Imagen de las góndolas de la noria gigante de Viena, todo un símbolo de la ciudad / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

Imagen de las góndolas de la noria gigante de Viena, todo un símbolo de la ciudad / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

Creación

Planes para disfrutar de Viena este otoño

Suntuosos palacios, magníficos museos y siglos de historia seducen al visitante en una de las ciudades más bellas del mundo

18 septiembre, 2022 00:00

Viena conserva su halo imperial en todos y cada uno de los rincones de su centro histórico, catalogado como Patrimonio Mundial de la Unesco desde 2001. La generosa herencia patrimonial de los Habsburgo la han posicionado como uno de los destinos culturales más ricos de Europa. De aquel “mundo de ayer” tan añorado por el escritor Stefan Zweig quedan un espléndido decorado, infinidad de obras de arte y el eterno legado de insignes personajes.  

Aquí es posible recorrer las estancias de la última gran emperatriz europea; seguir las huellas de los grandes maestros de la música; imbuirnos de arte en sus numerosos museos; saborear un delicioso pastel en alguno de sus históricos cafés o contemplar unas magníficas vistas desde lo alto de la noria más antigua del mundo.

Una estatua de la emperatriz de Hermann Klotz preside la entrada al Sisi Museum / SCHLOSS SCHOENBRUNN KULTUR UND BETRIEBSGES.M.B.H. SEVERIN WURNIG

Una estatua de la emperatriz de Hermann Klotz preside la entrada al Sisi Museum / SCHLOSS SCHOENBRUNN KULTUR UND BETRIEBSGES.M.B.H. SEVERIN WURNIG

Tras la huella imperial

Epicentro de la monarquía de los Habsburgo durante más de siete siglos, los palacios imperiales trazan una ruta imprescindible para todo aquel que visite Viena. La primera parada nos lleva obligatoriamente hasta uno de los complejos palaciegos más grandes del mundo: el Hofburg, residencia oficial y base de operaciones de la histórica dinastía. En este monumental conjunto arquitectónico, además de los apartamentos privados de Francisco José I y Sisi, podemos visitar varios museos así como la Biblioteca Nacional de Austria y la Cámara del Tesoro donde se conservan, entre otras muchas joyas, dos coronas imperiales.

El complejo palaciego del Hofburg es uno de los más grandes del mundo / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

El complejo palaciego del Hofburg es uno de los más grandes del mundo / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

Durante el verano, la familia real se trasladaba al palacio de Schönbrunn. Un bello edificio barroco de 1441 salas, con fantásticos jardines, cuyas paredes presenciaron, en 1918, el fin de la monarquía tras firmar Carlos I su renuncia al trono en unos de sus salones. Este fastuoso trío palaciego se completa con el Belvedere, un soberbio palacio-museo, dotado también con espléndidos jardines, que alberga la mayor colección de obras de Gustav Klimt, entre ellas El Beso, además de las principales piezas de Oskar Kokoschka y Egon Schiele.

Panorámica del palacio de Schönbrunn, residencia de verano de la familia imperial / WIENTOURISMUS - JULIUS HIRTZBERGER

Panorámica del palacio de Schönbrunn, residencia de verano de la familia imperial / WIENTOURISMUS - JULIUS HIRTZBERGER

 

Basquiat y el penacho de Moctezuma

Y es que si de algo presume la capital austriaca es de custodiar un vastísimo legado artístico y cultural en sus más de cien museos. El Albertina, por ejemplo, además de poseer uno de los fondos más valiosos de obra gráfica de todo el mundo y de exhibir permanentemente obras de Degas, Cézanne, Gauguin, Chagall y Picasso, acaba de inaugurar la que sin duda será una de las exposiciones del otoño: una gran retrospectiva del artista neoyorquino Jean-Michel Basquiat que se podrá ver hasta el próximo 8 de enero.

Otra de las citas culturales nos lleva hasta el Kunsthistorisches Museum Wien (Museo de Historia del Arte), la institución donde se conservan las inmensas colecciones imperiales con obras de Brueghel, Durero, Velázquez, Rembrandt, Tintoretto y Tiziano. En sus salas se podrá ver, a partir del próximo 20 septiembre, Ídolos y Rivales, una original muestra en torno a la rivalidad existente entre artistas de todos los tiempos. De esta fructífera competitividad surgieron algunas de las obras de arte más importantes del Renacimiento y el Barroco firmadas por Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rubens entre muchos otros. 

Grandes exposiciones aparte, sus museos preservan entre sus muros piezas tan extraordinarias como el penacho de Moctezuma, joya indiscutible del Museo del Mundo; la Venus de Willendorf que sigue sumando siglos a sus 29.500 años de antigüedad en el Museo de Historia Natural y la máscara mortuoria de la legendaria emperatriz austriaca, asesinada en Suiza el 10 de septiembre de 1898, expuesta en el Sisi Museum.

En el Museo de Historia Natural se encuentra la famosa Venus de Willendorf / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

En el Museo de Historia Natural se encuentra la famosa Venus de Willendorf / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

La banda sonora de la ciudad de los café

“Por aquí habían pasado los Nibelungos, desde aquí iluminó al mundo la constelación de los siete astros inmortales de la música: Gluck, Haydn y Mozart, Beethoven, Schubert, Brahms y Johann Strauss”, escribió Zweig. No en vano Viena es la capital europea de la música. Los grandes compositores vivieron y crearon aquí muchas de sus obras maestras, dejando en la urbe una profunda huella. Podemos seguir su rastro visitando sus residencias, los monumentos conmemorativos y los escenarios que los vieron interpretar sus extraordinarias composiciones. Por ejemplo, en salones palaciegos, en el teatro de la Ópera o en alguna de las cafeterías del casco antiguo.

Monumento a Mozart en el Burggaten, uno de los numerosos parques de Viena / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

Monumento a Mozart en el Burggaten, uno de los numerosos parques de Viena / YOLANDA CARDO - CRÓNICA GLOBAL

Y es que, además de su amor por la música, la afición de los vieneses por los cafés forma parte intrínseca de su identidad. En el café Frauenhuber, uno de los más antiguos y tradicionales tocaron Mozart y Beethoven; al café Museum acudían asiduamente Gustav Klimt y Oskar Kokoschka; Sisi no se podía resistir a los dulces elaborados en el Demel K. & K. Hofzuckerbäckerei y el popular café Central era el preferido de Adolf Loos y Sigmund Freud.

Sigmund Freud era asiduo al café Central / WIENTOURISMUS - CHRISTIAN STEMPER

Sigmund Freud era asiduo al café Central / WIENTOURISMUS - CHRISTIAN STEMPER

Panorámica de altura

El padre del psicoanálisis vivió en Viena desde 1891 hasta 1938. La Berggasse, 19, el lugar donde residió y trabajó durante más de medio siglo, es en la actualidad un museo consagrado a su figura y una visita imprescindible en cualquier época del año. Como también lo es navegar por el legendario Danubio, recorrer los espléndidos parques o contemplar magníficas vistas desde su símbolo más representativo: la famosa noria gigante que, con sus cerca de 65 metros de altura, se alza como un privilegiado mirador desde el Prater.

Construida en 1897 para conmemorar el 50 aniversario del reinado de Francisco José, sus góndolas fueron además el escenario de escenas inolvidables en películas como 007. Alta tensión, con Timothy Dalton en el papel del famoso agente británico con licencia para matar o el clásico El tercer hombre, protagonizado por Orson Welles y ambientada en la época de la Viena ocupada durante la Guerra Fría.