Casi cinco años después de que un grupo de intolerantes impidiera la celebración de nuestro acto de homenaje a Miguel de Cervantes en el Aula Magna de la Universitat de Barcelona, Societat Civil Catalana, cumpliendo la palabra dada en aquella aciaga ocasión, rindió tributo el pasado 3 de febrero al mayor escritor de todos los tiempos en lengua española en el mismo recinto histórico donde el griterío y la sinrazón de los radicales se impuso a la palabra y a la civilización.
La generosa implicación del director de la Real Academia Española (RAE) y autor de la exhaustiva biografía Cervantes, Santiago Muñoz Machado, en un acto cultural tan simbólico y tan largamente deseado por nuestros socios y simpatizantes, se tradujo en una avalancha de inscripciones que agotó el aforo en pocas horas.
Por supuesto, en un acto de justicia y desagravio, invitamos de nuevo al prestigioso hispanista y cervantista francés Jean Canavaggio, quien en 2018 regresaba apesadumbrado a París impactado por un boicot que le impidió concluir su disertación sobre el papel que Cervantes concedió a Barcelona en su obra y la relación del escritor con la ciudad en la que Don Quijote y Sancho ven por primera vez el mar.
Aunque en esta ocasión el profesor Canavaggio no pudo desplazarse a Barcelona, sí se reencontró, a través de videoconferencia, con un público entregado. También volvió al Aula Magna de la UB el reputado historiador y catedrático de Historia Moderna de la UAB Ricardo García-Cárcel, magnífico en sus intervenciones.
El acto de homenaje a Cervantes organizado por SCC logró visibilizar todos aquellos valores inherentes a la cultura como pilar fundamental de la dignidad de la persona y sostén de la convivencia, la libertad y la diversidad. Que la máxima figura de las letras españolas, la obra cumbre de la literatura universal, y la institución que desde hace más de tres siglos vela por la integridad de nuestra lengua común se fundieran de manera tan natural en una universidad catalana de la mano de la sociedad civil fue un afortunado hallazgo que nos marca el camino a seguir.
Miguel de Cervantes, como el propio idioma español, es patrimonio común de la Humanidad, es patrimonio español y es, en consecuencia, patrimonio catalán. Todos los españoles tenemos el deber de conocer nuestra lengua común y el derecho a usarla. No existe argumento válido alguno para hurtar a ningún ciudadano la posibilidad de alimentar alma y mente con la apasionante lectura de las peripecias de Don Quijote y Sancho Panza.
El español se encuentra en plena expansión como idioma global. Cuenta con más de 500 millones de hablantes nativos –casi 600 millones si sumamos a las personas capaces de comunicarse con cierta competencia— y es la segunda lengua materna por número de hablantes. Compartimos, por lo tanto, un idioma que es herramienta de futuro, de progreso social y de otorgamiento de capacitación y oportunidades. No podemos renunciar a semejante riqueza ni podemos permitir que nos la arrebaten.
El partidismo y el adoctrinamiento no tienen cabida en la erudición. Cuando la cultura es utilizada por el sectarismo excluyente deja de ser herramienta de paz para convertirse en arma arrojadiza. De hecho, al quedar desprovista de dos de los principales valores que lleva asociados –la libertad y la igualdad— deja de ser cultura.
La diversidad cultural solo fructifica en terreno cultivado en el respeto. Una comunidad orgullosa de su patrimonio lo conserva y lo engrandece, vela por su integridad al tiempo que lo ofrece al mundo, favoreciendo así lazos de unión y convivencia.
La cultura es lo que nos convierte en miembros de una comunidad y la suma de estas –la unión e intercambio de sus respectivos patrimonios culturales— conforma la Cultura Universal, patrimonio común de la Humanidad. Un pueblo capaz de transmitir a las nuevas generaciones el valor multifacético de su patrimonio histórico-cultural está otorgando poder a sus ciudadanos, educándolos en el pensamiento crítico, en la lógica argumentativa tan esencial para nuestro crecimiento interior y para la vida en sociedad.
Merecemos una clase dirigente capaz de abordar la educación y la cultura bajo el prisma de una auténtica política de Estado en beneficio del interés general y al servicio de una sociedad de ciudadanos informados y libres. Desde Societat Civil Catalana, entidad cívico-cultural, reclamamos a los partidos políticos que pongan a las personas en el centro de sus programas. Es su obligación –también la del sector privado— fomentar la cultura como nexo de convivencia entre quienes piensan igual y, sobre todo, entre quienes piensan diferente.
Ningún relato excluyente puede ensombrecer el inmenso patrimonio cultural que atesoramos y del que nos sentimos legítimamente orgullosos. Debemos perseverar en la difusión de la lengua, la cultura y la historia que compartimos a fin de reforzar los vínculos y los lazos comunes que unen a los catalanes entre sí y con el resto de los españoles. Nuestro homenaje a Miguel de Cervantes es una invitación al entendimiento, a la concordia, a seguir enriqueciendo, desde una respetuosa diversidad, nuestro acervo cultural universal.