La ministra Yolanda Díaz, que ha puesto sobre la mesa una subida del salario mínimo, este mes en un acto institucional / EUROPA PRESS

La ministra Yolanda Díaz, que ha puesto sobre la mesa una subida del salario mínimo, este mes en un acto institucional / EUROPA PRESS

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La subida del salario mínimo, ¿destructor de empleo o impulso a la demanda?

El Gobierno espera la recuperación económica para lograr un nuevo acuerdo social, a pesar de la dura incidencia de la pandemia en las retribuciones más modestas

2 enero, 2021 00:00

Política o economía. Es una disyuntiva clásica, con un fuerte componente ideológico, que se vive cada día en el seno del Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. La petición de un aumento del salario mínimo es indicativa de esa lucha interna que, por ahora, se ha inclinado a favor de la vicepresidenta del Ejecutivo y responsable de la cartera de Economía, Nadia Calvino. La economía “aconseja” congelar ahora el salario mínimo, pero la “política”, a la que se acoge el también vicepresidente Pablo Iglesias, reclama un aumento, aunque sea mínimo, para que no se señale al Gobierno de izquierdas de hacer lo mismo que aplicó el gabinete de Mariano Rajoy.

El gran problema para España es que, dadas las características de su modelo productivo, la pandemia ha afectado de forma mucho más severa al mercado laboral. Y, en concreto, a los sectores con salarios más modestos. 

La masa salarial se reduce

El informe sobre salarios de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) es taxativo y desnuda la precariedad laboral en España. La distancia entre los ingresos más altos y los más bajos se ha disparado en 13,1 puntos porcentuales, lo que supone el doble que la medida de la Unión Europea. Y al ser una economía con una incidencia enorme del sector servicios, la crisis del coronavirus ha provocado que la masa salarial se haya reducido hasta un 12,7%. En ese contexto, ¿acelera la destrucción de empleo un aumento del salario mínimo o podría favorecer un aumento de la demanda?

El colectivo de Economistas Frente a la Crisis (EFC), del que forman parte expertos como Juan Torres, señala que aumentar las retribuciones ofrece un mensaje de “confianza” a la sociedad, y que, desde el punto de vista macroeconómico, es de vital importancia. “Los salarios más bajos se dedican, de forma íntegra, al consumo, debido a la elevada propensión al mismo, derivada del grado de necesidad de esas familias. No se destinan a la especulación ni a extraer recursos del sistema económico", señala en un documento a favor del aumento". "El crecimiento se destina de forman inmediata al consumo, principal y decisivo componente de la demanda agregada, por lo que constituyen la mejor de las herramientas para la reactivación de la economía”, sentencia.

La vicepresidenta Nadia Calviño, partidaria, junto a la CEO, de congelar el salario mínimo / EFE

La vicepresidenta Nadia Calviño, partidaria, junto a la CEO, de congelar el salario mínimo / EFE

Las empresas sufren

Pero, ¿a qué se comprometió el Gobierno de coalición del PSOE y de Unidas Podemos? El salario mínimo en 2020 se fijó en 950 euros, tras dos subidas consecutivas. En el acuerdo de gobierno se firmó que al final de la legislatura pudiera equivaler al 60% del salario mínimo, unos 1.100 euros. Claro que todo ello forma parte de la etapa anterior a la pandemia, y a ello se refiere Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Granada y director de estudios financieros de Funcas. “No parece ahora el mejor momento para aumentar de nuevo el salario mínimo. Muchas compañías están sufriendo y el miedo de los empresarios, en los sectores más afectados, puede estar justificado. Para numerosas pymes ese aumento podría suponer la puntilla para el cierre. En todo caso, no veo por qué no se pueda retomar más adelante, cuando se gane en productividad, con un recorrido al alza”, señala.

