Tortugas de Florida en uno de los estanques del CRARC

Tortugas de Florida en uno de los estanques del CRARC cedida

Vida

No solo perros y gatos: en Cataluña se abandonan más de 3.000 tortugas al año

Las familias las entregan al Centre de Recuperació d'Amfibis i Rèptils de Catalunya porque “se cansan de ellas”

Las semanas previas a las vacaciones de verano aumenta el número de abandonos

Contenido relacionado: No sin mis iguanas: ninguna ‘autodenuncia’ por tenencia de animales exóticos, tras seis meses de Ley de Bienestar Animal

Publicada

Noticias relacionadas

La llegada del calor pone en alerta a los refugios de animales: de un día para otro llegará una cascada de mascotas que resultan incómodas a la hora de organizar unas vacaciones. Las campañas de concienciación se suelen centrar en perros y gatos, pero en Cataluña hay miles de mascotas de otras especies y estas sufren el mismo abandono por parte de quienes un día se comprometieron a quererlas y cuidarlas como uno más de la familia.

Así llegan cada año más de 3.000 animales exóticos al Centre de Recuperació d’Amfibis i Rèptils de Catalunya (CRARC), ubicado en Masquefa (Barcelona). La mayoría de ellos son tortugas de agua dulce que nunca podrán ser liberadas en el medio natural al no ser autóctonas.

Es el resultado de décadas de distribución de las famosas tortugas de Florida. Su venta fue prohibida en 2013, pues son una de las especies invasoras más amenazantes para el ecosistema mediterráneo, pero fueron sustituidas primero por las tortugas de California -con el mismo aspecto que las primeras, con marcas amarillas, en vez de rojas, bajo los oídos- y luego, cuando estas se ilegalizaron también, por otras especies asiáticas.

Cada año, el mismo patrón

“Llevamos aquí 30 años y cada año hemos detectado el mismo patrón de abandono”, asegura Joaquim Soler, director técnico del centro, a Crónica Global. Y es que tanto la compra como el abandono de animales va directamente ligado al calendario.

La recepción de tortugas en el CRARC “va in crescendo desde marzo, unas semanas antes de Pascua, hasta bien entrado julio”, y después se relaja, con el pico más bajo alrededor de las fechas navideñas. Por contra, entre diciembre y marzo, las compras crecen exponencialmente.

El verano también es la época del año en que más animales entregan los Agentes Rurales a este centro de recuperación. Parte de estos ejemplares provienen de decomisos de tenencias ilegales y del mercado negro de mascotas, pero la mayoría son hallazgos de especies invasoras en el medio natural, lo que a menudo implica que han sido abandonados allí -o se han perdido-.

Millones de tortugas

Como alternativa aparentemente más barata y fácil de cuidar que perros, gatos y roedores, pero más atractivas que los peces, entre los años 90 y la primera década de los 2000, se llegaron a vender en Cataluña hasta 250.000 crías de tortuga de Florida cada año. Fueron un símbolo más de la clase media.

Se contaban por millones los ejemplares de estos quelonios norteamericanos atrapados en los hogares catalanes; en estanques de jardín, en el mejor de los casos, o en terrarios bien acondicionados, que rápidamente se quedaban pequeños, ocupando un rincón del comedor, pero se podrían contar historias de terror sobre las que terminaron olvidadas en una pecera en el balcón.

Las tortugas crecieron y ya no cabían en el terrario, pero los niños que las compraron también, y ya no les hacían ni caso”, relata Soler sobre la historia prototípica: “Si no se cuidan bien, el agua empieza a oler mal y luego uno no sabe ya qué hacer con ellas en verano, porque quizá se las dejaban a los abuelos cada año, pero ya están mayores y no se les puede cargar con la responsabilidad y, al final, son los adultos quienes abandonan los animales”.

Diez años en casa

Soler lamenta que “la gente suele tener las tortugas un máximo de diez años en casa”, porque “se cansan de ella”, pese a que tienen una esperanza de vida de más de 60 años, dependiendo de la especie: “No piensan en que es una mascota para toda la vida, la compras tú y la heredan tus hijos”.

Esto es lo que propicia la mayoría de entregas al CRARC, que para motivar que los propietarios de reptiles y anfibios exóticos dejen los animales en el centro en vez de abandonarlos en el río, ofrece visitas gratis para aquellos que llevan un animal.

Sacrificio de ejemplares

Según la normativa vigente, destaca Soler, “las especies invasoras se deberían sacrificar” y, entre ellas, las tortugas de Florida. Sin embargo, no es así en la mayoría de casos: “Como tenemos espacio, las mantenemos en el CRARC porque nos da pena matarlas”.

A la práctica, solo se terminan eutanasiando aquellos animales que llegan al centro en mal estado de salud; el resto, terminarán sus días en una gran charca con otros varios miles de su especie.

Prohibición de especies

La lacra del abandono de mascotas exóticas persistirá mientras siga faltando concienciación sobre las responsabilidades que requieren las mascotas y mientras se siga permitiendo su compraventa, señala Soler.

“Cada vez que se prohíbe una especie, se sustituye por una parecida que sí se pueda vender”, apunta. Por ello, en vez de ampliar la lista de animales que no se pueden tener como mascota -en mayo se añadieron 17 tortugas y un pez-, en el CRARC son partidarios de la reivindicada ‘lista positiva’, un documento que especifique que razas sí se pueden tener en casa para evitar la comercialización de las que antes estaban fuera del mercado.