Hamburgo, una ciudad que progresa al ritmo que marca su puerto
El ingeniero Miguel Aguiló le dedica a la localidad hanseática el octavo tomo de la serie en la que el Grupo ACS analiza la transformación arquitectónica de las metrópolis a lo largo de su historia
19 junio, 2021 00:00Miguel Aguiló, director de política estratégica del Grupo ACS, ha publicado un nuevo volumen de la serie que la constructora dedica a la evolución arquitectónica de las grandes ciudades. En esta ocasión, el turno le ha correspondido a Hamburgo, la ciudad más emblemática e importante del comercio marítimo en Europa. Aguiló, ingeniero de Caminos y catedrático de Arte y Estética de Ingeniería Civil, siempre ha expresado una gran sensibilidad por la proyección social y estética de las infraestructuras dentro del marco de sus contextos históricos.
En La Construcción del Puerto y la Ciudad de Hamburgo muestra la perfecta simbiosis entre el mar, las edificaciones y el trabajo en una concepción urbana del puerto en la que incluso caben manifestaciones artísticas. “El puerto está en el origen de la ciudad. Son la misma esencia; sin el puerto no se puede concebir Hamburgo y sin Hamburgo no se entiende el puerto. Ambas partes complementan a la otra”, explica el autor.
Una transformación progresiva
En La Construcción del puerto y ciudad de Hamburgo, Miguel Aguiló disecciona cómo el comercio marítimo proyectó la ciudad hacia el mundo, a la vez que lo compara con otros puertos europeos. A medida que avanzan las páginas, explica la influencia del puerto en el crecimiento y transformación de la ciudad. El libro analiza también los cambios que trajo consigo la República de Weimar en la arquitectura y el diseño de la ciudad, momento en el que se construyen los primeros puentes metálicos.
No podía faltar una reseña de las grandes calamidades que asolaron la ciudad, sobre todo los terribles bombardeos de 1943. Para finalizar, Aguiló aborda la última gran transformación de la localidad alemana, con el proyecto HafenCity y su incomparable proceso de planificación, diseño y construcción. En ese último capítulo, ofrece un breve paseo por los principales museos, teatros y auditorios que culmina en la gran Elbphilharmonie.
Carácter marítimo lejos del mar
Hamburgo presume, con motivo, de albergar uno de los tres puertos más grandes de Europa pese a que está muy lejos del mar. Para llegar a Hamburgo los buques tienen que recorrer unos 130 kilómetros por el río Elba. “Pese a eso, los hamburgueses han sabido mantener el carácter marítimo de la ciudad”, aclara el ingeniero de ACS. Al contrario que otras grandes urbes del continente, la ciudad hanseática nunca ha vivido a espaldas de su metrópolis.
Sus numerosos ríos, lagos y canales atraviesan y contornean la ciudad para mantenerla siempre cerca de su entorno acuático, acompañado en cada metro por una arquitectura capaz de combinar con acierto tradición y modernidad. Esa simbiosis entre puerto y ciudad viene de lejos, de siglos atrás. “Los comerciantes de Hamburgo trabajaban en el mar y luego disfrutaban de la ciudad. Las casas también tienen dos caras, la trasera daba al canal, donde las mercancías se subían y bajaban directamente desde las barcazas; y la delantera a la calle, donde estaba la vida urbana”, explica.
Una ciudad muy castigada
No lo ha tenido fácil porque es una ciudad que ha sido castigada por la historia. Ha sobrevivido a epidemias, a un incendio que destruyó su centro histórico en 1842, a inundaciones como la de 1962 y sobre todo a los durísimos y aleatorios bombardeos de los aliados que la arrasaron durante la Segunda Guerra mundial. “Las bombas solo consiguieron que saliera a la luz el espíritu de resistencia de los hamburgueses y aumentar las ganas de reconstruir su ciudad”, señala Aguiló.
Con todo ello, esta ciudad-puerto se ha mantenido viva gracias a su ánimo comerciante y a que supo construir una enorme red exterior de relaciones comerciales para mantenerse como una puerta al mundo. “Todas las reformas han ido dirigidas a revalorizar el puerto”, explica el autor del libro.
Un puerto cultural
A lo largo de su historia, Hamburgo ha sabido convertir sus etapas ruinosas en oportunidades. Los hamburgueses no se limitaron a construir un nuevo barrio de oficinas y residencias, sino que trasladaron también la cultura. Esta nueva área urbana a orillas del Elba ha dado forma y vida a una ciudad marítima por excelencia, convirtiendo los antiguos almacenes en hoteles, viviendas, oficinas o espacios culturales, como museos, teatros y auditorios.
“En Hamburgo ninguna reforma ha tocado un solo metro del borde: sigue estando donde estaba, el borde del agua es intocable y las dársenas siguen teniendo su forma. No caben los barcos pero han conseguido que la vida siga fluyendo al llevar la cultura hasta allí”, explica el ingeniero de ACS.
Hafencity
Cuando el comercio comenzó a trasladar las mercancías en enormes barcos de contenedores a partir de las primeras reconversiones industriales, los canales perdieron efectividad y el puerto nuevo posibilitó que la vida urbana se trasladara a la antigua dársena. “Esos muelles antiguos se han mantenido como estaban, no han cambiado nada. Lo que sí han hecho es recuperarlos para asuntos cívicos, culturales o musicales”, señala el también profesor y catedrático madrileño.
La dinamizadora de esta transformación ha sido la tecnología aplicada a las necesidades portuarias. La ciudad apostó en el nuevo siglo por moverse hacia el sur con el proyecto HafenCity para ocupar los espacios abandonados por la aparición de los contenedores. Desplazó hasta allí el centro cultural de la ciudad y mantuvo intacta la geometría del contorno del agua.
La Elbphilarmonie
Al frente de todo ello se ubicó la nueva Elbphilharmonie, actual emblema e imagen icónica de la ciudad. Este fantástico edificio es una sala de conciertos construida sobre el ladrillo de los antiguos almacenes portuarios donde se guardaban los sacos de cacao y café. “Es una sala de conciertos encima de un almacén portuario”, aclara Aguiló. Su silueta domina de frente la ciudad y su morfología suaviza la presencia permanente del hierro y el acero que recorren el paisaje urbano.
La Filarmónica de Elba, construida por Hochtief, filial alemana de ACS, y proyectada por los arquitectos Herzog y Meuron, conserva la esencia del edificio original. Actúa a modo de pódium y su cubierta alberga una plaza pública, a 37 metros de altura. Desde allí, el visitante disfruta del paisaje del puerto y la ciudad. “Forma parte del proyecto global de toda la urbe, en el que el progreso está en sintonía con el puerto y aprovecha todo lo que éste le ofrece”, comenta.
Ocho tomos, ocho ciudades
Así es, en definitiva, el octavo tomo de la serie que el Grupo ACS dedica a las ciudades del mundo. Anteriormente, este ingeniero también ha recorrido las construcciones urbanas de Toronto (2019), San Francisco (2018), Londres (2017), Sidney (2016), Berlín (2015), Nueva York (2014) y Madrid (2013).