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Nuno Crato se ha convertido en un referente en la defensa de la calidad educativa tras haber llevado a Portugal a alcanzar sus mejores resultados en el informe PISA durante su mandato como ministro de Educación entre 2011 y 2015. El matemático, profesor e investigador luso acaba de publicar Apología del libro de texto, una obra sobre “cómo escribir, elegir y utilizar un buen manual”, con la que reivindica la importancia de esta herramienta para garantizar una buena enseñanza: tanto para los alumnos y profesores como para las familias.

La obra de Crato llega en una época en la que, según advierte su editorial (Narcea), “sorprende” ver el “deficiente uso” de los libros de texto “en algunas escuelas y entornos educativos". O incluso "su abierto rechazo" por parte de “ciertas corrientes pedagógicas”. Un fenómeno que, añade, "pudiera no ser tan extraño si la educación disciplinar y el éxito académico se postergan y, en beneficio de determinadas orientaciones ideológicas, se desestiman como elementos para el logro de una cultura amplia y un aprendizaje profundo”.

De la defensa del libro de texto como medio imprescindible para organizar y estructurar bien la enseñanza y transmitir los conocimientos se habló en la presentación de la obra de Crato en la facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona (UB) el pasado viernes. Un acto organizado por Fundació Episteme en el que, además del autor, intervinieron otros docentes y representantes del ámbito editorial.

Preocupación por las nuevas pedagogías

En el mismo se abordaron cuestiones relacionadas con la actualidad educativa, marcada en los últimos tiempos por la introducción de nuevos sistemas pedagógicos y un empeoramiento de los resultados de los alumnos de países como España, según estudios internacionales recientes como el de PISA.

La preocupación por esa “huida del conocimiento” -según palabras de Crato- estuvo muy presente en el ánimo los ponentes. Para afrontarla, hubo una coincidencia generalizada en reivindicar como soluciones la recuperación de métodos de enseñanza basados en el estudio y en conocimientos sólidos -en vez de en competencias y proyectos-; en mejorar el nivel de los contenidos y de exigencia a los alumnos; en evaluar su aprendizaje mediante pruebas y exámenes; y en potenciar el libro de texto como herramienta imprescindible para la educación. 

Para ello, los ponentes fueron unánimes en pedir que se definan currículums educativos claros y de calidad, bien estructurados y exigentes. Algo fundamental para elevar el nivel de la enseñanza y, también, para poder elaborar buenos libros de texto.

El libro de texto como “introducción a la lectura inteligente”

Otro de los aspectos cuestionados en la comunidad educativa es el de la digitalización de las aulas, y cómo se ha llevado a cabo en países como España. En el caso concreto del libro digital, Crato destacó en el acto que “el libro en papel es más eficiente” para aprender bien las materias. Y es que el libro de texto es, también, "una introducción a la lectura inteligente”, advirtió el autor.

La misión de los manuales, añadió, “es transmitir conocimientos y que el lector los entienda y se interese en estudiar”. Para ello, es necesario que sean “estructurados y organizados, estar bien escritos y tener un lenguaje claro”. No en vano, su función es que los alumnos entiendan y aprendan bien. Y, también, servir de base en las evaluaciones: “Cuando un alumno lee lo mismo varias veces porque hay un examen, eso es una inducción al conocimiento”.

Unas funciones que convierten al libro de texto en una herramienta imprescindible e insustituible, por más que nuevas pedagogías tiendan a relegarlos a un segundo plano. Así, los ponentes destacaron cualidades como su capacidad de aumentar la concentración y memorización a largo plazo de los alumnos, relacionar conocimientos y evocar lo aprendido. Y poder elaborar con ellos, por ejemplo, subrayados y resúmenes.

Los editores y las diferentes versiones para las autonomías

Eso, en cuanto a los contenidos del libro de texto. Por lo que respecta a su edición y distribución, el caso de España presenta una particularidad: la multitud de versiones a causa de su organización territorial.

Así lo apuntó José Moyano, presidente de la Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto (Anele), quien destacó la multitud de manuales diferentes que se elaboran en España: “Admiro el trabajo de Crato en Portugal, pero no sé si aquí sería posible, porque a menudo tenemos que hacer 17 versiones diferentes de una misma asignatura. ¿Eso tiene sentido? En España, el currículum tiene un porcentaje importantísimo cedido a las autonomías”, apuntó.

