
La actriz a Mercè Arànega Barcelona
Mercè Arànega, sobre su funeral: "Yo no quiero ceremonias, las fiestas hacédmelas ahora"
La actriz catalana confiesa: "Jode que se haga negocio con la cultura, sobre todo cuando es pública"
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Mercè Arànega vive en el teatro. Al menos, así parece. Está hasta el 13 de julio en el Teatre Borràs de Barcelona con Mesures extraordinàries y cuando acabe, en noviembre, empieza a preparar otra obra, más los bolos que tiene pendientes de esta obra y otra pendiente. Y en 2026 va a hacer otra con Magda Puyo.
No se detiene. Para ella eso de que la edad juega en contra de las actrices no aplica, pero matiza rápidamente. “Hay un momento complicado, que es entre 40 y algo, los 50 y hasta los 60. Ese momento es más complicado que ahora”, detalla. “Yo lo viví”, asegura.
“Desde los 60 he vuelto a tener mucho trabajo. Ahora tengo un volumen de trabajo mucho más grande que el que tenía hace 10 años”, se alegra. En cualquier caso, recuerda que “a los hombres eso no les pasa”. No lo de tener más trabajo a los 60, sino que su carrera interpretativa no sufre esos altibajos, asevera.
En cualquier caso, Arànega vive una época dorada. Se la ve radiante. Recibe a Crónica Global una hora antes de que empiece la representación de Mesures extraòrdinaries, y está exultante, vigorosa. Entra en la platea decidida. Y en el escenario, también.
La actriz interpreta a una mujer cuyo marido ha muerto y ha delegado el funeral en su hijo, pero tienen un problema: no hay dinero para pagar el entierro. Su hijo se lo trata de ocultar junto a su nieta y todas las medidas e ideas que tienen son tan extraordinarias como desesperadas.
La obra no deja de ser el retrato de una precariedad existente que hace imposible incluso despedir a los seres queridos, pero también de cómo esta sociedad es capaz de hacer negocio de todo y con todo, también con los muertos. Así lo cuenta Mercè Arànega en este breve encuentro.

Entrevista a Mercè Arànega Barcelona
- ¡Menuda entrada la del personaje en la obra! Su primera aparición es estelar.
- Sí, y cada vez que salgo es para montar el cirio. (Sonríe).
- Pero cambia mucho durante la obra. Parece muy tradicional, pero luego tiene una mente que se adapta a los tiempos.
- No sé, es que es curioso. Quizás la definiría como una mujer que, por educación, está aferrada a las tradiciones de toda la vida y todo ha de ser como ha de ser y los entierros han de ser de una cierta manera. Pero, en realidad, es solo por cómo ha sido educado, porque cuando se plantea el problema de hacer las cosas desde otro lugar, se apunta. Es de aquellas que se apunta a un bombardeo.
- Pero, claro, primero le cuesta.
- Le cuesta porque aquí hablamos de un funeral. Estas cosas muchas veces se hacen más por lo que dirán que por lo que uno necesita. De hecho yo creo que ella se da cuenta, hay un momento que dice: “a un funeral no se va por el difunto, se va para acompañar a los que nos hemos quedado vivos”. Y, claro, para ella es como una fiesta. Y no quiere que se la nieguen.

Entrevista a Mercè Arànega Barcelona
- Sí, pero es como curioso, ¿no? Porque, si uno es tradicional, uno debería ir para llorar o para acompañar a los muertos, pero finalmente se acaba convirtiendo más en un evento, casi como las bodas, ¿no?
- Sí, claro. Incluso a veces duele a los ojos. Porque, vas a un entierro, ves gente que no veías, y te empiezas a saludar, a dar besos, a abrazar. Y piensas “pero si está allí el muerto”. En realidad, es un acto social en realidad.
- ¿Pero cuánto cuesta cambiarlos?
- Depende del país. El otro día veía imágenes de Ghana, ¡y no veas la fiesta que representa la muerte! Todo el mundo baila y bebe. Depende de dónde se está, la muerte se vive de una manera o de otra. Y aquí creo que todavía la vivimos de una manera muy judeocristiana, con golpes y dolor de corazón. ¡O lo hacemos ver!
- De todos modos, cada vez hay más gente que quiere que su entierro sea una fiesta de despedida con buen rollo. Parece que está cambiando. Claro, cada vez también mucha gente nos hemos alejado mucho de la Iglesia, o de las normas de la Iglesia católica.

Entrevista a Mercè Arànega Barcelona
- Pero usted, esta tradición judeocristiana que dice, ¿cómo la ve?
- ¿Yo? Yo lo veo fatal. Yo no quiero ceremonias. Quiero que la que gente que quiere me recuerde y ya. O sea, las fiestas hacédmelas ahora, por favor. Porque después no estaré. Aunque esté de cuerpo presente, yo no estaré. Por lo tanto, me da igual la fiesta que venga después. Todo lo que quieran hacer, que lo hagan ahora.
- Pero ahora no vamos a hablar de eso, sino de cómo la obra, con mucho humor, retrata temas sociales candentes. La principal de todas es la precariedad: una familia no puede pagarse el entierro de un familiar. Y es que parece que morirse cuesta.
- ¡Hombre! ¡8.000 euros en este caso! Es que es muy fuerte. Además, hay gente que paga los muertos, como se dice comúnmente, y luego no te entra nada. Y te toca pagar más y hay gente que no puede.
- Por eso las universidades están llenas de muertos, porque hay gente que no puede pagar y los dona a la ciencia, ¡y ya no los quieren! Ya no te lo aceptan. Igual si eres una persona joven, pero es que ¿dónde ponen tantos sino?

Entrevista a Mercè Arànega Barcelona
- ¿O sea que es un caso real, lo que se cuenta la obra?
- Sí, eso es real. No me acuerdo dónde era, pero hay un club donde la gente va, se encuentra, habla, escucha música y construyen su propio ataúd. Lo pinta, pone cosas que le gustan. Es decir, se va haciendo poco a poco, escribe poemas… También lo encuentro demencial, pero, mira, cada uno utiliza el tiempo como quiere o como puede.
- Bueno, pero volviendo a lo que decíamos antes. ¿Cómo puede ser que si el entierro, en la tradición católica es un acto de recogimiento, se lucre con él, que hagan negocio?
- Pero Joan, ¿qué se escapa al negocio actualmente? Dime alguna cosa que no se escape al negocio. Pero sí que se hace negocio. ¡Hasta el cura! Que dicen que es una donación, pero si lo quieres quitar, no te dejan.

Entrevista a Mercè Arànega Barcelona
- ¿Y en la cultura también hay negocio o se salva?
- Evidentemente que hay. Primero, porque hay teatro privado, pero cuando hay teatro público también. Cuesta escaparse del negocio. Está en todos lados. En el teatro privado es normal que haya negocio, pero en el público también, aunque tal vez en menor medida, pero bueno, también es normal. También es cierto que tiene el mismo derecho a hacer negocio el que se dedica a hacer calcetines que el que hace entretenimiento.
- Lo que jode es que se haga negocio con la cultura cuando es pública, cuando es cultura que va hacia el pueblo. Entonces, sí jode.