Las cinco hipótesis de la tragedia de la Colònia Andersen: la muerte violenta de un padre y su hijo de 15 años en Arenys de Mar
- Los vecinos de los fallecidos aseguran que nadie ha visto ni oído nada que rompiera la tranquilidad en esta urbanización del Maresme; ni siquiera han olido el humo del incendio que destapó los fallecimientos
- Más información: Los Mossos investigan la muerte violenta de un padre y su hijo menor de edad en Arenys de Mar
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Los vecinos de la Colònia Andersen, una urbanización de clase media de Arenys de Mar fronteriza con Caldes d’Estrac, en la provincia de Barcelona, se despertaron este martes mucho antes de lo habitual. Algunos no se habían ni acostado. El ruido y las luces de un trajín de camiones de bomberos y coches de policía rompieron, por una noche, la tranquilidad, el silencio, el frío y la oscuridad que se imponen al caer el sol en estas calles que se adentran en el bosque.
A esas primeras horas de la madrugada, todo eran preguntas en el grupo de Whatsapp que comparten los residentes de estas pocas casas, algunas de ellas aisladas entre sí. Nadie había visto ni oído nada. Tan sólo divisaron, a duras penas, el movimiento de los agentes de la comitiva judicial que se habían desplazado hasta allí.
El mensaje de una vecina empezó a aclarar lo sucedido, a la vez que destapaba nuevas incógnitas. Alrededor de las once de la noche del lunes, los “gritos de una mujer en plena calle” la alertaron: el bajo del número 4 de la avenida Andersen estaba en llamas y aseguraba, convencida, que su hijo de 15 años y su expareja, un hombre de 32, ambos llamados Junior, estaban en su interior.
Ella misma, presa de la angustia y la desesperación, llamó entonces a los servicios de emergencia, que se personaron minutos más tarde con varias dotaciones de los Bombers de la Generalitat de Catalunya, las Policías Locales de Arenys de Mar y Caldetes, los Mossos d’Esquadra y el Servei d’Emergències Mèdiques (SEM).
Posible pelea
Tras apagar el incendio, los agentes policiales encontraron los cuerpos sin vida de los dos hombres, que presentaban signos de violencia sin arma de fuego, informa la policía catalana, así como el cadáver de un perro. La mujer, tras ser atendida por los servicios de apoyo psicológico, fue trasladada al hospital con un cuadro de ansiedad.
Horas después de iniciar la investigación policial, de la que se ha hecho cargo la Divisió d'Investigació Criminal (DIC) de la Regió Policial Metropolitana Nord de los Mossos, los agentes se centran en cuatro hipótesis, aunque no descartan una quinta.
Las primeras pesquisas, informa la policía autonómica, apuntan a la ausencia de terceras personas implicadas en las muertes -la quinta e improbable hipótesis-. Ello implica que uno de los dos hombres habría asesinado al otro -y posiblemente se habría suicidado después- o una pelea habría terminado con el fallecimiento de ambos.
Las pruebas recolectadas por la policía científica aún no han podido determinar si se trata de un parricidio, en el que el hijo habría matado al padre, o un filicidio, al revés. Tampoco excluyen la posibilidad de que se trate de un caso de violencia vicaria, que define aquellas agresiones que comete un hombre hacia los hijos de su pareja o expareja con el objetivo de hacerle daño a ella. Asimismo, la policía investiga también si podría haber ocurrido una disputa, al ser ambos de edad joven.
Nadie sabe nada
“Nadie vio ni escuchó nada”. Eso es lo que más repetían los vecinos que, durante toda la mañana, se acercaron al lugar de los hechos para observar la trágica escena desde una distancia prudencial. Ninguno llegó siquiera a aproximarse demasiado al portón del patio de la vivienda donde ocurrió el posible crimen.
Todos esos vecinos aseguraron a Crónica Global que no tenían relación con ese nuevo residente que se había mudado a la urbanización hacía algo menos de dos años. Vivía solo en el bajo de Santa Rosa, una casa de dos plantas dividida en cinco viviendas que comparten un patio con barbacoa. De vez en cuando el hombre solitario se quedaba con su hijo, que vivía con su madre en otro municipio de la misma comarca del Maresme.
“Le veía a menudo pasear al perro por aquí, un pastor belga muy bonito, pero nunca cruzamos más palabra que un ‘buenas tardes’”, detallaba este martes una vecina a este medio, que también recordaba que algunas veces se los había cruzado acompañados del adolescente.
Otros ni siguiera habían llegado a verle nunca: “Sabía que había un vecino nuevo en esta casa, pero nunca hemos coincidido”, aseguraba un hombre impactado por esta doble muerte ocurrida en una zona en la que, en sus palabras, “nunca pasa nada”.
"Un vecino discreto"
El mismo residente relataba que son “una comunidad bastante unida” y que la mayoría se conocen bien, pero que el nuevo vecino, muy "discreto", no se había integrado en la vida social de la urbanización. Ni siquiera formaba parte de los grupos de Whatsapp.
Los residentes de las otras viviendas que ocupan la misma casa tampoco le conocían bien. Pese a estar a una pared de distancia del lugar de los hechos, ni olieron el humo, ni oyeron posibles gritos o forcejeos, ni vieron la llegada de la madre y expareja de los fallecidos, que se había acercado a la vivienda tras intentar contactar con su hijo durante varias horas sin éxito.
Así lo contaba un vecino de la primera planta que no se quitó los cascos que usaba para jugar a la Play hasta que entraron por su ventana las luces rojas y azules de los bomberos y la policía.
El adolescente faltó a clase
Entre el goteo de moradores que pasaban por esa curva en la que se ubica Santa Rosa, aparecieron cuatro adolescentes en chándal. Se quedaron inmóviles, mirando, sin articular palabra entre ellos y apoyados en los patinetes eléctricos con los que llegaron. Eran compañeros de clase del joven fallecido. Se desplazaron hasta la avenida Andersen desde el instituto, en Sant Vicenç de Montalt, donde a primera hora de este martes conocieron la triste noticia.
No daban crédito a lo ocurrido y ni siquiera eran capaces de empezar a pensar en hipótesis sobre lo ocurrido, como sí hacían los adultos ahí presentes. Sólo sabían que su compañero “faltó a clase el lunes”, aunque desconocen el porqué, y que “por la noche su cuerpo apareció sin vida”.
Problemas económicos
El último en llegar fue el propietario del inmueble en el que vivía el fallecido. Se acercó en furgoneta para recoger unas herramientas que guardaba en un cobertizo del patio. Explicó a la policía, visiblemente enfadado, que el hombre “había okupado el bajo” y que estaba en una situación de desempleo que le había acarreado “graves problemas económicos”.
Hipótesis abiertas
Ante tantas incógnitas por parte del entorno de las víctimas, los agentes de la DIC han asumido las diligencias de esta doble muerte violenta, en un caso para el que han declarado el secreto de actuaciones. La investigación se lleva a cabo junto al Juzgado de Instrucción 6 de Arenys de Mar, en funciones de guardia en el momento de los hechos y que constituyó la comitiva judicial que se desplazó de madrugada hasta la vivienda cuando se procedió al levantamiento de los dos cuerpos. El cadáver del perro, que también falleció en el interior de la casa, fue retirado horas más tarde.
Por el momento, la investigación no descarta ninguna hipótesis sobre las causas de las muertes y el origen del incendio. Serán los agentes de la DIC los encargados de averiguar si padre e hijo fallecieron a manos de terceras personas o si hubo alguna agresión entre ellos, como parece, mientras que el informe de Bombers podría será clave para determinar si el fuego fue intencionado o accidental.