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David Caballero Bubito, el estibador ejecutado en Montgat hace semana y media, fue despedido en el Cementerio de Sant Andreu esta semana. No hubo vela, y la ceremonia fue a una hora inhabitual, las 7:50 de la mañana, una franja adecuada para que acudiera la comunidad portuaria. Y es que el padre de 51 años señoreaba las terminales de descarga, aunque hiciera una década que no trabajaba allí. Tanto es así que era capaz de reestructurar los equipos de estibadores a su conveniencia. 

Lo detallan fuentes conocedoras de la trágica muerte violenta, que alertan de que, de hecho, Bubito cambió a un pequeño equipo de descargadores --tres de ellos-- meses antes de su dramático final. ¿Para qué? Para favorecer sus intereses en las terminales, que se cree que estaban vinculadas con el tráfico de cocaína al por mayor. 

Quitaba y ponía estibadores

El contrapunto lo detallan empresarios del Puerto, que admiten que conocen a los estibadores "porque tienen que contratarlos sí o sí para cargar y descargar barcos". La contrata de la estiba es monopolística, y en este pool reducido de empleados, Bubito, el también exportuario, decidía quién trabajaba y dónde. O, al menos, tenía poder de vetar quién no lo hacía. 

Se cree que esta peculiar selección de personal estaba pensada para facilitar sus presuntos intereses criminales en el Puerto autónomo. Empresa supuestamente delictiva que se vehiculaba por medio de una minoría corrupta de estibadores

¿Hasta dónde llegaba su influencia?

Llegados a este punto, fuentes del entorno de la investigación se preguntan hasta dónde llegaba la influencia de Bubito, si el exportuario asesinado podía haber contado con la complicidad de policías o incluso de la capa gerencial del Puerto de Barcelona. Un alto organigrama que se ha reestructurado recientemente, con la renovación de la presidencia, dirección general y subdirección general. 

Contenedores de mercancías en el muelle de descarga del Puerto de Barcelona David Zorrakino - Europa Press

El equipo de José Alberto Carbonell, nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Barcelona, deberá aclarar dudas sobre si una minoría criminal de estibadores señorea la descarga de contenedores con droga a su antojo, que es una de las denuncias que hacen las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, orilladas en una lamentable ecuación de intereses. 

Parte del mundo criminal celebra su muerte

Ello es lo que pasará en el Puerto. Fuera de él, parte del mundo criminal barcelonés y catalán, inmisericorde, celebra en privado el asesinato de Bubito. Circulan memes y stickers del exportuario asesinado de teléfono a teléfono, y se aduce que el histórico estibador había soliviantado a la estructura criminal de la dársena, que se reparte entre tres grandes esferas criminales, como explicó este medio

Parte del hampa catalana muestra cero remordimientos por el atroz crimen de Montgat, y se insiste en que uno, el de la Barceloneta había sublevado a buena parte de sus competidores y partners; y dos, que ya operaba temporadas en Oriente Próximo porque sabía que le buscaban. De hecho, como avanzó este medio en exclusiva, los cárteles colombianos ya le habían amenazado online

El triángulo del poder 

Sin embargo, a pesar de que logró convertirse en uno de los señores del puertosu liderazgo era compartido. Hasta ahora, el poder se lo repartían los hombres de Bubito, el clan español; las organizaciones búlgaras; y, las redes albanesas. Estos últimos, dueños de puertos como el de Guayaquil (Ecuador), desde donde sale buena parte de la cocaína que llega a Barcelona. 

Cada grupo criminal cuenta con un equipo de estibadores de confianza, esenciales para mover la mercancía. Sin embargo, hay trabajadores que se venden al mejor postor, una práctica que fomenta rivalidades. En especial, contra aquellos grupos minoritarios que intentan hacerse un hueco en la factoría criminal del puerto.

Las venganzas suelen surgir cuando un grupo roba o recluta a los estibadores de otro, desafiando el equilibrio entre las tres facciones. En estos casos, la respuesta es implacable: desde exigir una parte de las ganancias hasta propinar palizas como castigo ejemplar.

Moreno y la policía

En este laberinto de intereses y contraintereses quedan dos elementos atrapados como un insecto en una telaraña. La supuesta amistad de Bubito con Valentín Moreno, el asesino de la Villa Olímpica, ejecutado como él en 2021. Se ha reportado que los dos hombres se conocían, y era cierto, aunque la amistad no siempre derivaba en colaboración. Dependía, claro, de la alineación de intereses, y ésta no siempre se producía.

Las voces conocedoras apuntan a que Valentín llegó a formar parte de otros grupúsculos con menos influencia en el puerto, pero ansiosos por obtener una parte del pastel. 

En el campo policial, ocurre lo mismo. Algunos medios reportaron tras ser abatido el padre de familia que éste había colaborado con los equipos de confidentes de los cuerpos policiales. Ello, paradójicamente, no es determinante en su muerte, pues lo nuclear es qué cuenta quedó por saldar y con quién. Que filtrara información a los gestores de confidentes, y que ahora ya no lo pueda hacer, no fue fundamental: los intereses de todas las partes en la estructura del Puerto se amoldan a las nuevas situaciones. 

También a la era posBubito.

No habrá vacío de poder

Así pues, el juego de espejos del Puerto de Barcelona se amoldará a la nueva situación, e incluso ya hay quien defiende en las terminales que no habrá vacío de poder tras el atroz sicariato de Bubito. Otras redes criminales competidores, sobre todo del Este, cubrirán el hueco y continuarán garantizando el flujo de cocaína de los barcos a los muelles de descarga --con la complicidad de un puñado de estibadores, los que cambió Bubito--, y de allí a la comunidad. 

Es, de hecho, lo que más teme la policía: una sangrienta pugna por ocupar la posición del también entrenador de fútbol. Las fuentes consultadas insisten en que no pasará, y que "lo mollar es quien queda por encima de este entramado y se beneficia, directa o indirectamente, del mismo". 

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