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Girona está de moda. Nunca dejó de ser una ciudad atractiva para el turismo, pero desde que tiene aeropuerto y fue escenario de Juego de Tronos, las visitas se han multiplicado.

La ciudad lo merece. Rincones como el Barri Vell, su catedral monumental, las casas de colores sobre el Onyar o el Call jueu forman ya pate de la imagen de Cataluña.

Sin embargo, toda postal tiene su reverso y allí no siempre aparecen fotografías tan bonitas. Decidir cuáles son los peores barrios de una ciudad siempre es difícil, pero la tecnología ofrece ayuda.

Preguntada a la inteligencia artificial (IA) sobre aquellos barrios más feos de la ciudad es claro: la Font de la Pólvora se lleva la palma. 

La fama del barrio

Lo curioso es que, a pesar de la fama de ser un barrio peligroso, esta zona de Girona tiene muchas cosas a destacar. Se encuentra en plena montaña, con buenas vistas a los prados del Gironès. 

El aire allí se respira mucho más limpio y, si bien su arquitectura no destaca, la vida en sus calles es de lo más activa. Su historia tiene mucho que ver en esto.

Refugio termal

Antes de ser un barrio, la Font de la Pólvora era un espacio termal. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, se descubrieron allí manantiales de agua cuyas propiedades eran sanadoras. 

El análisis, realizado por José Casares y Gil, decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, determinó que se trataba de un agua bicarbonatada cálcico-sódica manganosa.

Calle Acacia del barrio Font de la Pólvora GOOGLE STREET VIEW

Se intentó hacer negocio de ello. Emili Saguer promovió el estudio y embotellado de las aguas. Sabiendo que eran medicinales, muchos vecinos de la zona iban y se hacían celebraciones allí. 

En jornadas como Dijous Gras o la verbena de Sant Joan, era tradición organizar salidas a las fuentes de la ciudad, como esta precisamente.

El declive de la zona

Pero los tiempos pasaron. Llegó la Guerra Civil y una durísima postguerra. Muchos españoles se acercaron desde diferentes partes del país en busca de trabajo y se establecían en asentamientos.

En los 60, y ya con el pueblo integrado como barrio de la ciudad, se urbanizó la zona en un plan franquista destinado a erradicar el chabolismo. 

Diseño de la Font

El proyecto fue solo funcional. Se levantaron más de 500 pisos destinados a familias que hasta entonces vivían en chabolas en la zona del río Güell. 

El nuevo barrio se edificó con rapidez, con bloques de pisos uniformes, de escasa calidad constructiva y sin una planificación urbanística pensada para generar espacios de convivencia. Eso propicia esa sensación de fealdad.

Bloques rectangulares de cinco plantas, alineados de manera repetitiva, sin ornamentación ni diversidad estética se imponen, según la IA. Las fachadas grises y el deterioro de los materiales, agravado por décadas de falta de mantenimiento, han contribuido a la imagen de un barrio degradado

Las calles, amplias pero poco arboladas, refuerzan la sensación de frialdad urbanística. En comparación con otros barrios gerundenses, aquí los parques no abundan. Las zonas verdes siguen estando en los caminos que van hacia la montaña de Montjuïc.

Una zona aislada

Este aislamiento físico tampoco ayuda. El barrio está separado del centro histórico y de las zonas comerciales y, a pesar de las mejoras, sigue existiendo esa sensación de aislamiento. 

Eso no es todo. A los problemas urbanísticos se sumaron desde el inicio cuestiones sociales y económicas

Quién vive ahí

El barrio fue habitado en gran parte por familias en situación de vulnerabilidad, con altos índices de desempleo y bajos niveles de renta. Esto generó dificultades en el mantenimiento de las viviendas y en la dotación de servicios básicos.

Las tensiones con las compañías eléctricas por impagos colectivos y el fraude en el consumo de energía han sido una constante en las últimas décadas, Aun aquí se producen cortes de luz que han llegado a durar días. 

Dispositivo policial en el barrio de la Font de la Pólvora de Girona Mossos d'Esquadra

Quejas vecinales

Sus vecinos protestan. Las inversiones en equipamientos fueron escasas y los servicios básicos no alcanzaban el nivel de otros barrios de Girona. 

Las escuelas e instalaciones sanitarias eran insuficientes, y la falta de espacios públicos de calidad dificultó la creación de dinámicas comunitarias positivas. 

Problemas en la zona

En el imaginario de Girona, la comparación con otros barrios refuerza todavía más su fama de “feo”. Mientras que Santa Eugènia o Can Gibert del Pla han experimentado procesos de mejora urbanística y cultural, Font de la Pólvora ha quedado vinculado a noticias de conflictividad, cortes de servicios y denuncias vecinales. 

La ausencia de espacios icónicos o edificios de valor patrimonial lo diferencia de otras zonas que, pese a sus dificultades, cuentan con elementos de identidad positivos. Aunque es lo que menos destaca.

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