Ese es el punto en el que está el sector económico del Gobierno, pese a la presión del “sector político” del Ejecutivo, representado por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. ¿Qué es lo que se pretende, en realidad? El economista y profesor de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, expresa esa dicotomía. “Es cierto que en un país con una gran desigualdad salarial, el mínimo debe subir normalmente por encima de la inflación y de la media del aumento salarial en el sector privado, pero en una crisis como ésta no debe hacerlo, especialmente si el sector público está rescatando al sector privado a través de subvenciones a fondo perdido, con reducciones de cotizaciones sociales y de algunos impuestos”, relata. 

¿Políticas populistas?

¿Entonces? “Lo que busca Podemos es un gesto político, nada más, y lo tendría con un aumento del 0,9%, no quiere, en ningún caso, admitir una congelación salarial, como la etapa de Rajoy, pero lo que se dirime es actuar sobre la economía o llevar a cabo políticas populistas, que buscan ganar votos”, añade Bernardos.

La oposición de las patronales ha sido total para que ese aumento salarial no se llevara a cabo, pese a la presión de los sindicatos, que no entienden que se suba el salario a los funcionarios y se aumenten las pensiones, un 0,9%, y no se haga lo mismo con el salario mínimo. Mientras Josep Sánchez Llibre, el presidente de Foment del Treball, ha insistido en que “no es el momento”, el secretario general de UGT, José María Álvarez, pide un esfuerzo cercano al 5%, en la línea del aumento que se ha llevado a cabo en Portugal, con el 4,7%. Una medida que, al margen de todo el debate ideológico, afectaría a un colectivo de unos dos millones de trabajadores.

Evolución del Salario Mínimo Interprofesional

Evolución del Salario Mínimo Interprofesional

Demanda interna

EFC insiste en que el aumento no supondría una pérdida de empleos. La interpretación es similar a la que realizó la AIReF con las subidas anteriores, al entender que la afectación sobre el empleo no fue importante. Sin embargo, ahora se trata de ofrecer un mensaje a las empresas, y el propio presidente del Gobierno ha considerado que sólo se podrá aumentar el salario mínimo a partir de un gran acuerdo con los agentes sociales y económicos a lo largo de 2021, siempre que la recuperación se consolide.

Para este colectivo, “los costes de unas empresas son, en realidad, ingresos de otras. El aumento de la velocidad de circulación del dinero, en situaciones de depresión, estimula la economía. Lo hemos comprobado en otros momentos bastante próximos". "Es preciso recordarlo: la subida del salario mínimo no entraña pérdidas para el sistema económico. Al contrario, permanecerá íntegramente operando dentro del mismo sin pérdida ninguna y estimulará el crecimiento agregado y la actividad del conjunto de la economía y, obviamente, de las propias empresas. Algo que es hoy más necesario que nunca. Es su ausencia la que ocasionará pérdidas para la economía nacional”, explica. 

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en Bruselas / MONCLOA

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en Bruselas / MONCLOA

La desigualdad se dispara

Pese a ese debate, zanjado ahora por el Gobierno, y con interpretaciones muy distintas, los expertos inciden en el problema de fondo de la economía española, y que la desigualdad salarial se ha intensificado con la pandemia. Lo que expone la OIT marca dos grandes bloques en toda Europa. La institución establece una ratio, que surge a partir de la masa salarial, que es el total de los ingresos de los asalariados, entre los mejores retribuidos y los que cobran menos. A medida que la ratio es mayor, la desigualdad es mayor.

Justo antes de la crisis del coronavirus, el país con una mayor desigualdad era Bulgaria, con una ratio del 25,5. Por detrás estaba Austria, con el 23,7, y España, con el 23. Pero con la irrupción del Covid, que ha afectado más al sector servicios, es España quien lidera ese rango, con el 36,1. Es el país que ha experimentado el mayor aumento porcentual, 13,1 puntos, el 57% más. Le siguen Irlanda, con el 27,2, y Portugal, con el 20,8. En el otro lado, con mucho menor impacto, aparece Suiza, Suecia, Noruega, Dinamarca, Luxemburgo y Croacia, con aumentos por debajo del 10%.

La incógnita es si el crecimiento que se espera para 2021 podrá reducir esas diferencias en España, además de posibilitar el aumento del salario mínimo, que será un motivo de fricción importante en el seno del Gobierno de coalición.

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