El rincón favorito de Marc Giró para salir de fiesta por Barcelona, Los Juanele

El rincón favorito de Marc Giró para salir de fiesta por Barcelona, Los Juanele CRÓNICA GLOBAL

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El rincón favorito de Marc Giró para salir de fiesta por Barcelona: "Hay que tocar una campana para que te abran"

Entre farolillos verdes y blancos, y vírgenes del Rocío que observan desde los marcos, se producen los bailes más espontáneos

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Marc Giró se ha vuelto en los últimos años todo un referente: del humor, del buen gusto, de la izquierda, del colectivo LGTBIQ+... Su vitalidad frente a las cámaras, los micrófonos y en eventos varios impresiona y enamora.

Muchos creen que con esa energía debe ser un gran fiestero, que le va la fiesta, pero él niega la mayor. En una entrevista reciente para El Mundo llegó a afirmar que “yo no he sido de mucha verbena, ni de alternar en discotecas o festivales”, y sorprendió a más de uno.

La gente cree que es un juerguista y esa declaración dejó a muchos a cuadros, pero hubo más. El catalán reveló uno de sus rincones favoritos cuando sale por Barcelona y no es lo que uno cree.

“Si acaso, me he desquitado bailando muchas sevillanas, pero muchas, en una sala que se llama Los Juanele”, confiesa. Un local en medio del Eixample barcelonés que no es conocido por muchos, pero donde han pasado las mayores estrellas del flamenco patrio.

Un portal al sur

Los que conocen el lugar son muy claros. Hay bares y hay portales. Hay restaurantes, y luego hay puertas que, cuando se cruzan, nos transportan. Y así es, para muchos, Los Juanele.

Lejos de aparecer en las guías modernas de tapas o en los mapas turísticos de salas de fiesta barcelonesas, este espacio es autenticidad pura. Aquí no hay rastro de neones, DJs ni cócteles moleculares. Aquí se escucha y se siente el flamenco.

Famosos en el local

“Allí he conocido a Lola Flores, a Carmen Amaya, a Miguel Poveda...", detalla Marc Giró. Y es que los más grandes se han dado cita allí, en el número 4 de la calle Aldana, justo entre el barrio de Sant Antoni y el Paral·lel más secreto.

El adjetivo es preciso, como bien confiesa el presentador. “Hay que tocar una campana para que te abran…”, detalla. En realidad, del cordel que la hace sonar con un tímido “meec”. Ese sonido, casi de juguete, es la contraseña que activa una puerta al sur. 

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Un decorado especial

Se trata de un sur que se siente más con el alma que con los mapas. De hecho, Amaya y Poveda son de aquí, de Cataluña, pero el flamenco lo sienten tanto o más que cualquier andaluz. Y en Los Juanele se siente especial.

Todo está pensado para eso. La decoración del bar es una recreación viva de una caseta de feria, metida entre las fachadas del Eixample más doméstico. Un microcosmos de tablao que sobrevive escondido en Barcelona desde hace más de cuarenta años, esperado a ser conocido para aquellos que realmente sienten el flamenco.

Cómo es Los Juanele

Entre farolillos verdes y blancos, y vírgenes del Rocío que observan desde los marcos, se producen los bailes más espontáneos. Los más tímidos aguardan u observan desde las mesas, cubiertas con manteles a cuadros, que se alinean frente a un fondo de tablao. 

A la derecha, una barra donde los camareros, siempre vestidos con camisa planchada, sirven vino blanco frío, cañas bien tiradas, y el mejor jamón ibérico que uno pueda esperar en un rincón tan secreto.

Qué tiene de especial

Todo huele a sur. Ni los taburetes de rafia, ni el acento del personal, ni la manera en que un grupo de mujeres se levanta con naturalidad a bailar unas sevillanas entre plato y plato, dejan espacio a la duda. 

El ambiente de Los Juanele es la clave de todo. No hay coreografías ni espectáculo agendado: todo sucede porque sí. La guitarra puede sonar en directo cualquier noche, o alguien se arranca a cantar por bulerías contagiado del duende que habita el local. 

Quién va

A veces hay noches anunciadas como “Flamenco de Cerca”, con artistas al ras del público, sin escenario ni focos. Pero lo más habitual es lo inesperado, que alguien se ponga de pie, otro lo siga, y, por qué no, el taconeo de alguien que se arranca a bailar. Y se arma la verbena.

¿Cómo se logra? Con una clientela es tan ecléctica como el lugar. Allí va Marc Giró cada tanto, pero también se ven a jóvenes treintañeros que han descubierto el lugar por un amigo que conocía a otro. Tampoco faltan los mayores, andaluces con su traje típico y, cada tanto, algún turista despistado. ¡Hasta Jean Paul Gaultier se dejó caer una vez por aquí!, aseguran. También Camarón. 

Cada noche, una nueva experiencia

Pero lo realmente importante es que cada noche es distinta, y que nadie parece forzar nada: lo que sucede aquí, sucede porque quiere suceder. Es la magia de Los Juanele.

Una noche cualquiera, el local puede parecer dormido. Pero basta con cruzar el umbral, pedir una caña, y aguantar un rato: en cualquier momento, como en un musical, alguien comenzará a bailar. 

Qué comer y beber

Aunque que no se preocupen los que no entienden ni saben de flamenco. Basta con sentarse allí y dejarse llevar. Mientras, uno puede acercarse a la barra y pedir rebujito, fino, manzanilla, vino tinto o cerveza. 

Para comer una pequeña carta ofrece los básicos: croquetas de jamón ibérico, tortillitas de camarón, queso curado, gazpacho andaluz, montaditos y algún postre dulce. Eso sí, son raciones generosas a precios moderados. Y así, con el estómago lleno, uno puede viajar al sur sin salir de Barcelona, con tan solo tirar de un cordel.