La figura de Heberto Padilla siempre fue muy polémica. Algunos lo consideran un traidor al régimen, otros un delator. Todo por un discurso de arrepentimiento que Fidel Castro hizo circular tras liberarlo de la cárcel.
Ahora, más de 50 años después, Pavel Giroud, recupera esa grabación original que el comandante cubano ordenó grabar pero que prefirió guardarse para no perjudicar su lucha. Lo que circuló fue una transcripción tergiversada que hizo del literato una figura más que polémica.
'El caso Padilla'
A la vista de El caso Padilla, la película en la que el realizador franco-cubano muestra un resumen de esas cuatro horas de comparecencia, todo cambia. Vemos a un Heberto sudoroso. Claramente amenazado por lo que pueda decir, mientras en sus palabras parece loar a Fidel y mostrarse arrepentido. Claro que, por otro lado, señala a compañeros suyos a los que pedían que se disculparan con el régimen. Todo estaba pactado. Lo que no esperaba Fidel es que ese discurso supuestamente elogioso, visto en imágenes mostraban todas las torturas que había detrás.
Giroud, que ha podido rodar en Cuba a pesar de que la dictadura militar continúa, prefiere no hablar de cómo consiguió esas imágenes. Se muestra orgulloso de haberlas hecho públicas, pero a su vez teme el poder del régimen. Aun así, prefiere vivir con miedo que no hacer público un material que recuerda a ciertos adeptos a la dictadura de Fidel, que no todo fuera y es tan bonito en Cuba.
- ¿Cómo llegas a este material y cómo decide trabajar con él?
- No falla esta pregunta y no falla que yo diga que no puedo decirlo (bromea). Y sabrás que la fuente es sagrada. Pero a la segunda pregunta ya te digo que teniendo ese material en la mano algo tenía que hacer. Me debatí entre hacerlo público tal cual o hacer una película. Si optaba por la primera sólo se acercarían a verla los que estaban interesados en el caso, en cambio, si hacía una película bien hecha, tenía un tema suficientemente potente como para que la cinta recorriera el mundo entero. La realidad me ha dado la razón. Todo ha funcionado muy bien. En todos lados, por lo que ha pasado, no ha pasado inadvertida.
- Bueno, es que revela bastante el funcionamiento de la dictadura cubana, ¿no?
- ¡Claro! Y lo revela sin que esté mi enfoque. Es decir, lo revela el hecho y explica el silencio de Cuba respecto a la película. Normalmente, el gobierno cubano, el poder cubano, cuando se siente atacada, actúa con sus armas de siempre. Esta vez se ha quedado callada. No hay argumentos para rebatir esto. Han querido vender El caso Padilla como un error puntual de la revolución en el año 71, pero lo cierto es que hoy día en Cuba hay poetas presos. Y por lo mismo, además, no por robar. Hay más de mil prisioneros políticos hoy en Cuba por la misma razón: escritores, periodistas o gente común que ha decidido ser crítico, contestatarios o manifestarse en contra.
- ¿Y más allá de Cuba?
- Pues, incluso en un país con mucha afinidad con la revolución cubana como Argentina, es como que les estoy quitando una venda a mucha gente. El que se muestra es un método típico de la revolución, de Fidel Castro, el de coger un conejillo de indias para escarmentar. Cuando se robaba las embarcaciones en Cuba para escapar a Estados Unidos, él lo resolvió fusilando a tres que se robaron una lancha y ya la gente no se robó más. Con El caso Padilla pretendía lo mismo, dar un escarmiento y lo logró porque la intelectualidad cubana se hizo más mansa y menos crítica. Le fue rentable y estaba convencido de que buena parte de la gente de la vanguardia progresista intelectual que lo criticó en ese momento le iba a perdonar todo.
- Dice que sigue habiendo miles de presos, pero la imagen que se da ahora, parece la de una Cuba más abierta, con mejor relación con Estados Unidos. ¿Es falsa esa apertura?
- Los momentos de apertura en Cuba, que han ocurrido con Fidel Castro también en el poder, yo les llamo vacaciones. Son vacaciones en que los artistas han podido ser un poco más libres, en determinado momento, en otro aprietan más la tuerca. Pero tienes parte de razón en lo que dices, porque Cuba va más allá de una dictadura, es un estado mafioso. Se murió el capo y su sustituto lo cogió con las mismas fórmulas y el sustituto decidió retirarse y poner a un delfín, a un títere al que manipulan a su entorno.
- ¿Por qué se dan esas ‘vacaciones’? ¿Para señalar luego?
