Lluís Villanueva: “La comedia ha de estar cargada de contenido o es un entretenimiento banal”
El actor vuelve a meterse en la piel de un hombre al que le queda poco tiempo de vida en la última comedia de Marta Buchaca
22 febrero, 2023 00:00A Lluís Villanueva (Sabadell, 1967) no le pesa la etiqueta de actor cómico; es más, la lleva con orgullo y honor. En sus años de carrera ya ha demostrado que puede hacer papeles dramáticos. Han confiado en él Calixto Bieito, Àlex Rigola, Sergi Belbel y Lluís Homar para hacer obras de Shakespeare, Ibsen, Molière y Joanot Martorell, pero la comedia le tira.
Lo saben algunos espectadores de televisión que lo conocieron como Ramón o el de la radio de Plats Bruts y que siguieron viéndolo en Jet Lag, Porca misèria y Benvinguts a la família. Pero el mundo catódico lo ha dejado atrás, o al menos apartado, lo suyo son las tablas.
El catalán prefiere no hablar siquiera de la situación de las series porque reconoce estar alejado y por tanto desconocer qué se cuece. Además, para qué, si triunfa en el teatro. Este febrero ha regresado al teatro Goya con Quant temps em queda, una comedia agridulce creada por Marta Buchaca que invita al espectador a aprovechar la vida y no esperar.
Villanueva no puede estar más feliz con este proyecto. El montaje tiene todo lo que a él más le gusta: hace pensar al espectador, lo interpela sin aleccionarlo y además le hace reír. Prueba de ello es que repiten en la cartelera de Barcelona después de que se estrenara en el marco del festival Grec. Y espera que siga girando.
--Pregunta: De vuelta en Barcelona con ‘Quant temps em queda?’. Buena señal, supongo. ¿Qué tiene la obra que hace que vuelva?
--Respuesta: Yo creo que es el hecho de que te pregunte tanto si tienes la vida que quieres tener y si estás viviendo la vida que te gustaría vivir. Y te lo plantea mientras te cuenta una historia, la de este hombre que sabe el tiempo que le queda de vida y que, gracias a ello, quiere cambiar cosas de su destino. Claro que también quiere cambiar el de su mujer, de los amigos, y entonces, aquí, si quieres tocar la vida de los demás ya no es tan fácil.
--¿Y cómo se mete uno en la piel de un hombre que se va a morir y hacerlo en comedia?
--Es una tragicomedia. Es hora y media de función en la que vas picando piedra, porque claro, modificar la vida de los demás es muy complicado. Y es muy divertido ver cómo este hombre intenta estrategias de todo tipo para modificar la vida de los demás para que se cumplan los planes que él quiere cumplir. En eso se basa la comedia. La gran idea de Marta Buchaca para que funcione la comedia es cruzar diferentes vidas en un solo espacio y a ver qué ocurre.
--Llega hasta a patinar.
--Es que quiere hacer de todo. Quiere aprender muchas cosas antes de morir, y que no ha hecho. Algunas tan tontas como aprender a patinar, otras más poéticas como plantar un limonero y que le dé frutos. Pero lo principal es que su mujer sea feliz. Para ello tiene un plan que no se puede decir, debes venir al teatro a verlo. Pero implica también la vida de algunos amigos suyos.
--¿Cómo es ese tránsito a la comedia?
--Esto ya está en el texto. La estructura es lo que da la comicidad, el planteamiento de las diferentes situaciones. Tú, como personaje, debes dejarte llevar. Yo no puedo decir cómo voy a transitar esto, yo debo transitar estas situaciones. Y ya está, entonces va saliendo. Haciéndolo bien, ¿eh? Debe hacerse bien. Nosotros lo que debemos tener es la responsabilidad de hacerlo en vivo todos los días y entregarlo al público como si fuera la primera vez, que es la gracia del teatro.
--¿Cuál es el secreto para mantenerlo vivo como el primer día?
--Ser responsable. A mí me gusta el teatro y me gusta mucho repetir una función muchas veces. Siempre lo digo, sobre todo las comedias, porque van variando, evolucionando y descubres cosas nuevas. Y es una responsabilidad y este es el oficio del actor de teatro. El de cine es estar fantástico en ese plano, que es muy difícil, y el del teatro es hacer un estreno cada día, que el espectador es nuevo cada día.
--En todo caso, el espectador viene a reír y se lleva un montón de preguntas.
--Aquí somos honestos, este señor debe morirse. La función avanza, a este señor le pasan cosas, lo empiezas a amar, pero al final, ese señor ha de morir y piensas ¿sí? Y se empieza a preguntar si esto es una comedia.
--Hablaba de una comedia llena de preguntas como el secreto de una buena obra. ¿Es lo que debe hacer la comedia?
