La nueva acometida de BBVA para hacerse con el control de Banco Sabadell no ha llamado tanto la atención por la operación en sí, con la que prácticamente se contaba desde el fracaso de la primera tentativa, si no por el hecho de que se produzca casi cuatro años después y con el eventual comprador en una situación muy similar a la que presentaba entonces.
En una suerte de déjà vu, la entidad de origen vasco comunicó este martes a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que ha transmitido una propuesta de fusión al Sabadell y que ha puesto en marcha los mecanismos habituales en este tipo de operaciones, incluida la contratación de asesores. BBVA confirmaba así la información emitida por la cadena británica Sky News.
Una escena ya vivida a finales de 2020, con los rescoldos del acuerdo exprés entre los consejos del antiguo Caixabank y Bankia para articular su fusión aún candentes. Por entonces, tras menos de dos semanas de conversaciones, el intento de emular la jugada por parte de BBVA y Banco Sabadell saltó por los aires.
Semanas atrás, BBVA había llevado a cabo una de las operaciones más importantes de los últimos años: la venta de su negocio en EEUU a la entidad local PNC Financial Services, por un precio finalmente cerrado en unos 9.600 millones de euros al cambio, que permitió al vendedor registrar un beneficio de 570 millones.
Múltiples movimientos
Una oportunidad única para crecer, explorar nuevas opciones, nuevas estrategias; en un escenario por completo atípico, con una larga racha de tipos negativos cuyo final no se auguraba tan cercano como finalmente ha sido, los movimientos en el sector no se hicieron esperar.
A la citada unión entre Caixabank y Bankia se sumó la de Unicaja y Liberbank; Bankinter amplió su negocio con EVO, adquirido a Abanca, y la entidad irlandesa de crédito al consumo Avant Money. Santander aprovechó para reestructurar su negocio y diseñar una nueva estrategia con firmes apuestas por segmentos como el de pagos.
Mientras, en estos casi cuatro años, y con un exceso de capital adicional de 300 puntos básicos medidos por la ratio CET1 fully loaded, BBVA no ha salido de su perímetro a la hora de dar salida a este montante: ha recomprado cerca del 12% de su capital para reforzar la retribución al accionista y, además, ha elevado su participación en el turco Garanti, del que ya controlaba casi la mitad del capital.
"Con un nuevo intento de comprar el Sabadell se contaba desde que fracasó el anterior. Pero no después de tanto tiempo y con BBVA en una situación que, al margen de los cambios en el escenario de tipos, apenas ha diferido de la de entonces", apuntan desde un banco de inversión internacional.
Exposición a México
Lo cierto es que, pasado el tiempo, la paciencia de los inversores parece haberse agotado con el equipo gestor que lidera el presidente del consejo de administración, Carlos Torres. La entidad sigue sensiblemente alejada de las cifras de Santander; tampoco lidera el negocio en el mercado local tras la creación del nuevo Caixabank.
Además, presenta una excesiva dependencia del mercado mexicano, que sí lidera con firmeza pero que está expuesto con frecuencia a inestabilidades macro y de tipo de cambio. Y, pese a la insistencia en la apuesta, Turquía sigue sin dar garantías de ser aquel negocio emergente que nadie era capaz de vislumbrar.
Ante este panorama y la presión de los mercados, la del Sabadell es la fotografía que vuelve a salir en todos los modelos, tanto por tamaño como por la diversificación que daría al negocio de BBVA.
En este último factor está incluida la tantas veces denostada filial británica TSB, a la que incluso se llegó a señalar en aquel primer intento frustrado de fusión como un elemento distorsionador de la operación y que contribuyó a que la aventura no llegara a buen puerto.
Pasado el tiempo, TSB es la gran esperanza del Sabadell para los años venideros, en los que la rebaja de tipos en la eurozona reducirá de forma notable el efecto multiplicador que el margen de intereses ha tenido en las cuentas de resultados récord del sector en 2023 y que parece que incluso se superará en 2024. Y, además, ampliaría la geografía de BBVA hacia un mercado estable.
Seis veces más caro
Desde que se frustró el primer intento de fusión, el Sabadell ha pasado de una rentabilidad próxima al 0% a un retorno que supera el 12%. Y de beneficios simbólicos de dos millones de euros en 2020 a más de 1.300 millones al cierre de 2023.
Un hecho que no ha pasado desapercibido en los mercados. Los títulos de la entidad cotizan en la actualidad a precios que multiplican casi por seis los que exhibía a finales de 2020. En los últimos 12 meses, su revalorización es del 90%, tan sólo superada dentro del Ibex 35 por la de Laboratorios Rovi (+109%); a tres años vista, no encuentra rival: +240%. Esperar no le saldrá barato a BBVA.