“Un cuentito que se va encabronando”. Así define Jorge Bosch su última película, Kepler Sexto B en el que hace un papel de “cabronazo”, pero con la que el espectador no va a quedar destrozado al salir de la sala, pese a lo que estas palabras sugieren.
El director de la película, Alejandro Suárez Lozano, consigue recrear el universo de Jonás, un hombre en el espacio, que espera la señal desde la Tierra para regresar a casa. La llegada de Zaida, una niña que ha perdido a su madre y a la que su padrastro maltrato, hace que este particular Quijote tome contacto con la realidad a través de esta pequeña Sancho.
Las comparaciones no son para nada aleatorias. La fantasía ha hecho mella en Jonás para escapar de una realidad que, como a Zaida, le duele. Ella, en cambio, le seguirá el juego a pesar de todo lo que sufre. En él ha encontrado un amigo y hará lo posible para hacerlo volver a casa. Un hogar del que lo quieren echar.
Y así, es como Suárez Lozano se convierte en un particular Cervantes, pero no para criticar los peligros de la ficción, sino para poner recordar que muchas veces es el único lugar seguro cuando el mundo real es completamente hostil. Y ya de paso, darle un giro a ese género, a veces tan denostado, llamado cine social, pero del que Bosch es fan, pero no dogmático.
“Yo creo que tiene que haber de todo. Yo hay momentos que ya no puedo ver cine social. Necesito ver pelis de acción, que te permiten ir a coger algo a la nevera y no pasa nada porque se siguen pegando tiros. Porque hay momentos en la vida en que, si uno tiene problemas o una fuerte carga social, no está para eso”, reconoce.
Pese a todo, Kepler Sexto B tiene bastante de social. El actor, en cambio, asegura que tiene más de emocional. El espectador es que debe juzgar, en todo caso. Ante la pantalla se le muestran varias películas en una.
El film habla tanto del maltrato infantil, el duelo, los desahucios, la salud mental y cobra unos tintes de fantasía, propias de un cuento. Todo ello, fueron los ingredientes perfectos para que Bosch se metiera de lleno en el proyecto.
“A mí me gusta que se mezclen los géneros. Es verdad que te saca un poco de tus estructuras, pero en este caso está bien tratado”, afirma. “Incluso mi personaje, que es un tío que maltrata a su hijastra”, añade.
El papel de Bosch no es nada fácil. Él mismo sentía mucho respeto de cómo enfrentar ciertas escenas muy violentas con la actriz protagonista. Daniela Pezzotti tenía 12 años durante el rodaje y el actor trató de ser delicado, a pesar de que la actriz novel le pedía que no tuviera miedo.
Bosch también habló al respecto con el director. Especialmente, para construir el papel. “Yo lo hablé con él. No quería hacer un malo, malísimo, porque al principio estaba escrito muy estereotipado. Teníamos que sacar más capas a ese personaje, sus taras, sus traumas”, apunta a Crónica Global.
Pese a todo, su personaje es lo que es. “Que sí, que es un cabrón, un maltratador y eso no se puede solucionar, pero también es humano, a pesar de ser un hijo de puta”, remata. ¿Se redime? Eso queda a ojos del espectador.
En todo caso, Kepler Sexto B es todo un viaje emocional, digno de ver en pantalla grande, para que sentir como la historia crece. Tanto como lo ha hecho el propio realizador, que empezó con historias de ciencia ficción --lo que se deja ver claramente aquí-- y que ahora le añade “toques de costumbrismo y cine social”, como dice Bosch. Todo para construir lo que él llama “un cuentito que luego es una cabronada, pero en el que al final te quedas con un buen sabor de boca”.