo híbrido, posible solución
Entre dos aguas se sitúa el Manchester United. La familia Glazer cederá el 25% de la propiedad a Jim Ratcliffe. A cambio, el multimillonario de 71 años desembolsará 330 millones. La inyección se destinará a fichajes y obras de reforma en Old Trafford. De un modo similar opera el Bayern de Múnich. La sociedad FC Bayern München AG posee el 75% del club bávaro, mientras que Audi, Allianz y Adidas comparten el 25% a partes iguales: un 8,33% cada una.
Una propiedad híbrida equivalente propone Jaume Roures. Aunque los socios pierdan poder de decisión --del que ya carecen actualmente--, se trataría de encontrar empresas de proximidad en Cataluña que pudiesen absorber el 25% de las participaciones. "El FC Barcelona puede valer 4.000 o 5.000 millones. Y, si vendes el 25%, arreglarías las cosas con 1.500 millones que entrarían de ese 25%", estimaba grosso modo el cofundador de Mediapro en El Món a Rac1.
Precisamente ejemplifica en los red evils y el club de Baviera la solución menos mala que podría definir el futuro del Barça. Y quién sabe si proveer definitivamente de la inyección económica que permita sanear el FC Barcelona. Un pequeño sacrificio por un bien mayor, cocido a fuego lento y sin entregar las llaves del club a inversores poco fiables.
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