Amancio Ortega, fundador de Inditex / EFE

Amancio Ortega, fundador de Inditex / EFE

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Por qué el regreso de Amancio Ortega dista de ser una buena señal para la bolsa

Las nuevas apuestas de la mayor fortuna de España por el parquet son, paradójicamente, un síntoma de que no espera un repunte de la renta variable, al menos a corto y medio plazo

1 agosto, 2021 00:00

Amancio Ortega ha protagonizado un peculiar regreso al entorno de la bolsa, al que hacía tiempo que había dado la espalda al margen, claro está, de su histórica e inamovible participación en su imperio, Inditex. Las adquisiciones de participaciones significativas en Red Eléctrica y su análoga portuguesa REN, unidas a la que ostenta desde hace algo más de año y medio en Enagás, han llevado un cierto optimismo al parquet, toda vez que el dueño de Zara no deja de ser un referente de primera línea. Pero, paradójicamente, las señales que Ortega envía al mercado son contrapuestas y parecen indicar lo contrario: no es el mejor momento para la renta variable.

En teoría, el movimiento del propietario de la mayor fortuna de España es justo el contrario del descrito en aquella célebre frase de “cuando mi limpiabotas empieza a invertir en bolsa, yo lo vendo todo”, atribuida frecuentemente a John D. Rockefeller. Para el banquero, el hecho de que el común de los mortales hablara del parquet frecuentemente era señal de dos cosas: que el mercado estaba en fase alcista y que ese recorrido estaba a punto de llegar a su fin porque aquellos que no están habituados a invertir siempre reciben la información de forma extemporánea.

Un perfil peculiar

En este caso, quien ha vuelto su mirada a la bolsa no es precisamente un neófito en la materia. Sin embargo, a diferencia de las incursiones bursátiles que el empresario leonés afincado en Galicia emprendió en otras épocas, en este caso ha optado por un perfil de compañía muy concreto, muy definido. Y, sin duda alguna, el menos arriesgado de todos.

Los tres valores corresponden a empresas que pertenecen a lo que en el sector energético se conoce como TSO (operadores de sistemas de transporte, por sus siglas en inglés). Es decir, compañías que se dedican a gestionar las redes de transporte de electricidad o gas, actividades en cualquier caso reguladas y, por lo tanto, negocios absolutamente previsibles, en especial en países con economías desarrolladas.

Como un fondo de pensiones

Como sucede en cualquier lugar de la industria de inversión, a menor riesgo, menor beneficio. Aunque, eso sí, mayor seguridad. Se trata de empresas capaces de hacer planes a muy largo plazo porque, en función de los marcos regulatorios de aquellos países en los que operan, sus gestores pueden trazar con mucha fidelidad una previsión de ingresos, gastos, costes, inversiones… en definitiva, tener muy claro a comienzos de año cuál va a ser el resultado al cierre del ejercicio.

“Estas inversiones de Amancio Ortega son propias de un fondo de pensiones, que necesita dotar de mucha seguridad a su cartera, pero, al mismo tiempo, sacar algo de rendimiento al patrimonio que invierte”, apunta un gestor de renta variable. “Para ese objetivo, este tipo de empresa es ideal, evita sobresaltos, apenas registra volatilidad y, además, suelen distribuir buenos dividendos”.

Historias del pasado

Otro de los especialistas consultados es aún más explícito. “Realmente, son compañías cuya presencia en bolsa no tiene mucho sentido. La mayoría acaba en el parquet tras procesos de privatizaciones y, una vez allí, su condición de empresa cotizada supone una oportunidad para tener alternativas de financiación diferentes de la puramente bancaria. Pero no es precisamente el tipo de valor en el que se fije un inversor que piense que la bolsa vaya a subir a corto o medio plazo”.

Desde luego, una estrategia muy diferente a la que Ortega siguió en otras épocas, cuando igualmente volvió sus ojos hacia la renta variable. Por entonces, en los primeros años de este siglo, poco después de protagonizar la salida a bolsa de Inditex, su perfil de riesgo fue radicalmente distinto.

NH Hoteles, Astroc

Así, el archimillonario español llegó a tener un 10% de NH Hoteles, a la que acudió en defensa de los gestores de la compañía en aquellos años, amenazados por las intenciones de Hesperia de hacerse con la cotizada.

Radicalmente opuesto al movimiento que ha protagonizado ahora, por completo defensivo, fue el de entrar en el capital de la inmobiliaria llamada Astroc (hoy Quabit) y que en aquellos años, de la mano de su fundador, Enrique Bañuelos, protagonizó un espectacular recorrido alcista especulativo que terminó por ser el paradigma del estallido de la burbuja.

Aguas de Barcelona

Banco Pastor, posteriormente adquirido y fusionado por el Popular, fue otra de las aventuras bursátiles de Ortega; por entonces, solo una de ellas tenía una cierta semejanza con la estrategia actual: la denominada aún Aguas de Barcelona, de la que llegó a tener un paquete del 5% que adquirió a Endesa y que vendió en el marco de la opa lanzada por La Caixa y Suez, que significó su adiós al parquet.

Salvo excepciones, no fueron experiencias satisfactorias ni dignas de ser estudiadas en escuelas de negocios. Ortega dio la espalda a la bolsa y se centró en la inversión que más le gusta, la inmobiliaria.

De ahí que su peculiar retorno a la bolsa haya llamado la atención. “En ocasiones, los inversores tienen necesidad de colocar con cierta urgencia parte de su patrimonio para evitar penalizaciones fiscales y si no terminan de encontrar el activo adecuado, optan por lo más seguro. Desde luego, en este caso, ha acudido a lo que más se parece a un inmueble en renta dentro de la bolsa”.