La Costa Brava dio ayer la bienvenida al verano y, con él, a una temporada en la que se prevé la llegada de más turistas que nunca. La costa norte de Cataluña es uno de los destinos internacionales que sufren la masificación del turismo: su belleza natural, sus atracciones culturales y su gastronomía continúan atrayendo a millones de visitantes cada año, pero los empresarios y las autoridades locales luchan por encontrar la manera de ir hacia un turismo sostenible y de calidad que no dañe el equilibrio del ecosistema ni genere excesivas molestias a los vecinos.

Las fuentes consultadas consideran que, ante este reto, se ha tratado de mejorar la oferta de actividades para reducir la estacionalidad y atraer durante todo el año a visitantes procedentes de países lejanos, ya que gastan más y reservan estancias más largas, contribuyendo así a desmasificar el litoral de Girona al no depender tanto del turismo low cost. Es la apuesta clara de instituciones y empresas del sector; sin embargo, las crecientes restricciones medioambientales europeas a los vuelos de largo radio generan incertidumbre sobre si este modelo será viable a largo plazo.

Trabas a los vuelos largos

La Unión Europea ha decidido que las aerolíneas paguen más por contaminar, aunque de momento la normativa sólo se aplica a los vuelos dentro de la UE. La nueva regulación concede licencias de emisiones gratuitas a las compañías aéreas, pero estos permisos se reducirán en un 25% en 2024, un 50% en 2025 y se eliminarán por completo en 2026. Como resultado, se espera que las tarifas aéreas aumenten unos diez euros por billete de ida y vuelta.

El empresariado local subraya que el turismo de larga distancia se desplaza en vuelos que comportan emisiones contaminantes, sí, pero una vez en destino, "es un turismo sostenible". Esto se debe a que este tipo de visitante suele contratar actividades para disfrutar de la naturaleza --como las rutas de bosque-- que no suponen una excesiva carga para el medioambiente.

Hoteles de Lloret de Mar / PATRONAT TURISME COSTA BRAVA

Podría caer el turismo intercontinental

Jaume Dulsat, vicepresidente del Patronato de Turismo de la Costa Brava, reflexiona sobre la necesidad de "repartir mejor los turistas a lo largo del año y rebajar la estacionalidad". Destaca la importancia de ofrecer experiencias únicas y de calidad para los visitantes, en lugar de centrarse en aumentar las cifras. "No necesitamos más cantidad, sino un turismo que disfrute lo que hacemos y que valore la sostenibilidad", explica Dulsat, que propone un modelo con "menos turistas en agosto y más repartidos todo el año".

Es una estrategia interesante, pero se topará con obstáculos como la posible reducción de vuelos de largo radio. "La Unión Europea está a punto de aprobar un ajuste en la tasa al carbono y los vuelos internacionales tendrán que pagar esta tasa", afirma Pere Guerra, miembro de la junta de Pimec y director del Observatori d'Albanyà. "Esto podría frenar a los que vienen de Hong Kong o Estados Unidos. Todo el mundo piensa planes a diez años para captarlos, pero a lo mejor no vendrán, mientras que el turismo en tren irá aumentando", indica.

EEUU, un mercado clave

Judit Lloberol, gerente de Costa Brava Centre, añade una nota de optimismo a pesar de este desafío: "El turista americano viene mucho para hacer rutas en bici. Es verdad que la nueva tasa puede perjudicar, pero es un turista de alto nivel y fiel". "Se notó que estuvo parado durante el Covid, pero ahora está viniendo", señala.

Por su parte, Esteve Guerra, presidente de Empordà Turisme, recuerda que "el turismo de larga distancia viene a Barcelona y aprovecha para visitar la Costa Brava". "En agosto vienen americanos, pero tampoco los necesitamos porque en temporada alta todo el mundo llena. En temporada media, el público tiene que ser de proximidad, porque el americano no viene a pasar un fin de semana, pasa una o dos semanas".

Incertidumbre en el sector

Para el representante empresarial, más allá del papel de los visitantes estadounidenses y asiáticos en estos esfuerzos para captar visitantes de más larga distancia y alto valor añadido, "el gran ausente es el turista ruso, que es el que más gastaba, pero con la guerra de Ucrania se ha esfumado". "Está de forma residual, pero ya no es lo que era", lamenta.

La nueva tasa de carbono podría comenzar a tener efecto en tan sólo unos meses, lo que sin duda afectará a los turistas que optan por vuelos internacionales hacia la Costa Brava. La situación preocupa a los empresarios locales, que han estado tratando de atraer un turismo sostenible y de calidad durante años.