- Por supuesto. Yo nunca estuve detenido, tal vez censurado, pero sí estaba señalado. En momentos de apertura, yo fui crítico, me expresé, hice mi cine, que no oficialista, y obviamente, estaba señalado, pero nunca fui reprimido. Hoy día sí lo sería. Yo hoy no piso Cuba después de haber hecho El aso Padilla. No me atrevo a hacerlo. Hay gente presa por salir con un cartel a la calle.
- Pero ¿le han prohibido la entrada?
- Oficialmente, no tengo prohibida la entrada. Yo vivo en España desde hace ocho años y yo iba a Cuba, hice dos o tres trabajos allí mientras vivía aquí y fueron críticas. Pero tal cual están las cosas, el nivel de represión que hay, el miedo que tiene la gente… Han tipificado delitos en el código penal en los que yo entro perfectamente con esta película, sin dudarlo.
- Teniendo en cuenta la dictadura que hay, el control de ese férreo, ¿cómo pudiste hacer eso?
- Dejan hacer unas cuantas. Cuando la cosa se pone complicada, que generalmente vienen asociadas a crisis, aprietan. Así ha sido la metodología de Fidel heredada hasta el día de hoy. Sin su capacidad política, claro. Este de ahora es un tonto. No tiene la capacidad política que tenía Fidel Castro de manipularlo todo y que todo le saliera bien al final.
- Él fue tan hábil que en su día no se llamaba y cuando llegaron los apoyos de la URSS se sumó al movimiento. ¿Es tan así o siempre lo ocultó?
- La revolución, en teoría, no era una revolución comunista para nada, de hecho, él lo dejó claro. Su hermano Raúl, sí, siempre fue cercano a los comunistas, incluso militaba. Ahora hay una nueva tendencia a de investigadores que dicen que sí. Yo no estoy tan convencido. Hay una cosa clara, Fidel va a Estados Unidos y Eisenhower se niega a reunirse con él y manda a su vicepresidente Nixon y el dictamen de Nixon es con éste no hay nada que hacer y le retiran el apoyo a Fidel Castro, es cuando la Unión Soviética le tira la mano. Allí hay unos debates entre los partidos socialistas y comunistas de la revolución, una lucha de poder y él fue haciendo maniobras, creando pugnas entre todos y terminó asociado a los cabecillas comunistas. Hizo muy parecido al dictador Batista, al que él derrocó en su primer mandato, y que apoyó en los comunistas e hizo reformas sociales que hoy son propias de un gobierno socialista aquí en Europa.
- En todo caso, como dice, esta imagen empieza a mostrar una realidad que no siempre se quiere ver. ¿Cree que puede servir para quitarse la venda de lo que es adicto a cubano, incluso en los partidos afines?
- Mira, está muy claro lo que es Cuba. Quien defiende a Cuba lo hace o por ignorancia o por conveniencia. Estos partidos que lo defienden a conveniencia o al menos no lo atacan, demuestran una torpeza de la izquierda. Una reformulación sobre su posición respecto a Cuba le daría mucho valor a la izquierda actual. Si sigue aferrada a esos viejos tópicos, no le veo mucha vida de cara al futuro, francamente.
- Pero la cinta quita la venda sin subrayar. Sólo pone las imágenes reales en las que se ve el sudor de un hombre como Padilla ante las acusaciones de Cuba en las que parece retractarse de lo que ha hecho.
- Yo voy a contar la historia del poder en contra de un hombre y me centré en lo humano. Por eso conmueve tanto. Quien aún defiende a Cuba sale de la película con la cabeza gacha. Lo que le están haciendo a ese ser humano es terrible. ¿Por qué cambia? Lo hago a través de una persona como García Márquez, afín al régimen que dice no hay otra razón de que este hombre haya actuado así, si no es por una presión absoluta, una tortura. Heberto Padilla está muerto de miedo. Fidel tenía el plan de filmar esto y distribuirlo por el mundo para que vieran el hombre arrepentido, pero lo que hace Padilla es aprovechar ese momento para de alguna manera mandar un mensaje y desenmascararlo a través de la ironía, de la exageración absoluta. Por eso, cuando Fidel lo ve, siente que lo ha jodido y publica sólo la versión transcrita convenientemente editada.
- Y ahora, con la repercusión que ha tenido la cinta, ¿tiene usted miedo?
- Prefiero no pensar en eso, porque si pienso en ello tengo miedo. Pero siempre pensé que es mejor hacer la película con miedo, que no dejarla de hacer por miedo.