Calor sofocante en la tarde madrileña, pero no hay bochorno que pueda con la pasión. Rosalía conquistó al público capitalino con sus grandes hits e incursiones en el flamenco puro y la música urbana. Su Milionària en catalán fue coreado por los festivaleros de Mad Cool, que dieron ayer pistoletazo de salida a un certamen cuyos cabezas de cartel son también de altura: The Cure, Smashing Pumpkins, The Chemical Brothers...y la de Sant Esteve Sesrovires.
Pista a medio gas por exigencias de la organización, que este año ha recortado asistencia y un escenario adrede para evitar las jornadas de caos de la pasada edición. Y lo consiguió. Férrea disciplina en la entrada, con accesos en vehículo y a pie dirigidos de forma marcial por los cuerpos de seguridad. Cómoda zona de baile con vista de media entrada, pero con 40.000 almas esperando a la de El Mal querer. Y puntual, apareció.
"Madrid, os quiero"
Tímida y fría al principio --"¡Madrid!", fue su saludo--, solo le bastó dar las buenas noches --el sol caía y los madcoolers encontraban cierto sosiego-- para meterse al público en el bolsillo. Si al principio le esperaban cerca de 10.000 personas en el escenario principal, cuando el fenómeno musical del momento irrumpió con seis bailarinas y faja verde y tank top con volantes a juego en escena, otras 30.000 siguieron. Cartel de no hay entradas y que empiece el espectáculo.
Pienso en tu mirá puso las palmas en marcha. Siguió Rosalía Vila hilvanando tema tras otro, con el público ya entregado y pendiente de cada baile, movimiento en escena. Famoseo en el palco vip y El Guincho --fiel productor y compañero de gira-- presto a acudir a un rescate que fue innecesario, pues la catalana se bastó sola para hacer vibrar a Madrid. La jalearon con Catalina y la grabaron y viralizaron con Brillo --"he subido 15 stories, ¿no lo ves?..."--, pero faltaba algo.
Del 'The 'New York Times' al clímax
Y eso que venía la catalana de llevarse una carantoña del The New York Times. La cabecera estadounidense aprovechó el Con altura de la intérprete, ya transmutada en un cruce entre Beyoncé y el flamenco patrio, para recordar que "la lengua ya no es una barrera, los ritmos de todo el globo se mezclan y casan, la colaboración transcultural es común y la influencia del hip hop emerge por todos los poros". Con esta credencial en el bolsillo, Rosalía ofrecía (Dí mi nombre, Barefoot in the park y el Te estoy amando locamente de Las Grecas), pero no daba el estoque.
Y llego. El concierto llegó al cénit con un cierre a lo grande. Con altura, Aute cuture y Malamente sonaron sin piedad una tras otra, la del Taller de músics de lado a lado del escenario, botando y danzando, ahora sí, diva, cómoda --"Madrid, os llevo en el corazón"-- y jugando con 40.000 personas en la palma de su mano. Cerró con su single más conocido, que provocó la salida de miles de teléfonos móviles. No hubo bises, eso sí. Rosalía fue el César: vino, vio y venció. Le bastaron una hora y diez minutos para hacerse suya la primera Welcome Party de Mad Cool. Habrá más (de ella), no lo duden.