Algo a lo cual añade otro factor: “En este país, hay 17 sistemas de adquisición de los libros; incluso a través de estatutos como el de Andalucía, que en su artículo 21 recoge el derecho a la gratuidad de los libros. Esto genera mucha complejidad”. Y, según Moyano, también una falta de supervisión estatal: “Los editores estaríamos encantados en que hubiera una acreditación, pero la supervisión no existe, sólo hay en algunas autonomías”.

Cambios de leyes educativas en España

Al igual que otros ponentes del ámbito de la docencia, este representante editorial destacó su exposición a los numerosos cambios legislativos en materia educativa: “Con las ocho leyes distintas que han habido en España en las últimas décadas, los cambios en la edición de los libros de texto también han sido significativos”, destacó.

A esta cuestión se refirió también Francisco López Rupérez, director de la cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela, quien demandó “seguridad jurídica” a la administración, y que haya confianza y colaboración entre las autoridades educativas y los editores.

Ausencia de una política europea común

Rupérez, asimismo, se mostró partidario de “caminar hacia una política europea común, con unos ejes directivos elaborados”. Y recordó que el informe para mejorar la competitividad de la UE elaborado por Mario Draghi el pasado mayo ya alertaba sobre la necesidad de tener una educación de alta calidad e inclusiva.

Al respecto, Crato comentó que, a diferencia de en otros ámbitos, la UE no tiene una política educativa común, y sus directivas comunitarias son muy generales y no obligatorias. De manera que cada país de la UE acaba actuando a su manera.

La “contaminación” del aprendizaje por competencias

Ello parece haber derivado en una rebaja de la calidad educativa, coincidiendo con la implantación de nuevos sistemas pedagógicos basados en competencias. Algo que también preocupa a Crato: “La sociedad europea y occidental está contaminada por esa idea, es un debate muy largo”, apuntó.

A su modo de ver, las competencias no deben ser la base de la enseñanza y sólo podrían ser útiles cuando antes se ha adquirido un buen conocimiento previo, pero no al revés. Algo en lo que también coincide López Rupérez, según el cual, el enfoque inicial de la educación por proyectos de “mejorar las habilidades cognitivas” de los alumnos se ha “deformado” y desvirtuado por completo. Hasta el punto de que lo que se hace ahora en el sistema educativo en España, donde el sistema competencial se han generalizado en todos los cursos y asignaturas, es “un disparate”, y “no tiene nada que ver con la forma como se concibió en la OCDE” hace dos décadas.

Nuno Crato, el profesor Francisco López Rupérez y Mónica González, directora gerente de Narcea Ediciones, en la presentación de 'Apología del libro de texto' en la UB Xavier Massó (@XmaSecundaria / X)

Una opinión que comparte David Rabadà, profesor de Ciencias Geológicas y divulgador científico, según el cual “decir que el alumno aprende por sí mismo con las competencias no es cierto. Eso es ideología”. “El libro de Nuno Crato habla de cómo aprenden los humanos: en base a conocimientos previos y de evocar lo que has aprendido. Así lo asume el cerebro”, agregó.

Irene Rigau y la digitalización

Entre los asistentes al acto de presentación del libro de Crato en Barcelona se encontraba Irene Rigau, exconsellera de Educación de la Generalitat desde 2010 a 2016, quien durante su intervención como público recordó el cambio que supuso la implantación de la LOGSE a partir de los años 90. 

Esa ley educativa, a su juicio, cambió un modelo centralizado con un mismo currículum para todos, similar al francés, por otro que dio pie a “currículums abiertos y, en Cataluña, al arraigo de las teorías del constructivismo”, según las cuales “el alumno construye su conocimiento”. Un fenómeno que, a su juicio, ha relegado al libro de texto –una herramienta que ve imprescindible- a un segundo plano, y creado confusión sobre cómo se aprende y la función de los docentes.

Rigau, en este sentido, dijo haber abortado durante su mandato un plan de sustitución de libros por ordenadores en las aulas. Al igual que otros ponentes, la exconsellera expresó sus recelos hacia el sistema competencial y destacó la importancia de los libros de texto y “de aprender a leer y escribir bien”. Al tiempo que lamentó la “limitación” que supone que la sociedad no pueda conocer los resultados académicos de cada centro, lo cual abre las puertas, a su juicio, a que se permita “cualquier innovación” y falten “mecanismos de control”.

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