Bank of America termina en el juzgado contra los reyes del turismo en la Costa Brava
- Fiscalía pide ocho años de cárcel para una saga hotelera catalana tras la querella de un fondo asociado al segundo mayor banco de EEUU
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Bank of America se lanzó a mediados de la década de 2010 a por activos hoteleros apetecibles en la costa catalana y, más concretamente, en la baja Costa Brava y el Maresme.
El segundo mayor banco de EEUU confió su desembarco en el fondo de inversión irlandés Burlington, que acometió diversas operaciones mandatada por el coloso financiero. Las más llamativas fueron las compras de los hoteles Gran Hotel Monterrey y Don Juan de Lloret de Mar. Pero no ha sido la más polémica. Otra compraventa ha terminado ante la justicia.
Se verá la próxima semana, cuando arranca el juicio entre el fondo buitre, que actúa por mandato de Bank of America, y la familia Turró, ilustre saga que opera diversos hoteles en la costa catalana norte. El inversor agresivo denuncia que el linaje burgués saqueó un establecimiento.
La Fiscalía da por buenos los argumentos del denunciante y pide ocho años de cárcel para el patriarca, Lluís Turró, y otros ocho para su hija, Maria Turró.
Compra de deuda
Los hechos se remontan a 2015, cuando Burlington compró, entre otros activos, cinco préstamos del hotel Mercury de Santa Susanna. Un cuatro estrellas de la comarca barcelonesa del Maresme, que pertenece al portafolio de la familia Turró.
El fondo de inversión había aterrizado en Cataluña a por activos basura que procedían del desastre de Caixa Laietana, después Bankia. Uno de los que compró fueron el repóker de préstamos impagados que pendían sobre el Mercury, por un total de seis millones de euros.
Maniobra
La operación no salió bien. Según el escrito de acusación al que ha accedido este medio, la Fiscalía cree que los Turró maniobraron para que el hotel siguiera facturando pero, también, continuara impagando su deuda a Burlington.
Para ello, Lluís Turró, que no ha contestado a este medio, vendió las acciones de una sociedad gestora familiar a su hija Maria. Tras ello, la mercantil pasó a ser la explotadora del Mercury por un alquiler un 90% más bajo que el precio de mercado.
Factura, pero no amortiza deuda
"Si el alquiler del Mercury valía 700.000 euros al año, los Turró se lo realquilaron a sí mismos a unos 76.000 euros", detalla una fuente del sector. De este modo, el alojamiento siguió vendiendo habitaciones y facturando para la familia, pero sin repagar deuda.
El ministerio público cree que la treta buscó "descapitalizar" la sociedad, aumentar el pasivo y provocar que la mercantil fuera a concurso de acreedores. Con ello, la familia habría querido "privilegiar a otros acreedores y que Burlington encarara una quita de deuda", abundan las mismas voces.
Dos delitos
Esta estratagema se habría desarrollado con ayuda de una inmobiliaria situada en un piso vinculado a los Turró en Calella. Fue, en parte, exitosa. Se evitó la ejecución hipotecaria del hotel, aunque a costa de restarle valor de mercado.
La Fiscalía Provincial de Barcelona cree que los Turró cometieron dos delitos: alzamiento de bienes e insolvencia punible. Pide los citados ocho años de cárcel para el patriarca de la familia y otros ocho para la hija que benefició.
"Similar a otras operaciones"
Desde el mercado, un inversor recuerda que la chapuza "es relativamente común en activos en dificultades, se ha repetido en algunas familias patrimonialistas en apuros de la Costa Brava".
En esencia, se trata de realquilarse el hotel a sí mismas a un precio muy bajo para evitar que se lo arrebaten los fondos buitres. En este caso, un vehículo con un padrino "muy fuerte" detrás: Bank of America.
Los reyes del turismo 'low cost'
El choque, ahora una causa judicial penal, implica a algunos de los reyes del turismo low cost de Cataluña. Los Turró operan, entre otros, el Mercury, así como el Las Vegas Hotel de Calella. Ambos son, en teoría, cuatro estrellas "que necesitan una reforma urgente".
El primero lo han cedido a otro de los campeones de las vacaciones de bajo coste: Alegria Hotels, de la familia Pascual, que fueran fundadores de los turoperadores de turismo receptivo NT Incoming y WTM.
Endesa le corta la luz
Antaño, Lluís Turró presidió la Fundació Turística Santa Susanna, especializada en la promoción vacacional del municipio, y dirigió la inmobiliaria Susanna Invers. Allí se codeó con otras sagas hoteleras purasangre como los Auladell (Kaktus Hotels) o los Ferrer (Aqua Hotel Group y Ohla).
Eso sí, su gestión se ha visto afeada en los últimos años. En 2016, porque Burlington le instó al concurso de acreedores, al que fue finalmente en 2019. El año pasado, porque Endesa le cortó la luz al detectar fraude eléctrico con 500 huéspedes dentro.
Ahora, por enfrentarse a un enrevesado caso judicial de final incierto.
Traspié del comprador
En el lado del denunciante, Burlington se ha enzarzado contra el patriciado hotelero catalán después de haber irrumpido "con formas tajantes" en el turismo regional, insisten fuentes conocedoras.
Además del Mercury de Santa Susanna, el fondo agresivo se hizo con el Hotel Monterrey de la histórica familia Guitart en Lloret de Mar, un cinco estrellas, según explicó este medio. El activo ha reabierto este año como Meliá Lloret.
El aldabonazo lo dio el inversor buitre con la adquisición de la deuda del Hotel Don Juan de, también, el municipio-frontera sur de la Costa Brava. Se trata de un coloso de casi 1.000 habitaciones que encarna el sol y playa catalán: es uno de los tres mayores del territorio. Está cedido en gestión a la cadena mallorquina Fergus Hotels, que es curiosamente la matriz de Alegria.
La familia Pascual integraba Fergus hasta 2017, cuando rompió con los baleares y creó su propia firma en Cataluña. Desde entonces, mantiene un virulento pulso por el turismo asequible con sus exsocios.