Durante los meses del invierno, buena parte de las mejores verduras de la huerta ocupan parte del protagonismo de las mejores recetas de esta estación. Es el caso la alcachofa, todo un emblema en regiones como Navarra, Murcia o la Comunidad Valenciana.
Un producto de temporada que se puede disfrutar en todo su esplendor hasta el mes de abril y que no son más que las flores de la alcachofera que todavía no se han abierto y que, además de su versatilidad en la cocina, resultan de lo más saludables.
Beneficios para la salud
La alcachofa (conocida en su nombre científico como cynara scolymus) tiene su origen en el antiguo Egipto y es una verdura de lo más apreciada en las mesas invernales gracias a un sabor a medio camino entre el dulce y el amargo. Una verdura que destaca por su poder antioxidante y antiinflamatorio, además de por contar con una buena fuente de fibra, minerales, vitaminas e hidratos de carbono por lo que su consumo resulta muy aconsejable en términos de salud.
Entre sus principales propiedades destaca, además, su efecto saciante, así como una capacidad diurética que contribuye a eliminar la retención de líquidos y toxinas. Al ser un alimento con muy pocas calorías, funciona como aliada contra el colesterol, aparte de ser perfectamente aconsejable cuando se sigue una dieta para perder algunos kilogramos. Por último, esta verdura es un excelente depurativo ya que estimula la secreción biliar y favorece la digestión de las grasas debido a su aporte de cinarina.
¿Cómo escoger las mejores alcachofas?
A la hora de ir a comprar alcachofas, resulta muy útil tener en cuenta estos tips para escoger aquellas que son mejores. En este caso, lo primero es fijarse en si se está en plena temporada (de octubre a abril) y, por tanto, desconfiar de aquellas que se puedan vender como frescas en pleno verano. También es aconsejable comprobar que sean producto nacional y que no estén colocadas ni amontonadas ni junto a frutas climatéricas como manzanas que despiden etileno.
Si la idea es escoger las más frescas y carnosas, mejor decantarse por aquellas que pesen más y que tengan un aspecto general compacto con las hojas prietas y juntas. También es aconsejable comprar las alcachofas que tengan un color verde homogéneo. Y una vez en la bolsa de la compra, nada de llevarlas al final de la misma aplastadas por otros alimentos o en contacto con congelados o productos de frío que puedan soltar humedad. Una vez en casa, o se guardan en la nevera directamente o se consumen lo más pronto posible.
En la cocina
Conocidas ya sus propiedades, es el turno de conocer algunos trucos para aprovechar la versatilidad de este alimento en la cocina. Así por ejemplo, los hay que las prefieren comer crudas. Eso sí, el trabajo previo en esta ocasión es clave: quitar la parte superior de las hojas hasta casi el corazón, cortarlas en láminas muy finas y pasarlas a un bol con agua con limón para que no se oxiden. Una vez bien secas, se les añade un poco de aceite, sal y pimienta y ya están listas para tomar.
Otra forma muy común de comer alcachofas es a la plancha o al horno. Para esta elaboración basta con quitar los tallos de las alcachofas y aplastarlas un poco por el centro para que se abran. Una vez listas se pasan a la bandeja del horno aliñadas con aceite de oliva, sal y todo tipo de especias que uno prefiera. Al cabo de unos 45 minutos o menos de una hora, en función del tamaño y la cantidad de las mismas, ya estarán perfectamente doradas y crujientes para servir en la mesa.
Mejores guisos con alcachofas
Como las alcachofas forman parte de buena parte del recetario de invierno, no es raro verlas también fritas, rebozadas o bien como la base protagonista de numerosos guisos de cuchara. Así pues, en el primer caso se hacen en forma de chips con abundante aceite de oliva y el fuego más bien alto; mientras que para rebozarlas basta con pasarlas por harina para echarlas más tarde a la sartén con cuidado de que se no haga demasiado el rebozado con lo que se quemarán por fuera y por dentro estarán crudas.
Y un clásico en la cocina, las alcachofas con jamón. Una receta para la que se quitan las hojas exteriores y las puntas de las mismas y se cortan en trozos antes de añadir a una cazuela con cebolla y ajo muy picado. Se rehoga durante 5 minutos moviendo de vez en cuando y, o bien se añade algo de vino blanco para darle sabor o un poco de salsa de tomate. Mientras, el jamón se estará haciendo en tacos pequeños en una sartén para, finalmente, incorporarlo a la verdura.