Estos días, parte de la prensa destaca que la salida a bolsa de Puig, anunciada para dentro de semanas y que pone fin a la sequía de colocaciones en el mercado e incluso servirá para que salgan más compañías a cotización. Algo que habrá que comprobar, ya que la operación viene con una valoración inflada respecto a lo comentado hace meses, ha variado sustancialmente en algunos de sus parámetros y adolece de opacidad.
El movimiento de Puig hay que entenderlo en el contexto de su reorganización, tras el fallecimiento este mismo año del último de los hermanos que han pilotado la saga. La salida a bolsa asegurará un jugoso dividendo del mercado para la familia.
¿Se dispara la cotización?
Hasta hace bien poco, se hablaba de una valoración máxima de 8.000 millones de euros de la compañía. En pocos días esta cifra se ha elevado a una cantidad que oscila entre los 10.000 y los 12.000 millones. Los más optimistas incluso han hablado de un máximo de 15.000 millones.
Pero, según fuentes financieras, se trataría de cifras que sólo aguantarían sobre el papel. Especialmente en la prensa especializada en moda, donde la firma que tocará la campana tiene muy buena reputación.
Cabe recordar que el dinero obtenido con la salida a bolsa irá íntegro a la familia, que destinará una parte a amortizar la deuda de las últimas adquisiciones. El año pasado se rumoreaba que saldrían al mercado sin pasivo, aunque el real procedería de las compras de algo más de 1.000 millones de euros.
La muerte del último hermano
La otra parte será un dividendo efectivo para los cuatro grupos familiares, aunque también puede valer el eufemismo “expansión internacional”. La muerte de Josep Maria Puig hace poco tiempo, el último de los cuatro hermanos que han comandado la compañía durante décadas, deja el terreno libre para algo que han llamado “reordenar el capital”, “prepararse para el futuro”, “afrontar el relevo generacional”, etcétera. La realidad es que los herederos se llevarán un buen pellizco, que las diferencias familiares (que haberlas, haylas) se conjugan con unos cuantos millones.
La colocación se realiza con un esquema en el que los compradores tendrán acciones clase b, es decir, con sólo el 20% de derechos políticos. Un asunto que no tiene excesivo eco en los medios. El dividendo, por otro lado, será de aproximadamente un 40% del pay out, que tampoco es pasarse.
Sin informes bursátiles
Por último, el folleto de colocación se prevé que obtenga luz verde por parte de la CNMV el 18 de abril, pero nadie ha visto hasta el momento ningún informe bursátil de Puig. Colocadores como Santander o Sabadell lo están intentando vender a clientes institucionales, pero sin ceder ningún papel. Sólo explican la operación. Cuando en algunos medios se señalan incógnitas como la valoración excesiva o el esquema de capital, se salda con “como es habitual en otras empresas del sector”.
Los fondos de inversión, al menos los value, están dejando caer que no van a ir a la colocación, ya que a estos viejos zorros no se les escapa que esta OPV-OPS es en realidad un sablazo al mercado, para capitalizar un poco los patrimonios de las ramas familiares de los descendientes de Mariano, Antonio, Enrique y Josep Maria Puig. Merece la pena echar un ojo al entramado societario.
JP y Goldman
Claro que la salida a bolsa, con JP Morgan y Goldman Sachs, quita todo problema. Los dos bancos de inversión son implacables a la hora de cobrar fees, pero son de resultado garantizado. Controlan un enorme entramado de fondos internacionales, pensiones, y hedge funds con los que actúan como prime bróker a los que no tienen el menor problema en solicitarles que cubran sus operaciones. Favor con favor se paga y la conexión JP-Goldman no va a permitir que la mayor operación bursátil española salga mal.
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