Jorge Javier Vázquez (Badalona, 1970) cierra un 2021 de lo más complicado. En junio, perdió a una de sus mayores aliadas y compañeras de Sálvame, Mila Ximénez. Un golpe que aún le cuesta remontar. Y entre noviembre y diciembre se enfrentó a Massiel, Paloma García-Pelayo, Lucía Pariente y Alba Carrillo.
Lo único que le quitaba de todos estos dolores de cabeza --excepto cuando tiene problemas de salud-- era el teatro. Desde el año 2020, el presentador compagina su faceta televisiva con la obra Desmontando a Séneca, dirigida por Juan Carlos Rubio, en la que rebate ni más ni menos que al mítico senador romano.
Temporada y final
No lo tiene fácil. Sobre todo, porque él comparte casi todas las reflexiones que el mítico orador escribió en Sobre la brevedad de la vida. Al menos eso es lo que dice.
Pese a tener aprendida la lección --lleva casi dos años con el espectáculo-- el catalán aterriza con miedo este 14 de enero en el teatro Reina Victoria de Madrid para hacer temporada durante dos meses y poner el punto final a este periplo. Semanas antes, conversa con Crónica Directo para hablar de la obra, las lecciones que extrae de ella, la televisión, la muerte y la salud mental.
--Pregunta: ¿Es fácil desmontar a Séneca?
--Respuesta: Lo que pasa con Séneca es como lo que te pasa con alguien que te dice muchísimas verdades y hay veces que duelen y no las quieres aceptar. Eso pasa con Séneca, que te da respuesta a una serie de inquietudes que tiene el ser humano, y que siempre son las mismas, y las soluciones siempre son las mismas, aunque pensemos que pueden cambiar con el paso de los años. Esa es la dificultad de desmontarlo porque las soluciones son las de siempre y uno se cree muy original y no lo es.
--Bueno, ustedes apuestan por hablar de Séneca desde la comedia por mucho que trate temas muy serios.
--Es una comedia muy divertida en un discurso muy bien preparado basado en el libro de Sobre la brevedad de la vida, pero luego toma unos vericuetos que yo no había pensado. De todas formas, se producen unos silencios brutales en el patio de butacas.
--¿Risa congelada?
--De todo se puede hablar con sentido del humor. Y a veces tampoco es tan necesario el sentido del humor, que está bien que vayamos al teatro a que nos remuevan sentimientos. Eso es lo que a mí me gusta, que me lleve algo.
--Entretenimiento y reflexión.
--Eso es lo que al menos intentamos.
--¿Cómo llegó a Séneca y a esta propuesta?
--Juan Carlos Rubio, que es el director de mis dos obras anteriores, me lo propuso como un monólogo con proyecciones y cosas. Lo primero que pensé fue: "¡ostras, qué aburrimiento!" (ríe). No me apetecía nada. Él me dijo que ambos estábamos en una edad en que uno se plantea qué es esto de la vida, qué significa vivir… Pero bueno, yo al principio nunca tengo las cosas claras y luego me dejo llevar cuando veo que la gente tiene talento. Y la respuesta del público está allí. Y cada vez que hago la representación es como una puesta a punto emocional, es como volver a colocar la mente donde tiene que estar.
--Igual que le sucede al espectador que le hace replantearse ciertas cosas, ¿le ha ayudado la obra a replantearse ciertos aspectos de su vida?
--Sí, me ha ayudado. La función debía estrenarse en Córdoba el 13 de marzo de 2020, al día siguiente se suspendió por lo que todos sabemos y, cuando la volvimos a recuperar en septiembre en Donosti, el texto decía unas cosas que habíamos pasado por alto y que adquirían un sentido brutal. Esa necesidad que tenemos nosotros de ordenar nuestra vida cuando en realidad nunca depende de nosotros.
--Y ahora aterriza en Madrid, con uno de los temas que trata muy en boga. Porque Séneca se suicidó y la obra pasa por ahí, al poco tiempo de conocerse el caso de Verónica Forqué y el debate sobre la salud mental. ¿Le da mayor importancia?
--Con todo lo que ha sucedido, sí. El texto dice: “En tus manos está una decisión en la que la opinión pública nada tiene que ver”. Y sigue: “Alguno dirá que he obrado con poco valor, otros que con temeridad excesiva”. Trato el suicidio y la muerte, que son temas como tabú, y creo que ponerte de perfil sobre esto no hace más que acrecentar el temor y miedo.
--Y saliendo de ellos. ¿Da miedo aterrizar en Madrid para cerrar temporada?
--Más del que pensaba e imaginaba.
--¿Por qué? La obra está muy rodada por España.
--No sé. Madrid es como revalidar de nuevo. Y no quiero dejarme llevar por algo que no sea el disfrute. Además en Madrid todo se vive muy intensamente y es llevado al extremo. Yo estoy en otro momento de mi vida, el de llegar al teatro, disfrutar y que las cosas que sucedan a mi alrededor me afecten lo menos posible.
