La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, valora la revisión al alza del PIB / EP

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, valora la revisión al alza del PIB / EP

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La inflación y la guerra se comen 49.000 millones de las previsiones del PIB

El Ejecutivo planeaba recuperar el PIB anterior al coronavirus en 2022, pero sus propias estimaciones retrasan ahora la meta hasta los comienzos de 2024

30 abril, 2022 00:00

La distancia entre las expectativas económicas del Gobierno y la realidad se miden en un buen puñado de millones de euros. En concreto, en 49.000; es la cantidad que marca la diferencia entre lo que producirá la economía española durante este año, acorde con el nuevo cuadro macroeconómico aprobado en Moncloa, y el resultado que hubiera obtenido de cumplirse sus previsiones originales para los dos últimos ejercicios. 

Como ya adelantara el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, los desajustes derivados de una abrupta recuperación de la crisis del coronavirus y una desbocada inflación, agravados por los efectos de la invasión rusa de Ucrania, han dejado al Ministerio de Asuntos Económicos sin argumentos para no revisar sus, por otro lado, demasiado optimistas previsiones para 2022, una vez que la cruda realidad también puso en su lugar las de 2021.

Mayor prudencia 

Sin embargo, la gravedad de la situación ha hecho que el departamento que dirige la vicepresidenta segunda, Nadia Calviño, haya sido en este caso más prudente de lo habitual y haya dado dos pasos atrás en lugar de uno. 

Así, el cuadro macroeconómico que el Gobierno de España incluye en la actualización del Plan de Estabilidad que remite cada año a la Comisión Europea antes del cierre del primer cuatrimestre incluye una previsión de incremento del PIB del 4,3%, que contrasta de forma notable con el 7% que figuraba anteriormente en estos cálculos. 

Realidad y previsiones

Nada menos que 2,7 puntos de corrección pero que, además, vienen a sumarse a los 1,4 puntos que arrastra del ejercicio 2021. Cabe recordar que el último dato de la evolución del PIB en 2021 publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) constata una subida del 5,1% (tras revisar al alza una décima su estimación inicial de finales de enero), frente al 6,5% que Moncloa mantuvo hasta el final pese a que numerosos organismos nacionales e internacionales habían corregido sus estimaciones originales.

De modo que los prometedores incrementos del 6,5% y el 7% esperados para 2021 y 2022, los años inmediatamente posteriores al estallido de la pandemia, se quedan en el 5,1% que el resultado real establece para el pasado ejercicio y el 4,3% que el propio Ejecutivo asume para el año en curso. 

Imagen del Consejo de Ministros / EP

Imagen del Consejo de Ministros / EP

Así las cosas, si finalmente la previsión para 2022 resulta atinada, la economía española concluirá este año con una cifra de producción en torno a 1,213 billones de euros, unos 49.000 millones de euros por debajo de la que se hubiera registrado con el escenario dibujado por el Ejecutivo por estas fechas hace doce meses. 

Una primera consecuencia es que el objetivo de recuperar el PIB que España presentaba justo antes de la llegada del Covid-19 no sólo no se cumplirá sino que se quedará lejos, tanto como para que incluso se complique sobre manera que la ansiada meta llegue en 2023, es decir, tres años después del gran desplome del 10,8% protagonizado por la economía española como consecuencia del virus.

Hasta 2023... o 2024

Los nuevos cálculos del Gobierno mantienen para el próximo ejercicio la estimación del 3,5% que aparecía en el anterior cuadro económico, superado ampliamente por el desempeño real de la actividad económica y por los acontecimientos sobrevenidos, especialmente la guerra de Ucrania. 

Incluso si se cumpliera, esta vez sí, esa expectativa, el PIB español concluiría 2023 muy levemente por encima del consignado en 2019, por lo demás el más elevado de su historia en términos nominales. Es decir, cualquier resbalón o imprevisto retrasaría el cierre definitivo de la recuperación hasta los primeros trimestres de 2024.

Estancamiento hasta marzo

Cabe recordar que, junto a la actualización del cuadro macroeconómico, también se ha dado a conocer la primera estimación del PIB del primer trimestre a cargo del INE, que ha confirmado los negativos augurios que se cernían sobre la actividad económica: la elevada inflación y el frenazo como consecuencia del conflicto bélico han provocado que el crecimiento se estanque, hasta el punto de que el avance del PIB en términos intetrimestrales se habría quedado en el 0,3%.

Si algo hacen esos números es, precisamente, avalar la prudencia con la que el departamento de Calviño ha trazado en este caso sus estimaciones. El comportamiento de la economía española en los tres primeros meses del año es presagio de un ejercicio complicado; hasta tal punto que no faltado quien ha considerado como demasiado optimistas las cifras para 2023 con la base de las cifras facilitadas por el departamento estadístico.

Pinchazo del consumo 

Entre ellas no se ha contado la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), dado que ha considerado alcanzables las estimaciones gubernamentales, eso sí, no sin dejar de observar riesgos de una posible corrección a la baja. 

Uno de los aspectos que más ha inquietado a los expertos ha sido la reducción experimentada por el consumo de los hogares, del 3,7%, dado que esta era una de las variables que el Ejecutivo consideraba como claves para alcanzar cuanto antes las cotas prepandemia.

La pista de la demanda eléctrica

El INE constata que no se veían tales retrocesos precisamente desde los tiempos más duros del Covid-19, en pleno estado de alarma, con la actividad reducida al mínimo y el grueso de la población recluida en sus domicilios para evitar la expansión de los contagios.

En este sentido, un indicador como el de la demanda eléctrica, ha vuelto a revelarse como un eficaz termómetro para calibrar la temperatura económica. Como adelantó Crónica Global, las cifras de consumo de electricidad de los primeros tres meses del año mostraron notables similitudes con las del primer trimestre de 2020, cuya recta final ya estuvo condicionada por la reclusión y la reducción al mínimo de la movilidad.