Nico Williams es el fichaje que todo el mundo quiere en Barcelona. Lo piden los aficionados, lo quiere el presidente Laporta, lo negocia el director deportivo, Deco, y estaría encantado de recibirlo en su plantilla el nuevo entrenador, Hansi Flick. El joven extremo navarro simboliza un fichaje de consenso, de esos que, sorprendentemente, ponen de acuerdo a todo el entorno barcelonista. Y mira que es difícil. 

Las únicas voces ligeramente discrepantes son aquellas que abogan por abordar antes la incorporación de un mediocentro. A nadie escapa que la ausencia de Busquets se notó mucho el curso pasado, aunque en el tramo final de curso, Andreas Christensen se convirtió en un recurso solvente. ¿Pero suficiente? Flick está dispuesto a dar un nuevo voto de confianza a Oriol Romeu, gran profesional y muy culé, pero que no lo pasó nada bien durante la temporada pasada. 

Volviendo a Nico, desde esta columna simplemente queremos recordar que por mucho consenso que genere su llegada, la realidad es que no hay nada decidido. La decisión final depende de Nico Williams, que se ha dejado ver de vacaciones con Lamine Yamal en Marbella, alimentando la rumorología mientras se mantiene en silencio. 

En Bilbao están muy enfadados con el tema. Piden tranquilidad, aunque allí también saben lo que es fichar a cracks de clubes menores pagando la cláusula de rescisión. La presión es total para Nico, que no vería con malos ojos pasar un año más en el Athletic y salir dentro de un año. Sin embargo, el Barça ya le ha transmitido que los trenes no siempre pasan dos veces. Este tren pasa ahora y el año que viene ya se verá. No hay garantías de nada. El Barça no ficha para la temporada siguiente. Ficha para esta. 

Es obvio que la presión puede condicionar la decisión final de Nico. No quiere salir mal del Athletic, donde su hermano es uno de los grandes líderes. Sin embargo, haría bien Nico en no dejar pasar esta oportunidad. Puede ser única. 

En su cuenta bancaria no notará mucho la diferencia, la propuesta salarial será similar. Pero la exposición internacional que le ofrece el Barça no la tendrá en el Athletic. La posibilidad de trasladar esa explosión de frescura y desparpajo que simboliza su conexión de bandas con Lamine en la Roja puede tener un efecto demoledor en el mundo fútbol. Al Barça le interesa para contrarrestar el efecto Mbappé. Y a Nico le interesa para poder aspirar a ser una gran estrella. Y, sobre todo, por la posibilidad de aspirar a ganar los grandes títulos. En el Athletic peleará por revalidar la Copa del Rey y por la Europa League, pero no todos los años de clasifican. En el Barça peleará por la Liga y jugará la Champions. No hay color, Nico. Ven a Barcelona. Te esperamos con los brazos abiertos.