--Difícil con esta profesión, ¿no?
--Ya, ya (ríe a carcajadas). Pero sé lo que significa un estreno en Madrid y me preparo psicológicamente.
--Además, ¿cómo lo va a compaginar?
--Es mucho más fácil de lo que parece y tengo una gran facilidad para combinar horarios. Son dos meses, es el final de la función y es mucho menos duro que una gira. Aquí duermes en tu casa, a 20 minutos del teatro… Las giras son más complicadas. Y este año ha sido especialmente duro. Llegar a los teatros con los aforos limitados. Llegar a los hoteles con esa tristeza… A mí se me ha quedado grabado la funda de plástico en el mando de la tele, los toques de queda, pedir la cena por Glovo… Quedará para contar a generaciones posteriores, pero no ha sido fácil.
--Y aún que la gente de los medios pudo continuar, pero es duro salir, ver todo vacío e ir a trabajar, en su caso, para entretener a la gente, ¿no?
--Sí, y hay que continuar y contar con aforos reducidos. Y quiero subrayar que la gente que llena los teatros genera mucha corriente de energía.
--¿Qué le empujó al teatro?
--Que era algo que yo siempre quise hacer en la vida y nunca me atreví. Lo hice cuando tenía mi vida profesional ya encauzada en la televisión y podía probar.
--¿Es también una vía de escape para salir un día de la televisión?
--No sabría qué decirte. Siendo honesto, para mí la televisión sigue siendo fundamental para hacer teatro. La gente me conoce por la televisión y mi público mayoritario es la gente que me ve en televisión. También pueden venir otras y llegarles a gustar, pero para mí es fundamental en este momento este apoyo.
--Bueno, pero habrá también el curioso.
--Ese público a mí me cuesta llevarlo al teatro.
--¿Cuesta mucho quitarse la etiqueta, es una losa a la hora de entrar en el teatro?
--La popularidad y la plataforma televisiva es un gran apoyo para entrar. Luego es verdad que a la gente la puedes engañar una vez, si no no te viene a ver, y esta es mi tercera obra. Pero, desde luego, a no ser que seas Lola Herrera, José Sacristán o Ana Belén es pico-pala, pico-pala.
--Para terminar. ¿Qué nos enseña Séneca?
--A mí lo que más me ha enseñado, y yo soy propenso a esas cosas, es a no imaginar otras vidas mientras estoy viviendo la mía y a perder ese tiempo. Esa sensación de 'ahora podría hacer esto, trabajar aquí'… y te olvidas de lo que realmente es tu día a día y qué es lo que te da satisfacción. Perdemos tanto tiempo imaginando otras vidas que imaginamos satisfactorias que nos olvidamos de disfrutar de la nuestra.
--¿Y hay algo que se le pueda rebatir?
--No estoy en nada en desacuerdo con él. O sea que soy muy Séneca (ríe).
--¿Es muy estoico también?
--Pues mira, con los años también he aprendido a serlo.
--Perdone que vuelva a una cosa que ha dicho usted antes. Afirma que es muy dado a perder el tiempo, pero está en varios programas de televisión, en la radio, en la tele.
--Sí, pero soy muy dado a perder el tiempo imaginándome otras vidas.
--¿Cuál es la que más imagina?
--Siempre está la idea de dejarlo todo. Eso es lo que más nos llama la atención.
--¿Y qué haría?
--Nada. Porque uno piensa en no hacer nada, enamorarse, ver atardeceres, pero eso no pasa. O sí, ¡qué se yo!
--Comenta que con Madrid pone fin a esta obra. ¿Hay más en cartera?
--Por ahora, no. Han sido dos años y a ver qué pasa. También ha sido una época muy complicada, con muchas cancelaciones, retrasos, cambios de fecha. También necesito un poco de estabilidad en mi vida.
--Además tuvo problemas con la voz, ¿cómo los lleva?
--No ha sido ni el mejor año, ni muchísimo menos el mejor trimestre de mi vida. Te diría que ha sido uno de los peores, sin lugar a dudas. Se han juntado varios factores que no han hecho que sea uno de los mejores de mi vida.
--Sé que hablamos de teatro, pero ¿cómo ve el futuro de 'Sálvame'? ¿Da para 15 años más?
--15 años más yo tendría 66 años (ríe a carcajadas). Cuando empecé en televisión yo decía "espero no retransmitir la boda de Paquirrín", y tiene ya tres hijos.
--Por último, y ahora sí. Usted se posiciona cada vez más políticamente. ¿Cómo cree que la política trata a la cultura?
--Ser artista, y no lo digo por mí, aunque yo me considero artista, aunque trabaje en la televisión, es muy difícil en este país. Pero no lo digo por mí, que tengo la suerte de trabajar en televisión. Yo conozco a gente con mucho talento que a los 30 años tienen que buscar un plan B porque no pueden vivir de esto. Solo el 10% de los actores puede.