El Barça de fútbol sala se ha consolidado como el gigante deportivo y económico de España en este siglo XXI. La sección de futsal ha levantado tres Ligas en los últimos cuatro años y cuatro Champions. En la temporada 23-24, las lesiones se cebaron con el equipo que dirigía Jesús Velasco, que cayó eliminado en las semifinales de competición doméstica y perdió cruelmente la final de la Champions ante Palma Futsal (1-5).
Actualmente, el proyecto lucha por todos los títulos con una plantilla envidiable. No obstante, en un pasado más lejano el Barça pugnaba en unas condiciones económicas más humildes. En 1997, cuando la sección todavía no había alcanzado la profesionalidad, el equipo azulgrana vivió uno de los episodios más negros de su historia. Se disputaba por primera vez la Copa Intercontinental en Porto Alegre (Brasil), con una fase de grupos de tres partidos, semifinales y final. Y el cuadro catalán se dejó ganar descaradamente en el cierre de la primera ronda con dos goles en propia porteria (3-1).
Jugaron para perder
Se enfrentaban el Barça y el Di Bufala Sport Club de San Francisco (Estados Unidos) en la tercera jornada del grupo A. Ambos habían vencido sus dos partidos anteriores y se disputaban el liderato. Pero querían evitar al Inter-Ulbra, el local y gran rival a batir, que previamente había dado la sorpresa al perder contra el Melati Tilburg neerlandés (5-7). El anfitrión terminó en segunda posición.
Por lo tanto, el vencedor del Barça-Dibufala se tendría que medir al cuadro brasileño en semifinales. Al principio el juego se desarrolló con normalidad, sin grandes ocasiones. Hasta que el equipo norteamericano abrió la lata mediante un gol de falta ante la pasividad de Fran Serrano, guardameta azulgrana (1-0). En la segunda mitad, Ricardo Menezes, entrenador barcelonista, introdujo a Mariano, jugador del filial. El canterano empató el partido mediante un tiro desde el centro del campo que el guardameta rival dejó pasar (1-1).
Dos goles en propia
Pero lo peor estaba por llegar. En cuestión de segundos, el Barça se introdujo el balón en su portería dos veces seguidas. Primero, con un chute de Perico a su propia puerta, vacía (2-1). Nada más sacar de centro tras el gol, Dani Mateo tiró el balón atrás, y Fran Serrano lo dejó pasar hasta traspasar la línea del arco (3-1).
De mal en peor, los cinco jugadores vestidos de azulgrana se dedicaron a defender la portería rival, incluido el portero, para evitar que el cuadro estadounidense pudiera marcarse autogoles. El árbitro tuvo que expulsar al guardameta contrario por intentar el tanto en propia en dos ocasiones.
Medalla de plata
El paupérrimo espectáculo terminó en el hotel, donde relata Relevo que los jugadores de Boca Juniors y Peñarol increparon a la plantilla del Barça. La organización tuvo que cambiar al equipo catalán de alojamiento. En semis, el Barça doblegó al Melati Tilburg (7-5) con todo el público brasileño en contra. En la final, el equipo barcelonista cayó frente al Inter-Ulbra en la prórroga (4-2). Pese al segundo puesto, se consiguió del modo más ruin posible.
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