Descalabro de la banca andorrana: se deja 1.200 millones de recursos gestionados
El fin del secreto bancario ha propiciado una transformación del sistema financiero que se ha llevado por delante el 2,5% de la rentabilidad y 55 millones de beneficios
12 abril, 2019 00:00La banca andorrana ha perdido 1.200 millones de euros de recursos gestionados en 12 meses. Andbank, Crèdit Andorrà, Mora Banc, Banc Sabadell d’Andorra y Vall Banc (heredero de BPA) cerraron 2017 con una cartera agregada de 46.138 millones, cifra que se ha reducido hasta los 44.925 millones un año después.
Así lo indica la Asociación de Bancos Andorranos (Andorran Banking) en los datos avanzados sobre los resultados del sector en 2018. Las entidades del Principado aún no han presentado sus informes con los detalles de actividad de este ejercicio, pero la organización dirigida por Esther Puigdercós reconoce que el beneficio conjunto arroja un nuevo retroceso. Se quedó “en los 100 millones de euros”, afirma en una nota a los medios, cifra que contrasta con los 131,26 millones alcanzados el año anterior y los 155,9 millones de 2016.
Fin del secreto bancario
El deterioro del negocio que hasta la fecha ha ejercido de motor económico del país vecino es el cambio de paradigma que se generó al acabar con el secreto bancario a finales de 2016. Se renunció a ser un paraíso fiscal y el 5 de diciembre de 2017 la Unión Europea lo eliminó de forma oficial de la lista negra de los llamados países no cooperantes.
Unas semanas antes, el Principado había aprobado las modificaciones legales necesarias para ampliar el número de las jurisdicciones con las que permitirá el intercambio de información automática en materia fiscal. La entrada en vigor de estos acuerdos bilaterales está planificada a lo largo de 2018 y 2019, hecho que ha propiciado que ciertos inversores retiraran sus fondos opacos del país antes de que pudieran ser cazados por investigaciones que se iniciaran en sus países de origen.
Rentabilidad menor
Más allá del impacto que esta realidad ha tenido en al economía local, ha generado un descalabro en todos los indicadores financieros del sector. La rentabilidad de los fondos propios (ROE) ha bajado 2,5 puntos hasta quedarse en el 7,31%, mientras que la ratio de solvencia comparada ha descendido al 14,18% en el tercer trimestre de 2018, porcentaje que contrasta con el 21,74% obtenido al cierre de 2017.
Los responsables de Andorran Banking minimizan los resultados negativos. Señalan que la rentabilidad del negocio se mantiene “por encima del promedio de los bancos europeos” y que todos los bancos del país “han mantenido sus ratings internacionales, lo que demuestra la confianza en el sector”.
Recorte en la inversión crediticia
Puigcercós remarca la “alta capacidad para ofrecer financiación a la sociedad, a pesar de tener menos beneficios” y añade que el recorte de las ganancias “estaba previsto debido al entorno global de la banca”. Indica que los bancos han inyectado 970 millones de euros a la “economía real” del país, el 27,9% más que el ejercicio anterior, y que han hecho unos esfuerzos “destacados” para aplicar innovaciones tecnológicas. La inversión agregada en este sentido llega a los 30 millones.
Andorran Banking también reconoce que la inversión crediticia global se ha quedado en 5.909 millones. Es decir, el 1,23% menos que las operaciones que se otorgaron a lo largo de 2017 que se atribuye de forma exclusiva a las “amortizaciones de préstamos existentes”.
Reestructuración de entidades
La organización financiera ha mantenido en los últimos años que el caso BPA ha tenido un impacto limitado en el conjunto del sistema. Otros organismos como el Instituto de Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada insisten en que aún lastra su desarrollo porque la gestión de la crisis puso en cuestión la pulcritud de los controles de regulación del país, un golpe a su reputación internacional que aún no se ha revertido.
La misma organización alertaba hace tan sólo una semana de la frágil salud de todo el sistema financiero del Principado. Existe un consenso bastante amplio en el sector de que se requiere una reestructuración de toda la plaza. Se reconoce que hay demasiadas entidades para ofrecer servicios bancarios tradicionales en un país de poco más de 70.000 habitantes y que tiene problemas para convencer a los inversores internacionales de que apuesten por el territorio.
Desde hace dos años se especula con fusiones entre bancos locales y ha habido varias propuestas sobre la mesa que, según lo indicado, no han pasado de la fase de análisis. Nadie descarta recuperarlas para hacer frente a la pérdida de dinamismo de la banca andorrana y la necesidad cada vez más imperiosa de adaptarse a su nueva realidad.