Business

“En una sociedad globalizada e hipercomunicada, el que no tenga marca no tendrá nada”

Josep Lluís Bonet considera que la crisis ha acabado con la actitud cómoda de los pequeños empresarios que se resistían a salir al exterior

30 agosto, 2015 22:29

Josep Lluís Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, de Fira de Barcelona y de su propio grupo empresarial familiar, Freixenet, es un hombre que ha trabajado desde hace muchos años por la marca de las empresas, la esencia de la economía y el bienestar de un país. Se queja mucho de la falta de ambición de los bodegueros, el sector que mejor conoce.

--Sin embargo, en el mismo ámbito de la alimentación algunos empresarios, como los Daurella, han sido capaces de crear un gigante europeo.

--Es así, hay sectores que lo hacen mejor que nosotros. Deberíamos aprender de ellos. Ahora hay un movimiento interesante, se ha constituido la Interprofesional del Vino que va en la buena dirección: internacionalización del vino embotellado con marca y la recuperación del consumo de vino en España, son sus objetivos.

 

--¿La marca es un problema o una ventaja?

--Siempre es una ventaja. En una necesidad en una sociedad globalizada e hipercomunicada, el que no tenga marca no tendrá nada. Es clave. Lo aprendí en mi casa. Ya mi tío, José Ferrer, se metió en Andema; luego constituimos el Foro de Marcas Españolas. Es el modelo: economía productiva con calidad, con marca y proyección internacional.

 

--Cómo está la marca España

--Está bien. Cuando oigo críticas hablando de lo mal que está todo no puedo dejar de pensar en lo que hemos vivido. Recuerdo cuando en 1973 uno de los asistentes a la junta de champañistas/cavistas le dijo a mi tío: “Bueno, tú, José, porque te gusta viajar, pero olvídate: sabes que nunca exportaremos una botella de cava”. En España se consideraba que era imposible ir por el mundo. Entonces, la marca España estaba mal. Ahora no.

 

--¿Tan importante es para la economía del país?

--Lo más importante no es la marca España, sino las marcas. Lo más importante que tiene España son las 500 marcas sólidas que están por el mundo; por eso hemos salido de la crisis. El país que no tenga eso no existe.

 

--¿Qué diferencia hay entre la Marca España del Comisionado que dirige Carlos Espinosa de los Monteros y la Cámara de Comercio?

--El comisionado se ocupa de la marca en su conjunto, de muchas cosas que en absoluto dependen de él. La labor de la Cámara es ponerse al servicio de las empresas para el desarrollo de la internacionalización. Y más ahora, cuando España puede dar en los próximos diez años un salto aún más importante que el que ha dado en los últimos 50 años gracias a la oportunidad que nos ofrecen las pymes, como he aprendido en la Fira de Barcelona. Hace diez años, esas empresas te decían que de aquí no salían, pero cuando la crisis les ha dado la lección, ya quieren salir todos.

 

--¿La crisis ha acabado con el miedo a salir de las pymes?

--No era miedo, sino comodidad. Cuando uno está cómo en un mercado, para qué se va a molestar. Ahora está claro que hay que adaptarse a un mundo globalizado. Por eso es tan importante que organizaciones como la Cámara estén al servicio de ellos.

 

--¿Esa idea es compartida por todo el mundo?

--De mis contactos con los primeros espadas de esas 500 empresas que citaba sé que todas ellas tienen mentalidad tractora del resto de las empresas.

 

--En la práctica, ¿cómo se articula ese apoyo?

--Muy sencillo. En una Alimentaria, por ejemplo, se hacen miles de contactos. Pero para el empresario que ha hecho decenas de ellos es muy importante que un banco le diga si un interlocutor en concreto es buen pagador o no. Si los bancos están contigo, te pueden ayudar mucho. Las Cámaras son un mecanismo de transmisión de fuerza de los que ya estamos en el exterior a las pymes. En este sentido, es un auténtico proyecto de país.

 

--En el objetivo de internacionalizar, ¿no hay solapamiento con la CEOE o las oficinas en el exterior de las autonomías?

--Cualquier esfuerzo, bienvenido sea. Lo que hay que hacer es ir coordinados y juntos. España ha llegado tarde a casi todo, por lo que tiene que ir más deprisa que los demás. Es cierto que si miramos los principios de cada institución, es evidente que el sistema cameral tiene mucho más enfatizado el objetivo de la internacionalización, además de la defensa del sistema español en su conjunto, cuya clave de bóveda en la empresa. La Constitución de 1978 lo sintetiza muy bien, y ojo con tocarla. Se puede reformar, pero con cuidado. No dañemos lo que hemos conseguido, que es mucho.