El presidente del BBVA, Carlos Torres (izq.), y el consejero delegado, Onur Genç / EP

El presidente del BBVA, Carlos Torres (izq.), y el consejero delegado, Onur Genç / EP

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El BBVA buscó blindarse antes de ir a por el Sabadell por temor a un hachazo del BCE

Las reticencias que la operación genera en el consejo la han retrasado hasta no haber logrado minimizar los riesgos, ante el convencimiento de que el regulador elevará las exigencias de capital

17 noviembre, 2020 00:00

La tan manida fusión entre el BBVA y Banco Sabadell va camino al fin de tomar velocidad de crucero después de que el primero se haya decidido a sujetar con firmeza las riendas. Pero las dudas que genera y sigue generando la maniobra en el seno de la entidad que preside Carlos Torres no lo han hecho nada sencillo, hasta el punto de que para dar el paso haya sido necesario abordar previamente una de las mayores operaciones de la historia de la banca española. Buena parte de la clave está, como casi siempre, en el Banco Central Europeo (BCE).

La absorción del Sabadell no será precisamente el camino soñado por el BBVA. De ahí que uno de los pocos puntos en los que el consejo de este último coincidía en pleno es la falta de necesidad de asumir ni un ápice de riesgo.

 

 

BBVA confirma conversaciones con Banco Sabadell para una eventual fusión / EP

Mayores requisitos de capital

En este punto es precisamente donde interviene el emisor y regulador bancario de la eurozona. En el órgano ejecutivo del BBVA existe la esperanza y un cierto convencimiento de que el BCE suavizará sus recomendaciones sobre los dividendos a finales de año y que permitirá a las entidades retomar las retribuciones a los accionistas. Pero de lo que están firmemente seguros en el banco es de que este giro no será exactamente a cambio de nada.

Al contrario, lo más probable es que el BCE proceda a elevar los requerimientos de capital a los grupos financieros para asegurarse de que el regreso de los dividendos no afecta a su solvencia. De este modo, la operación del Sabadell mostraba todos esos riesgos que el consejo del BBVA estaba de acuerdo en evitar. Una maniobra como esa supone un notable consumo de capital, que obligaría al comprador a una ampliación.

Recompra de títulos en peligro

Pero además, también comprometía una acción que el consejero delegado de la entidad, Onur Genç, lleva “anunciando” desde la presentación de resultados semestrales a finales del pasado julio. Se trata de un ambicioso programa de recompra de títulos con el que compensar a los actuales tenedores por la falta de dividendo en 2020, estimular la cotización en bolsa y, al mismo tiempo, cumplir con el tan repetido mantra de “generar valor para el accionista” gracias al depauperado precio que presentan los títulos.

De este modo, la única forma de proceder a la operación con el Sabadell era generar un notable volumen de capital adicional, que permitiera afrontar la maniobra sin desagradables sorpresas llegadas desde Francfort.

Sede del Sabadell (i) en Barcelona y sede de BBVA (d) en Madrid / CG

Sede del Sabadell (i) en Barcelona y sede de BBVA (d) en Madrid / CG

Efectivo, en EEUU

La oportunidad llegó desde EEUU, donde meses antes se había cerrado una primera reestructuración del sector que había dejado al banco estadounidense PNC Financial Services con una muy notable posición de liquidez. El pasado mayo, la entidad formalizó su salida del capital de Blackrock, una de las mayores gestoras del mundo, lo que le reportó ingresos de 14.400 millones de dólares (unos 12.000 millones de euros al cambio actual) que tenía previsto destinar a compras.

“Se trata de una oportunidad muy buena porque no es habitual que el comprador asuma este tipo de operaciones en efectivo; habitualmente se hace a través de canje de acciones”, explicó este lunes Genç a los analistas en el marco de la presentación de la venta del negocio del BBVA en EEUU.

Exceso de capital 

Precisamente, una de las consecuencias de esta transacción es que se generan 294 puntos básicos adicionales de capital por parte del banco español, lo que situará su ratio CET1 fully loaded en 14,46%. O, lo que es lo mismo, nada menos que 600 puntos básicos por encima del mínimo requerido actualmente por el BCE.

En la citada presentación a los analistas, Genç no quiso hablar de posibles operaciones corporativas. Pero sí volvió a hacer hincapié de forma insistente en la recompra de acciones, que dio prácticamente por hecha. Y además, aseguró que sería perfectamente compatible con el regreso del dividendo y el mantenimiento de un pay-out (porcentaje del resultado destinado a retribuir a los socios) de entre el 35% y el 40%, como hasta ahora.

Insuficiente 

“Con los 290 puntos básicos de exceso de capital que teníamos antes de la operación de EEUU podíamos hacerlo sin problemas”, apuntó el ejecutivo. Pero no sucedía lo mismo si en la ecuación entraba, además, una operación corporativa como la del Sabadell.

Sin embargo, una vez asegurado un blindaje prácticamente inédito, los riesgos se reducen lo suficiente para poder entrar con paso firme en el proceso de consolidación de la banca española. La operación sigue sin seducir a todos. Pero, al menos, es mucho menos probable que genere desagaradables sorpresas.

Más activos catalanes

Otro de los consensos que se dan en el seno de la entidad vasca es que, si bien no es la mejor de las opciones tampoco resulta la peor. En ese sentido, esperar más tiempo sí podría crear nuevas incertidumbres.

Si finalmente llega a buen puerto, la absorción del Sabadell sería un paso más por parte del BBVA en el proceso de asumir activos radicados en Cataluña. Anteriormente, la entidad ya se quedó con entidades como Banca Catalana, Catalunya Caixa y Unnim --producto en su día de la fusión entre Caixa Manlleu, Caixa Sabadell y Caixa Terrassa--. La posible integración de Banco Sabadell completaría un más que llamativo proceso con el que se quedará con una posición muy destacada en este territorio.

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