Anna Fàbregas, pediatra y coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron, en el International Congress on Health Communication

Anna Fàbregas, pediatra y coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron, en el International Congress on Health Communication Beth Magre Barcelona

Vida

Vall d'Hebron atendió 190 casos de violencia en menores en 2024: "Se da en todos los estratos sociales"

La pediatra Anna Fàbregas, coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del centro, desgrana las claves de esta problemática

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La violencia en la infancia es una lacra que afecta a toda la sociedad. Así lo reflexiona Anna Fàbregas, pediatra y coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron. En tan solo 2024 se atendió a un total de 190 casos. Una ola in crescendo, pero que aflora más gracias a la sensibilización creciente entre la población.

El abuso sexual en menores provoca graves consecuencias para la salud mental y física a lo largo de sus vidas. Es más, según los datos del centro hospitalario, una de cada cinco chicas y uno de cada siete chicos ha sufrido una experiencia de este estilo; y cada 13 minutos un infante o adolescente muere a causa de la violencia. Con esta perspectiva, Fàbregas decide divulgar su labor allá donde va.

Con un tono claro y preciso, explicó a la audiencia del International Congress on Health Communication este jueves el proyecto de abordaje terapéutico Pacientes escribiendo y cantando como proceso de sanación. En él, contaron con la cantante catalana Irma Farelo (Mushkaa) para poner voz a las narraciones de los menores, con tal de explorar a través de la música su bagaje emocional y saber cómo afrontar esta vivencia con ayuda de un equipo interdisciplinar. 

¿Cómo se puede detectar en un primer momento la agresión sexual o física en un menor?
Hay una serie de indicadores. El más importante es la verbalización. Es decir, que un niño o una niña te explique que está sufriendo violencua sexual o de algún otro tipo en el pasado o actualmente. A esto lo llamamos la revelación, y es un momento muy importante, porque los menores escogen a quién se lo explican porque saben que les podrán ayudar. Según nuestra respuesta, puede ser que se retracten.

Si empezamos a hacer preguntas al estilo, "ay, ¿estás segura?", o, "¿por qué no me lo habías dicho antes?", o, "¿Seguro que no lo has entendido mal?"; ahí podrá pensar que no es verdad y no hable. Por ello, es importante tener una actitud de escucha: hacer preguntas abiertas y ponerse de su lado. Sobre todo, hacer un acompañamiento emocional y no dudar de su credibilidad. Los profesionales de la salud no somos policías ni jueces, así que debemos decir que haremos todo lo posible para salir de esa situación.

¿Y si no hay una verbalización?
Muchas veces no la hay porque son pequeños y ni lo reconocen. No saben qué está pasando ni qué es una violencia. Es más, el 85% de los casos es de alguien de su entorno. Alguien de confianza. Por tanto, por la edad, la coerción, chantajes o miedo, no lo dicen.

Aquí se puede ver un cambio de actitud brusco. Por ejemplo, cambio en el rendimiento académico, un aislamiento social o un cambio hacia conductas de riesgo, como consumo de tóxicos o relaciones sexuales de riesgo. También, hay síntomas como los dolores de cabeza, de barriga, situaciones de larga duración que no responden a ningún tratamiento ni causa médica, pero nos está avisando que hay un sufrimiento detrás. 

Podría ser un caso de bullying o de violencia sexual, pero hay que dedicarle atención.

Protocolo EMMA

¿Cómo afecta al organismo?
Las consecuencias en la salud son graves. Evidentemente, depende del caso y de la capacidad de resiliencia de cada persona, pero sobre todo afecta a la salud mental. Lo más frecuente es la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y el consumo de tóxicos.

También, más a largo plazo podría afectar a la salud física, haciendo más hincapié en el sistema metabólico y endocrino, como puede ser en la obesidad, la diabetes o al sistema cardiovascular. Son consecuencias durante toda la vida.

¿Cuál es el protocolo que se activa en el Hospital Vall d'Hebron?
Los responsables del menor pueden acudir al centro de atención primaria, a un psicólogo, al Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ) o a la policía. Si es un caso de violencia sexual, desde el 2024 todo se deriva a las Barnahus, cuando anteriormente en Vall d'Hebron se recibían los casos de Barcelona.

La idea está en centralizar el servicio, y en las Barnahus está presente la policía, los recursos del Departamento de Educación y nosotros, como representantes de Salud, nos trasladamos a este sitio varios días a la semana. Esto sucede cuando no hay violencia sexual y no aguda.
Anna Fàbregas, pediatra y coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron, durante su ponencia en el International Congress on Health Communication

Anna Fàbregas, pediatra y coordinadora de la Unidad de Atención a las Violencias hacia la Infancia y la Adolescencia del Hospital Vall d'Hebron, durante su ponencia en el International Congress on Health Communication Beth Magre Barcelona

¿Qué es la violencia sexual aguda?
Aquella que se ha producido en menos de siete días, que se atiende directamente en Vall d'Hebron. Para ello, hemos hecho un protocolo: el código Emma [un equipo multidisciplinar formado por dos pediatras, dos psicólogos clínicos, una enfermera y un trabajador social]. Así todo el personal sabe que es una violencia en la infancia y se pasa el traije y se intenta poner al menor en un box un poco más aislado y tranquilo.

