Hablar de la Costa Brava es hablar de Begur. Una parada obligatoria para aquellos que no hayan visitado nunca la zona y para los que amen el mar. Porque a pesar de que el pueblo dé al interior, sus calas son un trozo del Caribe en Cataluña.

Sa Tuna, Sa Riera, Aiguafreda… el listado es largo, extenso y los resultados siempre son increíbles. Las playas de la zona son absolutamente un remanso de paz. De hecho, llegar en tren es imposible, debe hacerse en vehículo privado o bus.

Cómo llegar

El acceso a Begur pueblo es por carretera. Se debe ir por la AP-7, tomar la salida que va a Palamós y no abandonarla nunca, ni tan sólo al llegar a la altura del municipio en el que Truman Capote escribió A sangre fría.

La C-31 sigue hasta Palafrugell y de allí a Figueres, pero no vamos a llegar tan lejos. Antes, a la altura de Regencós, el conductor se desviará a mano derecha por la GI-653 en dirección a Begur. Aparcar en el pueblo o en las playas es decisión de cada uno, depende lo que se quiera ver (y la paciencia que se tenga).

Cala d'Aiguafreda EFE

El pueblo

Para aquellos que tengan tiempo o que no sean muy de playa, en Begur hay bastante por ver. Ya solo el empedrado de algunas calles de esta localidad de tan sólo 4.000 habitantes le dan un aire medieval que enamora. A esto, se le añaden algunas de sus casas indianas, aquellas que algunos excolonos españoles se hicieron construir cuando volvieron de las Américas. Quedan un total de 15.

Destaca también uno de los símbolos del municipio, la iglesia de Sant Pere y Santa Reparada. Datado del siglo XII, pero ampliada en el siglo XVII, el templo mezcla estilo tardo gótico con elementos renacentistas. Y si se preguntan por qué tiene el nombre de dos santos, se debe a que la santa fue traída vía marítima desde Roma y arribada en 1977 a la cala Sa Tuna. Desde entonces está guardada en la capilla. 

Las playas

Hablar de todas las calas que tiene Begur sería en vano. No por pereza, porque las palabras usadas nunca estarían a la altura de la belleza de todas y cada una de ellas. Sólo matizar que hay dos vertientes.

Si uno apuesta por ir por el camí de ronda dirección sur va a dar con playas como la ya citada Sa Tuna o Aiguafreda y, entremedias de cada una de ellas, la rocosa pero igualmente cristalina Cala Ses Vasques. Y ya, algo más alejada, está la de S’eixugador, presidida por un hermoso mirador y orientada al norte. Tal vez hay menos, y de más difícil acceso, pero acercarse a Sa Riera merece mucho la pena. Y ya, casi llegando a Pals, está una de las calas naturistas más bellas del territorio, la playa de l’Illa Roja.

Mirador de Carmen Amaya GOOGLE

Montaña

Y que no se preocupen los que son más de montaña, este pueblo gerundense cuenta con excursiones en las que uno se puede adentrar montaña adentro hasta llegar al castillo de Begur. Este icónico lugar, está emplazado al filo de un precipicio. Por el camino se pueden contemplar algunas de las paredes de la torre. La única que se mantiene en pie, pero desde la que se puede ver el Empordà y les Illes Medes.

Y quien quiera más aventura, puede ir de punta a punta para seguir teniendo vistas de la zona. Si cerca del castillo está el mirador de San Ramón, en el otro extremo y ocho minutos andando de allí está el de Carmen Amaya. Este punto es icónico por el homenaje a la bailaora de flamenco catalana más famosa e hija ilustre de Begur. Allí fue donde dio su último baile en 1963 con el objetivo de recaudar dinero para financiar la iluminación del castillo de su pueblo.

Dónde comer

Como ir de una punta a otra de Begur puede ser extenuante, nada mejor que parar un momento a comer algo. Y sí, el lugar también cuenta con lugares increíbles donde disfrutar de los típicos platos de costa.

Destacan por encima del resto Can Pere y el restaurante Turandot. El primero cuenta con un menú de 18 euros; el segundo, ascienda a 28. Ahora, sus platos valen la pena. Aunque si se busca un lugar con buena comida y vistas increíbles, el lugar es Es Furio de Fito.

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