El polémico Toni Albà, además de cómico de factura discutible, tiene otra actividad menos conocida por el común de los mortales, la restauración. En 2016, junto con sus hermanas María Nuria, Natalia y Montserrat, se hizo con la gestión del afamado Peixerot, situado en el paseo marítimo de Vilanova i la Geltrú, que marcó toda una época por la calidad de sus pescados y mariscos.
A juzgar por los comentarios insertados en Tripadvisor, la familia Albà no ha sabido recoger el buen sabor que dejó el legendario Peixerot.
La mayoría de las observaciones de clientes publicadas en esa aplicación son muy negativas. Se destaca sobre todo un servicio pésimo y malcarado, las largas esperas que se han de soportar, una cocina espantosa y una calidad lamentable.
Toni y María Nuria Albà son los administradores del establecimiento. La familia Alba, sin tilde, pues ese es realmente el apellido del clan, es oriunda de Vilanova i la Geltrú.
Toni y María Nuria Albà tomaron el local, lo rebautizaron 1918 Cuina de Mar y lo inauguraron en el otoño de 2016. De momento, los resultados no están acompañando al controvertido payaso en su negocio de comidas. Los dos meses que estuvo en funcionamiento en 2016 se saldaron con unos ingresos de 76.300 euros y unas pérdidas de 22.400. Es decir, por cada tres euros que facturó, uno fue directamente a la rúbrica de los quebrantos.
Causa de disolución
El ejercicio 2017 todavía fue peor. De hecho, coloca a la sociedad que lo pilota contra las cuerdas. Las ventas subieron a 492.000 euros y las pérdidas se dispararon hasta los 49.700 euros. El epígrafe de los resultados de explotación también es negativo, por importe de 41.600 euros.
Los números rojos han consumido el capital aportado por la familia Albà y dejan el restaurante con fondos propios negativos, por lo que se encuentra metido de lleno en causa de disolución.
Ante esta situación, el cómico y su hermana habrán de rascarse el bolsillo e inyectar efectivo fresco para mantenerlo a flote. En caso contrario, la sociedad vendrá obligada a liquidarse y disolverse.
Altísima probabilidad de impago
Pero no se acaban aquí las malas noticias. El restaurante de Toni Albà debe 165.600 euros a largo plazo a los bancos. También ha contraído compromisos financieros a corto plazo por 26.100 euros y adeuda 63.900 a los proveedores.
Según un detallado análisis financiero de Axesor, compañía certificadora de riesgos crediticios, la probabilidad de que el local de Toni Albà incurra en impagos es de nada menos que del 62,85%.
Axesor pone de relieve la existencia de recursos propios negativos, la no obtención de rentabilidad financiera y el deficitario margen bruto. También resalta el fondo de maniobra negativo y el escaso volumen de negocio generado, que es insuficiente para atender los gastos corrientes.
Dado este aluvión de circunstancias adversas, Axesor otorga a las cuentas su calificación de solvencia más baja, uno sobre diez.
Peixerot, un clásico
El antiguo Peixerot, gestionado los últimos tiempos por Jorge Mestres Pons, funcionó a plena satisfacción durante décadas, desde su fundación en 1918, y alcanzó gran renombre entre los restaurantes de comida marinera.
Pero a raíz de la pasada crisis, entró en un bache de resultados que desembocó en concurso de acreedores, presentado en 2013.
Más tarde logró la aprobación del convenio, pero no pudo cumplirlo, por lo que en 2015 el Juzgado Mercantil número 10 de Barcelona decretó la liquidación de la sociedad.
Albà, un caricato barriobajero
Toni Albà es más conocido por las polémicas que genera que por su trabajo de bufón. De hecho, en los últimos tiempos sus soeces insultos a Inés Arrimadas han dado la vuelta al ruedo ibérico. En febrero último, la productora del programa Polònia, que se emite en TV3, decidió apartarlo después de que Albà insinuara en Twiter que la líder de Ciudadanos ejerce la prostitución.
Albà no ha sido expulsado de forma definitiva. Sólo se ha “congelado” su participación en ese espacio. Aunque ayer él mismo daba por seguro su cese definitivo. En un alarde de heroicidad dijo: “Nunca renunciaré a la libertad de expresión a cambio de un sueldo”.
Polònia está producido por Minoría Absoluta, la compañía de Toni Soler. Éste es uno de los máximos beneficiarios de las contratas externas que reparte la televisión autonómica catalana y recibe cada año más de 6 millones.
Con todo, Toni Soler quita hierro a los denuestos tabernarios de Albà. En una reciente entrevista periodística dijo que sugerir que Arrimadas es prostituta fue un mero “error” de Albà. En la misma entrevista, Soler aprovechaba para arremeter contra Arrimadas llamándola “personaje nocivo”.
Ese exabrupto incalificable de Albà fue la gota que colmó el vaso, tras una catarata de vituperios, ataques xenófobos, expresiones zafias y ferozmente machistas proferidos de forma reiterada, siempre contra políticos no independentistas.
Ofensas ultrajantes
Es tal el alud de improperios de baja estofa lanzados por este titiritero, que el pasado 7 de marzo el Parlamento catalán aprobó una moción de Ciudadanos, que –en clara alusión a Toni Albà– condenaba “los insultos xenófobos y machistas de colaboradores” de los medios públicos catalanes. La iniciativa subrayaba que “los agravios, la deshumanización y el menosprecio no pueden ser camuflados como sátira”.
El texto salió adelante gracias al voto favorable de Ciudadanos, PSC, PP y comunes.
Los miembros de la CUP y la diputada no adscrita Elisenda Alamany se abstuvieron. A ERC y JxCat les pareció mal y votaron en contra.
En otras polémicas anteriores extraordinariamente groseras, Albà se mofó de la homosexualidad del líder del PSC, Miquel Iceta. También atacó a la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela.
El candidato de Ciudadanos Manuel Valls ha recibido asimismo la bilis venenosa de Albà. En un tuit lo calificaba de “malparido, gusano de cloaca y trozo de cagarro”.
El ex primer ministro francés presentó una querella contra él, que ahora se sustancia en los Juzgados de Barcelona. Asimismo, Sociedad Civil Catalana lo ha denunciado ante la Fiscalía.
Sobre Albà pende también un juicio por injurias en un juzgado de Vilanova. En un auto, el juez fustiga la “absoluta desmesura de sus expresiones claramente insultantes, vejatorias y denigrantes”.