Oti y Mercè Camps son la tercera generación de una saga dedicada al arte

Oti y Mercè Camps son la tercera generación de una saga dedicada al arte Cedida

Creación

Mercè Camps, fundadora de Art Camps: “Es el momento de volver a apostar por Barcelona

La empresaria catalana, experta en arte moderno y contemporáneo, comparte con 'Mujeres en Crónica' sus reflexiones sobre el mundo del arte y el estado del panorama artístico y cultural en nuestro país

"Culturalmente hablando, no puede ser que no tengamos ni una feria del nivel que tiene Madrid", afirma

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De casta le viene al galgo, dice el refrán. Así es, Mercè Camps desciende de un linaje vinculado al patrocinio de las artes. Su abuelo, Gustavo Camps, fue un empresario textil y un entusiasta mecenas y coleccionista. Su padre heredó esta pulsión innata por la belleza, y Mercè simboliza hoy la continuidad de una exquisita sensibilidad donde confluyen el pragmatismo empresarial y el amor por la cultura y el arte.

Su patio de recreo fueron las salas de subastas y las galerías de arte. “Mi padre empezó a trabajar en la galería Dau al Set de Barcelona y con 30 años fundó Subastas Brok. Yo me crié en ese ambiente. Todo ese mundo me interesaba y me gustaba muchísimo. Creo que ahí empezó mi pasión”, cuenta a Mujeres en Crónica.

Estudió en Barcelona y pulió su formación en el Business & Arts y en la icónica sala de subastas Christie's de Nueva York. Allí descubrió todo un mundo de posibilidades que transformó, a su regreso, en Art Camps, una empresa especializada en compraventa, tasación y asesoramiento de obras de arte. Un proyecto en el que embarcó a su hermana gemela Oti Camps. En 2023 pusieron en marcha Standarte, una exquisita feria boutique de arte moderno y contemporáneo que, en apenas tres ediciones, se ha consolidado como todo un referente del circuito artístico madrileño. Siguiente parada, Barcelona.

En Standarte se dan cita prestigiosas galerías catalanas y del resto de España

En Standarte se dan cita prestigiosas galerías catalanas y del resto de España Cedida

Usted conoce en profundidad el mercado del arte español y el estadounidense. Imagino que no tienen nada que ver...

No, pero yo me fui allí hará 12 o 13 años. Entonces no era como ahora, ni tan tecnológico ni todo estaba tan conectado. Recuerdo que cuando estuve en Christie’s las subastas eran millonarias. La gente pujaba de millón en millón, claro, pierdes un poco la noción de la realidad. Los cuadros “normales”, los baratos eran de 500.000 dólares para arriba. Es algo realmente chocante y sorprendente. Yo tenía clientes muy jóvenes, entre 30 y 40 años, sobre todo del ámbito financiero que ganan dinero muy rápido. Eso no es habitual en España. Además, allí comprar y poseer arte da estatus social.

Recuerdo a un hombre de unos 30 años que había comprado un Damien Hirst, uno de los artistas más codiciados, y un amigo suyo me decía: “Yo lo quiero igual pero lo quiero más grande”. En España la gente joven piensa en comprarse un coche o hacer un viaje pero no tanto en comprar arte. Los estadounidenses tienen una mentalidad a muy largo plazo y saben que si compran ahora en unos años la pieza, posiblemente, se revalorizará.

Para ellos es un símbolo de estatus pero también una inversión...
Es un bien en el que invierten y además la gente que entre en su casa les dirá: ¡Oh, tienes un Miró”, lo pueden identificar. Aquí somos más normales. En el fondo venimos de un mundo culturalmente muy rico en el que siempre puedes encontrar muchas piezas de arte. Ellos, por ejemplo, a cualquier objeto que sea del siglo XVIII le dan un valor especial porque allí no lo tienen. Quizá por eso lo aprecian y valoran más.
Art Camps y Standarte, en cierta manera, son fruto de su experiencia en Estados Unidos, ¿cómo nació el proyecto?

Regresé un poco forzada. Me habría gustado quedarme pero con el primer gobierno de Rajoy subió el IVA aduanero del 7% al 21% de un día para otro. Yo entonces hacía de puente, compraba y vendía entre los dos países y se paralizaron todas las operaciones. Hice las maletas y regresé a Barcelona. Comencé a viajar por todas las ferias internacionales de arte europeas: Londres, París, Bélgica… Veía que fuera había muchas ferias especializadas. Por ejemplo, en Bruselas había tres ferias especializadas en arte africano y arqueología, ferias específicas para un tipo de cliente, porque al final el coleccionista quiere ver lo que le interesa y no un poco de todo. Hoy en día es mucho más exigente.

