La filmografía de Pau Teixidor tiene una clara conexión con el pasado. Su primer corto, Cunetas, lo hizo evidente, pero incluso en sus películas más de género como Leyenda o Purgatorio, hechos y seres de otro tiempo se aparecen a los protagonistas para recordarles de dónde vienen y en qué se han convertido.
Su último film, Alumbramiento, presentado en el BCN Film Fest de Barcelona, es un regreso al origen. A esa España de Cunetas, a ese pasado que parece quererse olvidar o, al menos, no tocar demasiado.
La cinta del catalán nacido en Madrid retrata unos hechos que son conocidos por muchos pero del que poco se habla: los niños robados y la implicación de la Iglesia en estos terribles secuestros. Para ello, no le hace falta viajar al franquismo, como muchas otras películas han hecho, basta con ir a la España de la Transición.
Sí, entrada la democracia, todavía había órdenes religiosas que vendían como favor el secuestro de los hijos no deseados por las familias, que no tanto por las madres. Historias tan duras como documentadas y en las que, aunque cueste creerlo, la Iglesia jugaba otro papel.
El film de Teixidor no condena a las madres que accedieron a hacer eso, tampoco pretende mostrar a la Iglesia como un ente que sólo hace el mal, aunque no lo niega. Muestra esas dos caras, sí, porque aquí no se trata de condenar, sino de mostrar una realidad de la España democrática que no se quiere ver.
Crónica Global habla con el realizador para conocer de dónde surge la idea de rodar Alumbramiento y qué papel tiene el cine a la hora de poner el foco en historias que se quieren mantener en la oscuridad.
- Usted ya venía abordando el tema de la Guerra Civil desde hace tiempo. ¿Qué le hace decidirse por esta historia y convertirla en un largo?
- La semilla de esta historia nace en 2014 cuando vi un reportaje sobre este tema en la televisión y me hice la reflexión de cómo podía ser que teniendo 32 años nunca hubiera oído hablar de este tema. Cuando investigué un poco, vi que no había ninguna película que hablara de esto y pensé: "Ostras, quizás aquí hay una posible película". Y con el paso del tiempo, en algún momento ya decido comenzar a desarrollar cuál sería mi próximo proyecto y me pareció que era un tema de mi interés. Me interesa mucho la historia de España, el tema de la memoria y la memoria histórica y me pareció que si no la hacía yo, alguien la haría.
- Han pasado 10 años desde que la pensó, han pasado películas en medio, ¿tanto cuesta sacar adelante una película?
- Sí, cuesta mucho. Cuesta mucho cuando no eres un director o directora muy consagrada. Es difícil. Siempre hago la analogía de que el pastel es muy pequeño para la cantidad de gente que queremos comer de él. Se han de trabajar y desarrollar muy bien los proyectos, desarrollarlos, ser muy tenaz y tener mucha tenacidad.
- En este caso el material a trabajar es la memoria o el pasado. ¿Es un buen material para trabajar? ¿Qué le encuentra?
- La memoria es muy maleable. Un mismo hecho puede ser visto de muchas maneras diferentes por diferentes personas, porque las memorias de cada uno son diferentes. Solo esta idea ya es muy sugerente. Pero en este caso, el tema del pasado tiene una importancia capital en el conjunto de la historia, porque estamos hablando de unos hechos que ocurrieron en los años 80, pero en España han ocurrido durante décadas y que tienen sus consecuencias en la actualidad. Hablamos de unos hechos que pasaron hace 40 años, pero las preguntas de por qué pasaron y dónde están aquellos bebés y aquellas mujeres, nos las seguimos haciendo hoy.
- En cambio, decía que es un tema del que no se habla mucho. ¿Por qué cree que sucede eso? ¿Es porque la democracia avanza y se quiere hablar de otras cosas? Porque la cinta pasa ya en el periodo democrático.
- Creo que es una cuestión que ha estado oculta en la sociedad durante muchos años y que, cuando comenzó a salir a la luz, fue durante la década de 2010. Los temas tardan un tiempo en llegar a la sociedad, especialmente cuando están ocultos, cuando no hay pistas, cuando no hay huellas, cuando no hay demasiados hilos de los que tirar. Precisamente lo que se ha hecho es borrar todas las pruebas posibles para que no se pudiera descubrir. Una vez estos temas aparecen en la sociedad, esta tarda un tiempo en procesarlos, especialmente cuando tienen una magnitud tan grande y han estado ocultos tanto tiempo.
- Además, tal y como muestra en la película, la Iglesia tuvo un papel crucial. No sólo participaba de ello, con el entramado que tejían, sino que también se las ve dar refugio y hogar a unas niñas rechazadas por la propia familia y ajenas. ¿Cómo se planteó mostrar esa Iglesia?
