Rafael Jordá, el joven empresario que pone en órbita España

"Desde llevar a cabo operaciones de monitorización climática sobre deforestación, desertificación, incendios, inundaciones... ahora se está monitorizando el efecto de El Niño. Pero también tiene aplicación para el uso sostenible del agua, para controlar grandes extensiones de paneles solares o parques eólicos o para, en las ciudades, identificar situaciones de mal aislamiento en los edificios", detalla en una entrevista con Crónica Global.

Empresario a los 26

La aventura de Open Cosmos se inició en 2015, cuando Jordà solo contaba 26 años y acababa de licenciarse en ingeniería aeronáutica. En este lapso, el grupo ha logrado poner en órbita tres artefactos y están pendientes de entrega otros 16, para clientes como la Agencia Espacial Europea o regiones españolas como Canarias, Andalucía y Cataluña, todo ello con un equipo que ya ronda los 70 trabajadores.

Dentro de su familia tecnológica, las creaciones de la compañía tienen un tamaño tirando a pequeño. "Aplicamos principios de ingeniería muy pragmáticos que nos permiten miniaturizar los satélites para optimizarlos. Así los podemos hacer más pequeños y de forma más rápida. Eso te permite tener ciclos de innovación más cortos", explica.

La formación de tormentas vista desde un satélite / NOAA

Carrera espacial con eñe

Esta forma de trabajar logra integrar las mejoras técnicas y poner a prueba más casos de uso a mayor velocidad. Un win-win que se ha convertido en un sello de la firma para abrirse paso en el sector. Pero, ¿España no llega tarde en esta carrera espacial?

Jordà lo niega: "Se puede competir desde España y ya lo estamos haciendo. España tiene una oportunidad única y no debemos dejar pasar este tren. Por primera vez, hay recursos que me atrevería a llamar de abundantes debido a los fondos europeos para que este sector pueda eclosionar", afirma con entusiasmo.

"Cambiar las cosas"

De hecho, hay proyectos por todos lados. Jordà cita como ejemplo los cohetes Miura de PLD, cuyos fundadores conoce de sus correrías de juventud. "Cuando tenía 19 años participábamos juntos en concursos de cohetería", recuerda. Y es que el gusanillo por el firmamento lo ha tenido siempre, reconoce, aunque no la tentación de ponerse una escafandra.

"Realmente soy de tener muy los pies en el suelo", bromea. "Admiro muchísimo a los astronautas, pero nunca he querido serlo. En el equipo sí que hay gente que de pequeño le atraía ser astronauta, pero la mayor parte de personas que tenemos en Open Cosmos vienen de campos muy diversos: telecomunicaciones, electrónica, software... Estamos recogiendo gente que no solo es típica del sector espacial, sino de muchos otros a fin de que esa diversidad y experiencia puedan cambiar cómo se hacen las cosas", explica.