Comencé a hablar con galeristas, a plantearles diversas opciones, como la de una feria en Barcelona especializada en arte moderno y contemporáneo de primer nivel. Decían que debía centrarme más en Madrid porque a Barcelona, con toda la inestabilidad del procés, los galeristas de fuera de Catalunya no vendrían. El ambiente estaba demasiado caldeado y los medios de comunicación tampoco ayudaron. Mediáticamente se hizo mucho daño.

Finalmente decidimos hacerla en Madrid durante la semana de ARCO. Lo más difícil fue encontrar local pero luego todo fue muy rápido. La feria llevaba gestándose en mi mente hacía muchos años y de un día para otro arrancó, nos lanzamos, es la única manera.

¿Cree que han mejorado las condiciones en lo referente al ámbito artístico y cultural en Cataluña desde el procés?

Sí, de hecho la idea es celebrar Standarte también en Barcelona porque a día de hoy la ciudad no tiene ni una sola feria de arte moderno importante. Hay alguna de arte contemporáneo pero ninguna como Antiquaris que era la feria más importante que había en España.

Estamos viendo que ahora se está apostando otra vez por la cultura, lo que pasa es que llegar hasta los responsables institucionales del ámbito es muy complicado. De momento hemos mantenido varias reuniones con el Ayuntamiento de Barcelona (...) Creo que si Barcelona está comenzando a despuntar de nuevo es el momento de volver a apostar por Barcelona. Culturalmente hablando, no puede ser que no tengamos ni una feria del nivel que tiene Madrid. Por eso la idea es que el próximo año Standarte esté en Barcelona. Estoy muy contenta.

¿En qué fase está el proyecto?
Estamos en ello. Estamos buscando espacios. El problema de Fira es que empiezan unas obras muy importantes en el recinto de plaza de Espanya que se prolongarán bastantes años y el cliente que compra arte no quiere irse a L’Hospitalet, quiere estar en el centro. Bueno, hay que seguir buscando e intentando que nos apoyen también las instituciones y los organismos correspondientes porque se necesita.
¿En Madrid les facilitaron el proceso?
En Madrid hay muchas ventajas y ayudas, Si pueden, fomentan que vayas, que hagas negocio. Aquí queremos encontrar también un hilo del que tirar. Al menos que las instituciones anuncien que habrá una feria porque eso nos dará mucha visibilidad. Mira la exposición de Botero en el Palau Martorell, estaba a reventar todos los días porque a la gente le interesa, le gusta el arte.
La ilusión de Mercè Camps es poder celebrar una feria de arte de primer nivel en Barcelona

La ilusión de Mercè Camps es poder celebrar una feria de arte de primer nivel en Barcelona Cedida

Barcelona tiene una tradición cultural extraordinaria pero ha dejado morir iniciativas como la Primavera Fotográfica, todo un referente del sector que luego nos “apropiamos” nosotros con PhotoEspaña
Pero porque al final en Madrid hay una visión más amplia y además cuando eres capital tienes mucho tirón. Creo que aquí con tantos cambios de gobierno, con tantos problemas políticos internos, se han abandonado muchos asuntos. Y Madrid, muy inteligentemente, ha apostado por la cultura y ha arrasado con todo porque ha estado centrada donde debía estar.
Si finalmente sale adelante la feria en Barcelona, ¿dejaréis Madrid?

No, haríamos ambas. Standarte, la feria boutique, seguirá en Madrid porque funciona, al cliente le gusta, hemos luchado mucho y los galeristas quieren mantenerla. En Barcelona sería un proyecto más ambicioso porque hay mucha gente interesada. Sería más grande, con más diseño y obra gráfica para quienes estén iniciándose en el coleccionismo. Somos realistas, no puedes montar una feria únicamente para el que pueda comprar un Picasso, un Miró o un Antonio López de un millón de euros.