- Bueno, la película muestra dos realidades. Muestra Peña Grande, que estaba regentada por cruzadas evangélicas, que son un tipo de monjas en concreto. Pero la película las muestra, al fin y al cabo, como trabajadoras sociales que deben mantener un poco el orden y cuidar de estas chicas. Luego están las otras monjas que trabajan en una maternidad privada, que son, de alguna manera, las que llevan a cabo todo este tema de los robos. En cualquier caso, la película no intenta juzgar de manera excesiva ni posicionarse excesivamente a favor ni en contra de nadie. Creo que lo que hemos intentado es exponer los hechos, unos hechos que están basados en documentación, en muchos relatos y en muchas historias. Pero no hemos intentado cargar las tintas contra nadie, sino simplemente exponerlo para que todos puedan sacar sus propias conclusiones.
- Y muestra realidades durísimas. Una de ellas es las madres que presionaban a sus hijas para ocultar sus embarazos y entregar a los bebés.
- Una de las cosas que más me decían las mujeres con las que me entrevisté y que pasaron por todo esto, era: "Pau, tienes que ponerte en aquella época". Porque visto desde el presente, es muy difícil entender muchas de aquellas actitudes. En ese momento, en los años 80, la Iglesia, las monjas, tenía un poder. Las maneras que tenían de abordar a chicas adolescentes desamparadas, sin un apoyo familiar ni social, hacía que fuera mucho más fácil ceder ante esas presiones. Por otra parte, entre su situación, lo que ellas pedían y la presión a la que eran sometidas, les hacían creer que era bueno para el bebé y para esas mismas madres. Cada caso tenía sus propios motivos.
- Pero no sólo afectaba a gente de pocos recursos. En la película se muestra que también caían en estas trampas chicas y madres de la clase alta.
- Es correcto, sí. No solo las chicas, las mujeres que venían de un estrato social más bajo se vieron perjudicadas por todo esto. Ocurrió con todo tipo de mujeres y con todo tipo de familias. La clase social no era un hecho fundamental, aunque sí que el grueso mayor eran las que venían de un estrato social más bajo, pero no era exclusivo, digamos.
- Con esta temática, el rodaje en la sierra y un casting tan joven ¿ha sido fácil el rodaje?
- Es una película muy difícil de hacer, es una película independiente, de época, con un casting complejo, con muchos elementos que nos daban poco tiempo para rodarla. Ha sido una odisea sacarla adelante, pero creo que todos han empujado mucho. Ha habido mucho interés por parte de mucha gente y muchos agentes implicados en sacar adelante esta peli. El proceso de casting fue largo y duro, porque estuvimos viendo chicas por toda España hasta que encontramos a este grupo de seis chicas que son muy buenas. Y lo que nos hizo decidirnos por ellas, con este grupo de seis, no fue solo su talento interpretativo, sino que como grupo, nos gustaba mucho lo que se formaba. Y eso fue fundamental a la hora de escogerlas. Conectábamos mucho con ellas.
- ¿Qué fue lo más duro?
- Lo más difícil ha sido que es una película muy ambiciosa en términos de la cantidad de escenas y acciones que pasan en diferentes decorados. Es una película en la que todo el tiempo están sucediendo muchas cosas en muchos lugares. Hay muchos decorados, muchas localizaciones, y el hecho de tener un presupuesto limitado y poco tiempo de rodaje nos obligaba a comprimir las jornadas de rodaje de una manera muy bestia. Empezábamos a las 7, teníamos 3 horas para ir a un descampado, luego teníamos que ir a un piso y después con la densidad de energía que requieren las escenas. Íbamos todo el día así, sufriendo muchísimo para sacar adelante cada jornada.
- Y, allí, en medio de tanta crudeza, hay un rayo de luz. Un baile de las chicas.
- ¿Sabes qué pasa? Llegó un punto que con Lorena Iglesias, que es la coguionista, nos dábamos cuenta de que la historia que estábamos contando era tan dura que, de forma natural o intuitiva, nos salió crear una estructura o un guion en el que hubiera algunos elementos luminosos. También queríamos hacer una peli que fuera muy accesible para todo el público, que pudiera ir desde adolescentes hasta personas mayores, y para lograrlo, si haces una peli excesivamente dura, a veces cierras un poco las puertas para abrirla mucho al público. Nosotros queríamos abrirla y que fuera para todos.
- ¿Qué espera de ese público?
- Nosotros nos hemos limitado a hacer la peli y todo lo que pueda generar después y cómo la pueda recibir la gente será maravilloso. No se puede pretender nada, lo digo desde una cierta humildad. Ojalá ayude a abrir debates, pero tampoco está en nuestras manos. Nos gusta pensar que la gente o la sociedad, si les gusta y les interesa la película, se la hará suya. El film da esas herramientas, abre esas preguntas y ofrece una serie de elementos para quien quiera adentrarse en lo que habla. Esperamos que la gente lo haga, pero no sabemos qué pasará.
- Usted que ha trabajado estos últimos años con la memoria y el pasado, ¿cree que el cine juega un papel, no sé si clave, pero para recordar aquello olvidado, aunque sea?
- El cine y las películas pueden tener muchas funciones, y una de ellas es esta: fijar en un punto una serie de temas, una serie de historias, una serie de personajes, dejarlos fijos de una manera determinada y que queden para el recuerdo. Las películas son capturar momentos, historias, personajes, para que queden o perduren durante un tiempo para quien quiera verlas. Entonces, sí que hay un poco de eso que dices. Nos parece que es bonito que sea así.
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