--Absolutamente. Esta no es una comedia política o social, sino que habla de humanidades. Podríamos decir que es una comedia metafísica, porque te pregunta por el sentido de la vida. Y claro, sí, la comedia debe tener ese contenido, si no nos iríamos a un entretenimiento muy banal. La comedia ha de estar cargada de algo y tener una significación política o sociológica o de lo que sea. Pero debe tener una carga. En ese caso es una carga humana. Y como la mantiene de principio a fin y es coherente, al final pasan cosas que te hacen pensar.
--Y lo que a uno le hace pensar, como dice, es si uno lleva la vida que quiere vivir. ¿Usted se la ha planteado?
--Muchas veces. Cuando eres actor, como con cualquier carrera, quieres planificarla y no es fácil, porque depende de muchos inputs. Yo ahora estoy en el sitio donde quería estar, pero no es fácil mantenerlo, tampoco.
--¿Pero siempre supo que quería ser actor?
--Desde que era adolescente. Y cuando me hice mayor pensé que me gustaría hacer comedias. Hubo un tiempo en que hacía más teatro épico y teatro clásico, surrealista, contemporáneo y todos los géneros. Y desde hace un tiempo intenté encaminar mi carrera a comedias.
--¿Y eso? Porque mire que no es que sea algo con lo que se ganen premios.
--Bueno, porque es lo que me gusta. ¿Por qué? No lo sé. Es cierto que está injustamente menos reconocida, porque es muy difícil de realizar. Cuando hay premios, triunfan más y se valora más el trabajo de los actores dramáticos porque se entiende que es un trabajo más comprometido. Es otro tipo de compromiso. Es muy difícil hacer drama. A mí, como actor, me supone un esfuerzo más complicado que hacer comedia. Por eso hago comedia. Porque me lo paso mejor, para mí es más fácil hacer comedia. Pero no es fácil. Tiene un componente muy rítmico, mucha partitura, que si no la cumples estrictamente no funciona.
--Y en estos años que lleva dedicado a la comedia ¿ha cambiado mucho? ¿Es verdad que cuesta más porque ahora todos se ofenden?
--La gran pregunta: si debemos molestar. No lo tengo claro. Que cada uno que haga lo que quiera, lo que pueda, y si alguien molesta a alguien que se haga responsable, o no. Hace no mucho leí unas declaraciones del gran supermaestro Rowan Atkinson en las que decía que la comedia siempre ha sido para reírnos de los que están por debajo. Y ahora es imposible, solo puedes reír de los que están por encima. Y sí, tiene razón. Igual la función de la comedia ha cambiado y con los tiempos modernos, si una sociedad toma más conciencia, debemos dejar de reírnos de los que están por debajo. Igual vamos hacia aquí. Este señor, que va hacia los 70, tiene más perspectiva que yo y dice que no puede reírse del señor de la tienda que está allí. Es objetivamente cierto, no puedes, porque hay gente que se enfadará y te van a pegar un meco.
--¿Tal vez es ese cambio de chip?
--Ha cambiado el chip social y quizás tenemos más conciencia y nos sabe mal reírnos de gente que está por debajo de nosotros. Cuando yo era pequeño salía un señor y se reía de los tartamudos, por favor. La pregunta es, ¿yo lo haría? No, no quiero hacerlo. Yo no quiero hacerlo. Y cuando una comedia tiene algún toque un poco machista me sabe mal.
--Y, por último, como dice la obra, ¿nos hemos de poner las pilas?
--Hombre, por supuesto. Y si el teatro tiene la posibilidad de hacerte preguntas, es maravilloso. Yo no creo en absoluto en una comedia que no te haga una pregunta. Entonces no sirve. Hay comedias que son mucho más ligeras, pero siempre tienes que salir con un pensamiento. Si es solo pasártelo bien no hace falta montar todo esto del teatro, que es tan caro, tan costoso y tan difícil. Para eso entras a Youtube y miras unos vídeos y ríes, y ya está. Pero incluso allí me gustaría mucho que hubiera alguien que, además de hacértelo pasar bien, hubiera alguien con contenido humano o político o social. Tenemos que rascar.
--¿Y usted qué relación tiene con esas redes?
--No mucha. No me encontrarás mucho en los sitios.
--Pero algunos actores dicen que se sienten condicionados a tenerlas.
--Especialmente en el cine, porque también muchas productoras aprietan a los actores para que tengan seguidores, para que sus productos se filtren a través de ellos, en todas partes. En el teatro ni nos lo piden ni lo necesitamos. Yo no tengo ninguna red de estas. Hay gente que me dice "¡Ostras, que no estás a ninguna parte!". Estoy en el teatro, en el Goya, puedes venir a verme en directo, estaré encantado, y te atenderé muy bien y lo haré muy bien.