La palabra que se usa en Lleida para referirse a los abuelos: es muy bonita y en el resto de Cataluña sorprende
- Esta palabra es muy parecida al castellano pero en esta provincia tiene un significado distinto
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La riqueza del catalán es tal que dentro del mismo idioma hay variantes, dialectos y, por tanto, hay diferencias dialectales considerables. Hasta el punto que una misma palabra puede ser completamente desconocida para varios catalanohablantes.
No hace falta ir a la Comunidad Valenciana o a las Baleares para encontrarse con este tipo de situaciones. En la misma Cataluña hay palabras y expresiones de una provincia que no se dicen en otra. Incluso palabras que cambian de género, como pasa con "fred", que es masculina en todas partes, menos en Girona, que es femenina.
La palabra de Lleida
Otro de los casos más curiosos es la polisemia de una palabra de la que cualquier español podría sacar su significado, pero que se transforma a la que suena en Lleida. Aunque tiene su explicación.
La palabra en cuestión es "padrí". Los castellanohablantes que deduzcan que esta palabra es lo mismo que "padrino" están en lo cierto. Es exactamente lo mismo. Aunque no siempre.
Herencia religiosa
En Mallorca, así como en algunas zonas de Cataluña, como en Lleida, tiene un significado algo distinto. Para los leridanos, el “padrí” es sinónimo de “avi”, es decir, de abuelo.
A pesar de que pueda resultar extraño esta acepción, si uno indaga un poco en la evolución cultural y lingüística de esta palabra puede entender su doble significado. Y como suele pasar en España todo tiene que ver con el pasado religioso del país.
Cuando uno se sumerge en el significado de padrino de la tradición cristiana y en el papel social de las figuras familiares entiende muchas cosas. La figura del padrino, como saben muchos, está profundamente ligada al sacramento del bautismo. Hasta aquí, todo bien.
La figura del padrino está documentada desde los inicios del cristianismo. En sus primeros tiempos, la Iglesia requería que cualquier persona que quisiera recibir el bautismo fuera apadrinada por alguien, conocido en latín como "sponsor", que significa avalador o fiador.
Un 'sponsor' especial
Esta especie de patrocinador, que ahora se relaciona sólo con lo económico, no solo acompañaba al bautizado durante la ceremonia. Si bien ahora el padrino es el responsable de comprar la mona de Pascua para Semana Santa, antes tenía otras atribuciones.
El sponsor asumía la responsabilidad de garantizar que el ahijado hubiera recibido la formación cristiana necesaria. Es decir, el padrino debía responder al obispo si el neófito había sido instruido en los profetas, los salmos y los evangelios.
Figura clave
Con el tiempo, la figura del padrino fue evolucionando. A partir del siglo V, comenzó a ser conocido como "padre espiritual", una expresión que reflejaba su papel como guía en la fe cristiana. A finales del siglo VI, estos patrocinadores empezaron a ser denominados como "compadres" o "comadres", términos que enfatizaban la relación cercana entre padrinos y ahijados, similar a la de un parentesco.
Esta proximidad espiritual llegó a considerarse tan fuerte que la Iglesia estableció barreras legales al matrimonio entre padrinos y ahijados. Fue a partir de la Edad Media, el rol del padrí en el bautismo se consolidó como el de un testigo y guía espiritual, pero con connotaciones más simbólicas que prácticas. O no tanto.
Obligaciones del padrino
Aunque muy pocos lo sepan, mientras el padrino actual se compromete técnicamente a garantizar que sus ahijados reciban los regalos de Reyes y la mona de Pascua, legalmente implica mucho más. Legalmente, el padrino firma y afirma, preguntado por el cura en cuestión, si está dispuesto a ayudar a los padres en la formación cristiana de sus hijos. Y claro, en su día la formación cristiana era la única formación.
Ante semejante afirmación, los padres de varios pueblos de Lleida (así como de Mallorca), por la tradición de honrar a los propios padres y sabiendo que iban a hacerse cargo de esta formación, otorgaban este papel de padría para sus hijos, a sus progenitores. Es decir, nombraban padrino al abuelo.
Este uso se mantuvo especialmente en entornos rurales y se extendió como una muestra de respeto hacia las generaciones mayores. Una tradición que si bien ha desaparecido en las grandes ciudades y pequeños municipios de otras regiones, en Lleida sigue vigente.