Hay un equipo coordinado y un referente en cada turno de 24 horas, junto con el pediatra adjunto y las diferentes especialidades que se necesiten. Se llama al juzgado y, tanto el forense, ginecología y demás, hacen la exploración solo una vez. Esto se hace con la intención de no repetir preguntas ni procedimientos. 

¿En qué ha mejorado la incorporación del Barnahus al proceso?
Es un proyecto muy importante. Viene de la iniciativa Promise del Consejo de Europa como un modelo para trabajar conjuntamente. Todos los departamentos están implicados en estos casos y se encuentran bajo el mismo techo, así el niño o la niña y su familia no tiene que ir al hospital, luego a la comisaría, al juzgado...

Es un avance, sobre todo cuando se trata de casos difíciles donde los departamentos tienen procotolos diferentes. Tiene la complejidad de todo este trabajo conjunto, pero, poco a poco, se van haciendo protocolos y guías para trabajar mejor. 

190 casos 

¿Cuántos casos atiende Vall d'Hebron?
Con respecto a los que entran por urgencias, hubo 190 casos en 2024. Recoge cualquier tipo de violencia y, con respecto a la sexual, sería la categoría aguda con el código Emma. Por ejemplo, un niño puede llegar al colegio con unos morados porque le ha pegado el papá o la mamá y lo envían a urgencias.

¿Hay algún tipo de perfil sistematizado?
La violencia se da en todos los estratos sociales. Es universal. Puedes tener más factores de vulnerabilidad o de riesgo que pueden llevar a esta violencia, pero no podríamos hablar de un perfil.
En el Congreso abordó el proyecto Pacientes escribiendo y cantando como proceso de sanación. ¿Cómo ha ayudado a los pacientes?
Fue un proyecto que se hizo con las psicólogas del equipo y una cantante a través del programa Arts en Salut del Institut Català la Salud. A través de los escritos de los pacientes, se intentó reflejar cómo las palabras expresan estas experiencias emociones a las que nos cuenta dar nombre.

Es un trabajo importante guiado por las psicólogas con el fin de que el temor no se reviviera y no les creara un sentimiento de tristeza o ansiedad a las víctimas. Les hizo sentirse empoderadas escuchar a la cantante a través de sus escritos. Es un acompañamiento terapéutico.

"Afloran más casos"

Se hizo cargo del servicio en 2020, ¿cómo ha sido la evolución hasta la fecha?
Cuando se ponen más recursos, afloran más casos. Es evidente, como sucede en Barnahus. Ponerle números y datos ayuda a la sensibilización de la población. Realmente, esto es un problema de salud, porque es un problema social y de violencia en la infancia. 

¿Cuáles son los deberes pendientes?
Se está haciendo un buen trabajo en cuanto a la actuación, pero nos faltaría más prevención. Sobre todo, formación en todos los ámbitos. No solo salud, sino justicia, en los grados de enfermería, psicología, en derecho, donde no se estudia la violencia en la infancia. Desde aquí, también habría que hacer más campañas y programas de prevención tanto a través de las redes como en las escuelas dedicados a estos grupos de edad. 
¿Cómo impactan las redes sociales en esta violencia?
Es una manera más de ejercer la violencia. Por ejemplo, a través del grooming —ciberacoso por parte de adultos hacia menores— o el sexting —conversaciones o intercambio de imágenes a través de chats. Aparte, está el papel de la pornografía y la falta de una educación afectivo-sexual, porque, no solo se debe a la propia pornografía, sino a la falta de una educación sexual que hable sobre el control de los impulsos, el consentimiento y el respeto hacia la otra persona. 

A nivel profesional, ¿cómo gestionan el hecho de estar cada día en contacto con este tipo de casos?
Es el trauma vicario, es decir, el trauma que sufren las personas profesionales que se dedican a escuchar estos temas todos los días, tantas horas... Una vez al mes hacemos una reunión de equipo con una psicóloga externa que nos hace sacar muchas cosas.

Luego, está la confianza que tengas con el equipo y el apoyo mutuo para ver lo que se ha conseguido y que vale la pena continuar. E, individualmente, lo que puedas hacer tú: yoga, deporte, bailar, escuchar música..., cada uno encuentra la manera de canalizar todo este estrés. 
Coloquio durante el International Congress on Health Communication, en el Hospital Vall d'Hebron

Coloquio durante el International Congress on Health Communication, en el Hospital Vall d'Hebron Beth Magre Barcelona