Queremos fomentar que el público vuelva a las ferias, que amen el arte, que puedan coleccionar un dibujo, un grabado, una fotografía, una pequeña pieza. Que encuentre algo que le motive a iniciarse poco a poco en el coleccionismo. Al final la cultura es educación y cuanto más educas y más opciones ofreces, mejor. La idea es tener siempre un día de puertas abiertas para que el acceso no sea en sí mismo un impedimento, queremos ser accesibles. Obviamente habrá cuadros y piezas importantes para el cliente que los quiera pero también para otro tipo de público, seguramente más joven. Pero si no invertimos en cultura, complicado.

¿Cuál es el perfil del coleccionista español?, ¿se sigue percibiendo como algo elitista?
Sí. Yo diría que, a día de hoy, al menos en el segmento al que nosotros nos dedicamos, el coleccionista sigue siendo una persona de alto poder adquisitivo. Normalmente son empresarios de entre 50 y 80 años. Además, en general, el coleccionista lo lleva siendo muchos años. Es raro encontrar jóvenes que de repente hayan ganado mucho dinero y te compren un cuadro. Esto en España no es habitual. El coleccionista suele ser muy fiel y todos sabemos, más o menos, quién compra y quién no. En general, diría que es un círculo muy elitista y cerrado.
El mercado del arte se mueve por tendencias, ¿qué se está comprando ahora?

Si hablamos de arte contemporáneo hay varios artistas, como Edgar Plans que fuera es muy cotizado desde hace tiempo y ahora aquí, el público más joven (hablamos de 45 años para adelante), se empieza a interesar. Pero primero han tenido que triunfar fuera. En España no somos pioneros en valorar nuevos artistas.

Nosotros, como nos dedicamos principalmente al arte moderno, los artistas están muy cotizados: Picasso, Miró, Dalí, Tàpies, Barceló, Warhol… autores que siguen teniendo mucho tirón y un aguante extraordinario en el mercado. Eso al cliente le gusta mucho.

¿Qué opina sobre la actual propensión de revisar las colecciones de arte para eliminar posibles sesgos etnocéntricos y de género?
Creo que no es necesario. Creo también que muchas veces necesitan demostrar que se están haciendo cosas. Al final una colección está viva por sí sola. El arte está colgado y la gente tiene que disfrutarlo. Por ejemplo, a nosotros en las ferias nos preguntan si no tenemos artistas mujeres. Podemos tener obra de Leonora Carrington, de María Moreno, pero realmente no es necesario, el cliente no lo pide, es más un tema político.
Pero sí es verdad que hay demasiadas mujeres en el arte y otros ámbitos que han sido silenciadas
Sí, claro, pero nosotros hablamos de una época en la que la mujer no tenía cabida, en ese contexto social concreto me refiero.
Cierto, pero tampoco está de más reivindicarlas ahora
Por supuesto, me parece bien. Pero nosotros, al final, nos dedicamos a la venta y el que compra busca artistas reconocidos. Posiblemente en una feria de arte contemporáneo sí los puedes encontrar porque es su sitio. En nuestro ámbito es muy difícil que una artista se revalorice mucho si antes no se pagaba. Luego, por ejemplo, hay autoras como Dora Maar que siempre han tenido cabida, valor en el mercado, cotización, y ha sido siempre muy codiciada, al margen de ser la pareja de Picasso. Para mí, es la mejor fotógrafa del surrealismo. Por tanto, hay artistas que sí tuvieron hueco, pero también hay que decir que eran muy avanzadas. Es cierto que no lo tuvieron fácil, pero es el momento que vivieron y artísticamente era un contexto complejo, mucho más complicado, no se les daba el mismo valor. Y sí, por supuesto que está muy bien reivindicar a las artistas, pero las nuevas artistas deben tener calidad.
Estoy de acuerdo, se debe reivindicar la calidad, no el género o la procedencia. A menudo vemos exposiciones, digamos, un tanto forzadas para encajar en lo políticamente correcto

Exacto, y eso está creando controversia. Es decir, como se está hablando tanto de feminismo y quieren meterlo en tantos ámbitos, a veces se nota que está forzado y consigues, justo, el efecto contrario.

Claro, si hablamos de una exposición de Frida Kahlo, de Dora Maar, de Leonora Carrington, de según qué artistas, no tienes que vender nada. Pero hay muchas exposiciones a día de hoy que están, por decirlo de alguna manera, metidas con calzador. Se quiere reivindicar todo con prisas aprovechando el boom feminista, que en muchos aspectos me parece perfecto, pero no creo que todo valga.

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