
Conductores de VTC concentrados en Diagonal
“Huí de la guerra en Siria para ser conductor de VTC y ahora el Govern me arruinará"
Un refugiado sirio se dejó todos sus ahorros y los de su familia en un préstamo para comprar una licencia y ser conductor de Uber y Cabify en Barcelona
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Hace nueve años, Abdul escapó de la guerra civil en Siria para buscar un futuro mejor para él y su familia. Recorrió todos los países del Mediterráneo hasta asentarse en Cataluña, donde hoy trabaja como conductor de un VTC. Pero su futuro está en el aire por la nueva ley de transporte del Govern.
Le costó llegar a Barcelona. Navegó en barcos insalubres y residió en infraviviendas hasta encontrar un hueco para instalarse junto a su familia cerca de la Ciudad Condal. Y comenzó a trabajar en una frutería.
Tras unos meses vendiendo fruta, pasó a ser repartidor, primero, y después transportista. Fue entonces cuando destinó sus ahorros y los de más de 20 familiares en un préstamo para comprar una licencia VTC, que tienen un precio de unos 50.000 euros.
Con el dinero que Abdul recibe de sus infinitas conducciones, paga un hogar para él y su familia, amortiza el préstamo de la licencia y manda dinero a familiares que aún residen en la agitada Siria. Pero teme que la nueva ley acabe con todo.
"No quiero ayudas, quiero trabajar"
Ahora, trabaja innumerables horas al día para Uber, Cabify o Bolt. Abdul explica que "nunca" ha querido ayudas, "sino trabajar sin hacer daño a nadie" y dar de comer a su familia, si le dejan.
Además de la posible revocación de su licencia por la nueva ley del transporte catalán, Abdul ha recibido unas cuantas multas de 4.000 euros por servicios no registrados. "No es normal pagar estas cantidades por un error. Tenemos mucho miedo", explica.
Amenazas de huelga de hambre
Sólo es uno de los miles de casos de conductores de VTC --la mayoría, extranjeros-- que recibirán la estocada definitiva si los planes del Govern siguen adelante. A su juicio, se está preparando la extinción del sector con una nueva ley de transporte de viajeros en vehículos de menos de nueve plazas. Esta norma, según denuncian, está elaborada en función de los intereses de los taxistas y su entrada en vigor supondrá la extinción de 4.000 empleos.
De momento, los conductores VTC optan por protestar con manifestaciones en el centro de Barcelona. Algunos optan por ir más allá y ya plantean una huelga de hambre. Otros, incluso, los más dramáticos barajan mandar una carta al Govern amenazando con suicidarse si se consuma la revocación de licencias.
El sector empresarial aprieta para salvar las VTC
Los conductores no son los únicos que abogan por la permanencia de las VTC en Barcelona. El sector empresarial también aprieta a los representantes políticos para que estos servicios convivan con el taxi porque, aducen, en la Ciudad Condal "se espera cuatro veces más tiempo que en Madrid" para un traslado.
Un dictamen de la consultora KPMG para la estonia Bolt señala que las licencias VTC por cada 1.000 habitantes son 2,5 en la capital catalana, por 3,45 en Madrid o 5,82 y 8,46 en París y Lisboa, respectivamente.