La salida a bolsa de Puig avanza con paso firme tras el anuncio previo realizado el lunes. La compañía ya cuenta con la codificación que se otorga a las acciones que serán admitidas a cotización, que en el caso del gigante de perfumería y belleza serán de dos clases diferentes, con distintos derechos de voto. Esto permitirá a la familia fundadora, hasta ahora accionista única, conservar en torno al 85% de éstos, aunque su participación en el capital será inferior.
Tal y como anunció este lunes en el comunicado que confirmaba su salida al parquet, el capital de Puig Brands, que así se denomina la matriz del grupo, está representado por acciones de clase A y B. Las primeras otorgan a sus tenedores cinco derechos de voto y las segundas, uno.
Matrículas identificativas
El registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya incluye los códigos ISIN de estos títulos. Se trata de una suerte de matrícula identificativa que acompaña a todo aquel valor de un emisor admitido a cotización.
En el caso de Puig, las acciones clase A están emitidas con un nominal de 30 céntimos de euro por título, mientras que las clase B presentan un nominal cinco veces inferior, es decir, seis céntimos. Todas ellas conforman un capital social de 144 millones de euros, de acuerdo con los datos del Registro Mercantil.
Una ampliación incluida
Este capital quedará ampliado precisamente como consecuencia del proceso de salida a bolsa. Incluye una oferta de acciones de nueva emisión, clase B, como las ya existentes que pondrán a la venta los Puig para completar el proceso.
El grupo manifestó en el anuncio del pasado lunes que tras la salida a bolsa, los fundadores mantendrían una participación mayoritaria. Es decir, por encima del 50% de las acciones pero que conservaría una "gran mayoría" de los derechos de voto, dado que la totalidad de las acciones clase A seguirán en su poder.
Ingresos de 1.250 millones
También indicó que con la venta de títulos existentes pretendía ingresar algo más de los 1.250 millones de euros que se ha planteado como objetivo en el caso de las acciones de nueva emisión, las que constituyen la oferta pública de suscripción (OPS). Con estas coordenadas, y a falta de concretar los detalles definitivos, los Puig mantendrían cerca de un 60% del total de las acciones y en torno al 85% de los derechos de voto.
La compañía pretende captar como accionistas a un núcleo estable de accionistas institucionales, dado que la oferta está dirigida en exclusiva a inversores cualificados. Su peso en las juntas de accionistas y, por lo tanto, en la toma de decisiones será limitado y la inversión será de tipo estrictamente financiero.
Directa al Ibex 35
Las valoraciones de los analistas apuntan a una capitalización que podría alcanzar los 10.000 millones de euros, que catapultará al valor directamente al Ibex 35.
De confirmarse estas cifras, se trata de la salida a bolsa de mayor volumen en la bolsa española en los últimos nueve años. El último precedente similar es Aena, el gestor de la red de aeropuertos españoles de titularidad pública. La OPV a través de la que se ejecutó la privatización parcial de la compañía valoró el 100% de su capital en 8.700 millones de euros.
El precedente de Aena
Aena, que debutó en el parquet en febrero de 2015, sacó a la venta el 49% de las acciones mientras que el resto quedó en manos del Estado, en las que aún permanece. El modelo de operación también buscaba conformar un núcleo estable de accionistas que, en principio, iban a componer Ferrovial, Corporación Financiera Alba (la sociedad de cartera controlada por los March) y el fondo TCI.
Finalmente, sólo este último hizo firme su compromiso y tomó en torno a un 11% del capital mientras que el resto de distribuyó entre otros fondos y grandes bancos de inversión, que deshicieron sus posiciones con celeridad ante las fuertes subidas que acumuló el valor en sus primeras semanas de cotización.