Núria Lacueva, copropietaria del Pingu, el único ‘cat café’ de Terrassa

Núria Lacueva, copropietaria del Pingu, el único ‘cat café’ de Terrassa Gala Espín Crónica Global Barcelona

Vida

Una tarde en el 'cat café' de Terrassa: "Es lo más parecido a tener gatos en casa"

Más allá de ser una experiencia curiosa, esta cafetería es el hogar temporal para decenas de gatos que buscan ser adoptados por una nueva familia

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Tomarse un cacaolat mientras un gato aleatorio se le sienta encima, otro olisquea un bikini recién salido de la plancha y un tercero mete sus pequeñas zarpas en el bolso. Para unos pocos alérgicos, esta escena sonará a pesadilla, pero, para los fans confesos del mundo felino, se convierte en un gran plan de tarde.

“Esto es casa de los gatos, yo soy su empleada, ellos mandan”, resume entre risas Núria Lacueva, copropietaria del Pingu, el único cat café de Terrassa, para explicar la filosofía del negocio; tanto es así, que “las propinas son para ellos”. Más allá de ser una experiencia curiosa, esta cafetería es el hogar temporal para decenas de gatos que buscan una familia.

Pero es también el sueño de Núria y su socio, Alfonso del Pino. “Era el momento de hacer algo que fuera un trabajo, pero un trabajo divertido, que si en el día de mañana no funcionaba no pasara nada, pero apostarlo todo, ir a por todas”, explica la mujer a Crónica Global desde un rincón del local. Abrieron en 2021, pero la idea llevaba dando vueltas en un rincón de su cabeza desde 2005, cuando visitó un cat café por primera vez.

Confiesa que la pandemia tuvo mucho que ver con la decisión final. Como le ocurrió a muchos, el confinamiento fue un punto de inflexión que les dio la oportunidad de repensar cómo querían que fuera su vida. Además, recuerda cómo en esa época “aparecieron muchos gatos abandonados en la calle”, lo que la motivó a hacer algo por ellos.

Como en casa, pero con más gatos

La visión de la pareja es clara: “Nosotros queremos que, cuando vengas aquí, sea lo más parecido a tener un gato en casa”, dice Núria. “Quiero que la gente viva lo que viviría en casa”, insiste. Esa idea de cotidianidad se percibe desde el primer momento. No hay vitrinas de cristal ni barreras físicas. Los gatos caminan entre las piernas de cualquiera que se les cruce, se suben a las mesas y se acurrucan sobre las sillas.

Recrear la experiencia doméstica, con todas sus consecuencias, es bueno, defiende, tanto para los gatos como para los clientes. Por un lado, los animales tienen la misma libertad que en un hogar verdadero y, por otro, los humanos aprenden a convivir con ellos antes de adoptar, o disfrutan de la compañía felina de una manera realista, en caso de que no quieran o puedan llevarse uno a casa.

“Cuando el gato va a casa, no lo vas a tener en una sala mientras tú comes, el gato estará en la mesa, se paseará, estarás en la cocina y te vendrá; queremos que, para el cliente y para nosotros, sea la cosa más natural”, sostiene la responsable del local. Y advierte de que, como en cualquier hogar donde haya animales, “roban comida, o meten la pata en el agua, intentan coger las aceitunas, las gomas del pelo, se lo quieren llevar todo”.

Gatos en busca de un hogar

Todos los gatos que viven en el Pingu --en estos momentos hay ocho--, vienen de una protectora sevillana y esperan ser adoptados pronto. “Muchos fueron abandonados en el veterinario o en ferias y otros directamente recogidos en la calle”, lamenta Núria.

Un gato se sube sobre una mesa en el 'cat café' de Terrassa

Un gato se sube sobre una mesa en el 'cat café' de Terrassa Gala Espín Barcelona

Aunque todos los gatos del local están listos para ser acogidos, el proceso es estrictamente supervisado. La intención no es promover adopciones impulsivas, sino reflexionadas. “Pedimos que sea una medida bien pensada, si tú me dices ‘he venido esta mañana y me ha gustado tal gato’, yo ese mismo día no te lo voy a dar ni por papeleo, ni porque sea una decisión meditada”, subraya la impulsora del proyecto.

Antes de que el animal llegue a casa, Lacueva prepara un formulario para conocer si la rutina familiar es compatible con la personalidad de un gato en concreto y, luego, se organiza un encuentro virtual con la responsable de la protectora, que ofrece los detalles conocidos sobre el pasado del gato y los cuidados específicos que podría necesitar.

Un grupo de amigas meriendan, mientras juegan con los gatos del 'cat café' Pingu

Un grupo de amigas meriendan, mientras juegan con los gatos del 'cat café' Pingu Gala Espín Crónica Global Barcelona

El objetivo de todo es evitar que un animal sea abandonado de nuevo.

Solo los más sociables

No todos los gatos pueden adaptarse a un entorno con tanta interacción humana. Por eso, se selecciona cuidadosamente a los que pueden vivir en este tipo de espacio: “Tienen un perfil muy sociable, cariñoso, alguno es algo más independiente”, apostilla la mujer.

Exterior del 'cat café' Pingu de Terrassa

Exterior del 'cat café' Pingu de Terrassa Gala Espín Barcelona

De este carácter de los felinos dan cuenta también clientes como Liva, que ha ido a merendar al cat café con sus hijos porque les hacía “mucha gracia verlo por cómo interactúan los gatos con los clientes y que haya la opción también de adoptar”. Lo que más le ha sorprendido es la simpatía de los animales; está acostumbrada a convivir con dos gatos pero, dice, no son tan sociables como estos”.

Otra familia destaca también las posibilidades educativas de una tarde en el Pingu. “A nosotros nos gustan mucho los gatos y hemos venido con nuestra hija, para que los conozca y se encariñe de los animales”, explican Laura e Iván.

Un concepto importado de Asia

Los cat cafés se han popularizado alrededor del mundo en los últimos diez años; de hecho, a Europa no llegaron hasta 2012, cuando abrió el primer establecimiento en Viena. El concepto de una cafetería donde sus clientes pueden interactuar con gatos se popularizó en Japón a principios de la década de los 2000 y, de allí, se ha ido exportando a todas las latitudes, y se ha adaptado, en muchas ocasiones, para conciliar fines solidarios. Sin embargo, y en contra de lo que muchos creen saber, esta atractiva propuesta nació en Taipéi, en 1998, antes de triunfar en Osaka unos años después.

Interior del 'cat café' Pingu de Terrassa

Interior del 'cat café' Pingu de Terrassa Gala Espín Barcelona

En Cataluña hay media docena de estas cafeterías repartidas por buena parte del territorio y, la mayoría de ellas, están vinculadas a alguna protectora de mascotas.