Wall Street ha asistido en los últimos días a un caso de volatilidad extrema como el de Gamestop / EP

Wall Street ha asistido en los últimos días a un caso de volatilidad extrema como el de Gamestop / EP

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El caso Volkswagen aleja de Europa un episodio especulativo como Gamestop

Los frecuentes vetos a las posiciones cortas en el Viejo Continente se acrecentaron a raíz de la especulación en torno a los títulos del fabricante de automóviles, que ocasionó pérdidas milmillonarias

8 febrero, 2021 00:00

¿Podría darse en Europa un episodio especulativo como el de Gamestop en Wall Street? Para responder a esta pregunta cabe tener en cuenta que lo sucedido en los últimos días del pasado enero con los títulos del minorista de videojuegos estadounidense ha sido una pequeña broma comparado con lo que el Viejo Continente vivió tras el verano de 2008 con Volkswagen. Y que, desde entonces, ya nada volvió a ser igual en torno a las denominadas posiciones cortas.

Los especialistas llaman la atención sobre determinadas diferencias a ambos lados del Atlántico que complican el hecho de que un fenómeno como el de Gamestop se repita en Europa. “No tanto por las maniobras de los fondos especulativos, sino por la actuación mancomunada de millones de pequeños accionistas movilizados en una plataforma por internet”, apuntan desde la mesa de contratación de un bróker internacional en España.

Cuestión de cultura bursátil

En efecto, cuesta creer que en Europa proliferen foros en la red con cientos de miles de inversores minoristas. “La cultura financiera y bursátil de aquí no tiene nada que ver con la de EEUU. Allí, la bolsa es un elemento más de la vida de muchos ciudadanos, como en Europa pueda ser la afición a un deporte, a los automóviles o a comer fuera de casa, que sí puede concentrar a muchos usuarios en un foro de internet”.

Al margen de la evidente distancia (y no solo física) con Wall Street, lo cierto es que el episodio en torno a la cotización de Volkswagen que se dio hace algo más de 12 años, concretamente en octubre de 2008, marcó un antes y un después en las bolsas del Viejo Continente. Y no fue para menos.

Cortos en plena crisis

Solo basta imaginar algo similar a lo sucedido con Gamestop, pero con un valor con una capitalización bursátil 20 veces superior, como era entonces el fabricante de automóviles alemán. Cuando la crisis financiera desencadenada por fenómenos como las hipotecas subprime y la quiebra de Lehman Brothers comenzaba a asomarse a los mercados, varios hedge funds tomaron posiciones en corto en Volkswagen con el fin de obtener pingües beneficios apostando por la caída del valor.

La operativa fue la habitual en estos casos: los fondos tomaron prestados paquetes de títulos de la compañía alemana para, de inmediato, venderlos en el mercado y provocar así su caída; después, el objetivo sería recomprarlos a precios más baratos para devolver las acciones a su titular y embolsarse la diferencia.

El papel de Porsche

Pero entonces ocurrió algo que la industria de la inversión no olvidará. Porsche, accionista de referencia de Volkswagen, decidió no quedarse de brazos cruzados y anunció al mercado la intención de incrementar su participación. Ante el inminente escenario de una compra masiva de acciones a cargo de un inversor institucional, la reacción del mercado no se hizo esperar y los inversores comenzaron a tomar posiciones en Volkswagen.

En este tipo de casos, un valor suele experimentar alzas razonables. Pero las acciones de Volkswagen se dispararon de forma incontrolada. El motivo fue que se trataba de un valor muy estrecho, es decir, con un volumen de acciones que no estaban en manos de accionistas de referencia y, por lo tanto, fluctuaban libremente en el mercado muy bajo. El cóctel de una oferta muy escasa y una demanda elevadísima propició un auténtico tsunami que dejó atrapados sin remisión a un buen número de fondos especulativos.

Atrapados en la posición

Así, cuando Volkswagen comenzó a dispararse, los hedge funds se lanzaron al mercado a comprar acciones para cerrar la posición y evitar males mayores, aunque fuera con beneficios inferiores a los previstos. En el caso de estas operaciones, del mismo modo que las ganancias de los especuladores son mayores cuanto más cae el valor, las pérdidas se incrementan cuanto más sube, pues llega un momento en el que ni siquiera son capaces de adquirir los títulos al mismo precio que los vendieron en su día, sino que se ven obligados a pagar más por ellos y tratar, en este caso, de reducir al máximo el agujero.

En aquellos días, Volkswagen encadenaba sesión tras sesión con revalorizaciones que superaban en algunos casos el 100%. Los títulos de la empresa germana, que cotizaban antes de que todo esto sucediera en el entorno de los 90 euros, llegaron a superar los 1.000 euros.

Pérdidas de 30.000 millones

De forma momentánea, Volkswagen se convirtió en la mayor empresa cotizada del mundo, con una capitalización por encima de 300.000 millones de euros, que superaba a las grandes petroleras estadounidenses que, por entonces, eran los gigantes bursátiles universales (las tecnológicas aún no habían cristalizado su despegue en el parquet).

Obviamente, todo era irreal, artificial, virtual. Volkswagen no valía más que la suma del resto de cotizadas del sector, como llegó a suceder. Pero las facturas bursátiles no tienen nada de virtual. Cuando todo volvió a su ser (como sucede en estos días con las acciones de Gamestop, que han llegado a subir cerca de un 3.000%), un cálculo publicado por el diario Financial Times estimó en 30.000 millones de euros las pérdidas que acumularon hedge funds como Elliott Management, Glenview Capital Management, Glenhill Capital Management y Perry Partners.

Un antes y un después

Todos ellos demandaron a Porsche, a la que acusaron de adquirir acciones de su participada sin comunicarlo a los reguladores, por lo que la información sobre el número de acciones que fluctuaban en bolsa estaba falseada. El fenómeno provocó la quiebra de varios fondos especulativos y, además, encendió todas las alarmas en el Viejo Continente sobre el peligro de la especulación bursátil.

A partir de entonces, los mercados europeos estrecharon aún más su vigilancia sobre las posiciones cortas. En situaciones de elevada volatilidad, como era aquella de 2008 por los primeros episodios relacionados con la crisis, los supervisores suelen vetar las operaciones a corto para evitar situaciones como estas. De ahí que el caso de Gamestop no sea fácilmente extrapolable a Europa.