La fotógrafa Montse Santamaría junto a una de sus imágenes

La fotógrafa Montse Santamaría junto a una de sus imágenes MONTSE SANTAMARÍA

Creación

“Cuando formas parte de una familia en la que hay un gran fotógrafo los otros no sirven”

La Sala Muncunill de Terrassa dedica una exposición a la obra de Montse Santamaría

4 febrero, 2024 00:57

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Si hacen una búsqueda sobre Montse Santamaría apenas encontrarán resultados. Sigue sorprendiendo la falta de interés que despierta el trabajo fotográfico de las mujeres. No se trata de reivindicar por una mera cuestión de género, sino de valorar con objetividad y rigor sus aportaciones, que no son pocas.

Todo el mundo reconoce las contribuciones de Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Man Ray, Català-Roca o Xavier Miserachs, pero hay que recordar constantemente los logros de Anna Atkins, Sabina Muchart, Alice Austen, Anais Napoleón, Joana Biarnés, Colita y Pilar Aymerich, por citar solo unas pocas. La historia está repleta de ejemplos de mujeres que, pese a realizar su obra en un contexto social adverso, han sido olvidadas, invisibilizas, ignoradas o simplemente eclipsadas por sus parejas.

Una niña fotografiada por Montse Santamaría

Una niña fotografiada por Montse Santamaría MONTSE SANTAMARÍA

La alargada sombra de Ramón Masats

“Montse Santamaría ha quedado totalmente tapada por la sombra de su marido, Ramón Masats, que es tan grande, tan grande… Incluso he hablado con fotógrafos de su generación y era invisible, nadie recordaba que ella también hacía fotos. Era como una mujer invisible, nadie se acuerda de su obra y es muy interesante”, explica Cristóbal Castro, fotoperiodista y comisario de Emociones, la muestra que se podrá visitar en la Sala Muncunill de Terrassa hasta el próximo 25 de febrero.

Fue precisamente en esta ciudad donde se conocieron y se casaron siendo ambos muy jóvenes. Hacia 1957, la pareja de recién casados puso rumbo a Madrid cuando Ramón comenzó a trabajar en Gaceta Ilustrada, una de las revistas más prestigiosas de la época. “Hasta entonces yo no había hecho fotos, pero tuve la gran suerte de que los domingos Ramón se iba con unos amigos fotógrafos a hacer fotos y yo me apunté también. Claro, fueron unos maestros maravillosos: Ramón Masats, Paco Gómez, Gabriel Cualladó... los mejores que podía tener”, recuerda Montse.

Fotografía en blanco y negro de la fotógrafa catalana

Fotografía en blanco y negro de la fotógrafa catalana MONTSE SANTAMARÍA

Así fue como le entró el “gusanillo de las fotos”. Pero pronto llegaron los niños y su inusual talento quedó relegado tras las labores propias de una ama de casa. “Estoy hablando de los años 60, la mujer no trabajaba fuera de casa, era ama de casa y si encima tenías niños, pues con más razón. Por tanto, lo prioritario en aquel momento era la familia”, cuenta a Crónica Global.

La magia del laboratorio y ‘Cambio 16’

Ramón Masats viajaba constantemente por continuos encargos. “Cuando regresaba –comenta Cristóbal–, estoy seguro de que le daba a su esposa la ropa para lavar y los carretes para revelar”. Montse no lo desmiente: “Bueno, más o menos”. “Ramón me enseñó a revelar en blanco y negro, yo no tenía ni idea. El laboratorio es una de las cosas que más me gustan de la fotografía. Para mí es un milagro, es magia. Vas a un lugar, ves una cosa y luego, cuando llegas a casa, te metes en el cuarto oscuro pensando ¿habrá salido?”.

Cuando los niños (Oscar, Sonia y Ramón) fueron un poco mayores, decidió que había llegado el momento de dejar de ser ama de casa a tiempo completo. La experiencia adquirida durante años revelando los carretes de su marido le permitió encontrar trabajo como responsable de laboratorio en Cambio 16. Poco después, cuando alcanzó la independencia económica, se separó.

Imagen del cartel de la Sala Muncunill

Imagen del cartel de la Sala Muncunill MONTSE SANTAMARÍA

“Allí trabajé desde 1975 hasta 1993. En aquella época era una revista de referencia. Por mis manos pasaron miles de fotos. Eso también fue un extraordinario aprendizaje. Imagínate, toda la Transición pasó por ahí”. Una cosa llevó a la otra. Volvió a coger la cámara y desde entonces no la ha vuelto a soltar, aunque, confiesa, “últimamente es todo muy distinto”: “Para empezar ya lo hace todo el móvil... pero mi ojo es el que manda”.

La ilusión intacta por hacer fotografías

A sus 86 años no ha perdido la ilusión por la fotografía. Al contrario. Sigue fotografiando, eso sí, ahora con un buen móvil, porque reconoce que los años no perdonan y va perdiendo movilidad. “Sigo haciendo fotos todos los días, raro es el día que no hago. Y lo que más me gusta son las actitudes de la gente. No me gustan los grandes eventos ni las grandes cosas, a mí me gusta ir por la calle descubriendo cosas. Yo digo que salgo a jugar porque las fotos vienen, se van, aparecen y yo las voy captando. Es una especie de juego. Veo las cosas, cosas que no ve nadie”.

Muchas de esas imágenes se muestran en Emociones. Una exposición planteada como una suerte de retrospectiva de su trabajo conformada por una selección de sus primeras instantáneas en blanco y negro a las que ella define como “la huella humana” en las que muestra puertas, ventanas o suelos, “un tipo de fotografía muy pictórica”; muchas escenas callejeras porque dice que “callejear con la cámara” es lo que más le gusta, y las fotografías a color de los últimos años realizadas con el móvil.

La exposición permanecerá en Terrassa hasta el 25 de febrero

La exposición permanecerá en Terrassa hasta el 25 de febrero MONTSE SANTAMARÍA

Cristina García Rodero le dijo en una ocasión a propósito de una imagen en la que aparecen unos niños jugando que lo único que podía decir es que le hubiera gustado hacerla ella. Para Cristóbal Castro, “mejor halago que este no hay ninguno”.

Una fotógrafa en un mundo de hombres

La obra de Montse Santamaría merece un justo reconocimiento. Cuenta que hace bastantes años, en una de sus primeras exposiciones en Madrid, Ramón Masats y Gabriel Cualladó comentaron tras visitarla que eran buenas fotos. “Se quedaron un poco sorprendidos”. Nunca la consideraron una profesional; al fin y al cabo, la fotografía era un mundo de hombres por aquel entonces.

“Era como invisible para ellos y luego, claro, cuando eres o formas parte de una familia en la que hay un gran fotógrafo los otros no sirven. Cuesta mucho ser hijo o esposa de un gran fotógrafo. Lo importante es él; los demás, simplemente, están a su alrededor y yo no he pretendido nunca jamás competir con nadie y tampoco me he preocupado de ser famosa. A mí lo que me gusta es hacer fotos y las hago, punto”.

En los últimos años hace las fotografías con un buen móvil

En los últimos años hace las fotografías con un buen móvil MONTSE SANTAMARÍA