"Quiero ser como Lamine Yamal", repiten los niños de Rocafonda. En la barriada de Mataró, en la que casi la mitad de la población es marroquí, se crio Lamine Yamal. Un chico que es "un motivo de orgullo", sobre todo, para los más jóvenes del distrito 08304. Los tres últimos dígitos del código postal los recuerda en cada gol. Sobre sus espaldas, la prematura estrella del Barça carga con la responsabilidad de enorgullecer a su familia y amigos.

El nombre que tiene, Lamine Yamal, no deja lugar a dudas. Mounir Nasraoui tuvo un hijo con Sheila Ebana. Ambos muy jovencitos. Sin dinero para pagar un alquiler, y sin estar juntos, el padre fue acogido por dos amigos, Lamine y Yamal. "El día que mi hijo nazca, llevará vuestro nombre". Así cuenta la promesa Juan Carlos Serrano, propietario del bar El Cordobés, el favorito de Mounir.

Juan Carlos Serrano, propietario de El Cordobés y amigo de Mounir Nasraoui SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Con el tiempo, la situación fue mejorando. A caballo entre Granollers, donde trabajaba Sheila Ebana, y Rocafonda, Lamine Yamal pasó su infancia. Precisamente su madre lo apuntó a fútbol, una extraescolar que le permitía seguir trabajando. Así nació el gran talento que es hoy. Dio sus primeros toques en el Club de Fútbol La Torreta, junto a su primer entrenador Inocente Díez.

El origen del 304

Lamine Yamal se enamoró del balón. No lo ha dejado desde entonces. A todos lados iba con la pelota. En las pistas de Rocafonda, jugaba contra chicos que le sacaban hasta 10 años de edad. Pero fue en La Torreta donde, Isidre Gil, un ojeador del Barça, quedó prendado con su talento. Y lo fichó, a pesar de que también hizo las pruebas en el RCD Espanyol.

Ficha de Lamine Yamal CEDIDAS

"Ni siquiera tenían dinero para pagar el billete del tren", recuerda Juan Carlos, como si fuera ayer, en el mismo El Cordobés. Mounir quiso para su hijo una vida mejor. Hizo un esfuerzo capital. Se despegó de lo que más quería. Lamine Yamal entró a vivir en la Masía, a cambio de que el club azulgrana le diese una educación que su familia no podía permitirse.

Rocafonda lo es todo

En el paseo que Culemanía da por Rocafonda, cuatro días antes de la final de Eurocopa entre España e Inglaterra, este medio se encuentra con Mounir, que prefiere no dar declaraciones, y Mohamed Abde, primo de Lamine Yamal y fiel escudero del chico de 16 años que rompe todos los esquemas. "Llevarlo a la Masía es de las mejores decisiones que hemos tomado en la familia", relata en una cafetería de la calle paralela al Cordobés.

A pesar de que Lamine Yamal pasó a vivir a 48 kilómetros de distancia, nunca se sintió solo. "Siempre lo hemos ido visitando. Estamos a una hora. Al final estamos cada fin de semana con él, cada día con él. Cuando quiere vamos a verle. Está a gusto así", explica Moha. La familia ha regresado de Alemania, aunque sea solo por un par de días, para regresar a su casa. El sábado cogieron un avión para celebrar el 17º aniversario de Lamine Yamal y ver la gran final al día siguiente. La primera de Lamine Yamal.

El barrio, con 'el Lamine'

"Es que es un motivo de orgullo porque ha logrado salir del barrio", reconocen Eguel y Cristofer, dos chavales que toman el sol en la plaza principal de Rocafonda. Este periodista pregunta el motivo de la afirmación. "Cansa un poco la imagen que se tiene de la gente del barrio. No somos así", explica. Ambos han compartido pista con Lamine Yamal. Todos lo conocen. También los más pequeños.

Rocafonda, el barrio donde creció Lamine Yamal. SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Por la fiesta mayor, Mataró organiza un torneo de fútbol. Lamine Yamal lo ha jugado todos los años, a excepción del último, en el que estuvo entre el público. Ahora tiene que evitar lesiones. Reconocen que se le ve menos que antes. Tiene un calendario más ocupado y, buena parte de su familia, se ha mudado.

Mohamed El Yousofi, vecino de Rocafonda, desde otro bar, a este periodista que anda con un micrófono le grita a modo de broma: "¡Lamine! ¡Lamine!". Culemanía se acerca a charlar con él y coincide con lo que relatan Cristofer y Eguel. "Si tú vas a Pedralbes, también pueden pasarte cosas. Peores, seguramente. Todos somos diferentes. No hay que englobar", destaca.

La gran final

"Lamine Yamal es un chico del barrio y está bien porque anima a los más pequeños a soñar, pero cada uno sigue con su vida y hay más chicos que juegan muy bien a fútbol", puntualiza. Y es que, efectivamente, la imaginación de los más pequeños vuela gracias al joven futbolista. Lo afirman Juan Carlos en El Cordobés, Mohamed en otro bar y también su primo.

Rocafonda, el barrio donde creció Lamine Yamal. SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

"Me pasaron vídeos de la gente en Rocafonda celebrando la clasificación para la final, del gol de Lamine... Muy contentos todos", explica Moha, que aún no se acaba de creer del todo lo que está viviendo un familiar suyo. En Rocafonda hay mucha gente del Barça, pero también del Real Madrid. Ahora bien, si juega Lamine Yamal su alegría es la de todo un barrio. Este domingo, todos le apoyarán.

Rocafonda, el barrio donde creció Lamine Yamal. SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Soñar

Porque Lamine Yamal es un motivo para soñar. Todos los niños de Rocafonda explican con ilusión que tienen una foto con su ídolo. En el colegio, no paran de hablar de él. De sus goles y sus jugadas. "Nos gustaría ser como él", dicen con voz tímida dos pequeños que llevan un balón pegado a los píes.

Rocafonda, el barrio donde creció Lamine Yamal. SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Aunque el fútbol es solo algo adicional. "Su padre no para de decirle que tenga los pies en el suelo", relata Juan Carlos taxativamente. "No se le ha subido a la cabeza ni nada. Tiene la cabeza bien amueblada. Es bastante maduro para la edad que tiene", añade su primo Moha. Esa es la verdadera enseñanza de Lamine Yamal. Lo recuerda con cada gol: 304.

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