Los agentes del cuerpo policial autonómico están desolados, enfadados y decepcionados. Algunos, incluso, avergonzados. Han pasado poco más de 24 horas desde que la reputación de su institución, la que defienden y representan todos los días cuando se visten el uniforme, quedó en entredicho tras el fallido operativo de detención de Carles Puigdemont. Y no era la primera vez.
A pesar de las declaraciones públicas del conseller de Interior de la Generalitat de Cataluña en funciones, Joan Ignasi Elena, y de la cúpula policial, agentes y sindicatos sienten que este acto ha sido insuficiente. "Una demostración pública del desastre", apuntan fuentes del sindicato mayoritario Sap-Fepol. Y es que, en este sentido, y a título personal, todos los agentes con los que ha podido hablar Crónica Global comparten un mismo sentimiento: su casa no ha estado a la altura.
No preveían la actitud de Puigdemont
A pesar de que el colectivo de agentes consultados niega de forma rotunda que existiese un pacto con el entorno de Puigdemont -como también ha desmentido el cuerpo-, lo cierto es que creen que se quiso tratar con tanto mimo al prófugo para evitar una detención mediática y preservar su dignidad, que se les escapó por segunda vez. Y no sólo eso, sino que se burló de todos ellos con una magistral obra de distracción, amparada, sospechan, por el secretario general de Junts, Jordi Turull.
Según manifestó Elena en rueda de prensa, el conseller, al igual que el comisario jefe Eduard Sallent, estaba convencido de que el prófugo reincidente iba a cumplir su palabra e intentaría acceder al Parlament para asistir al debate de investidura de Salvador Illa. El operativo de la policía catalana, pues, no podía prever "un comportamiento tan impropio de quien fue el máximo dirigente de Cataluña", manifestó el político.
Faltaban efectivos en Arc de Triomf
De este modo, la confianza ciega en la palabra de un hombre -que ya se ha demostrado, en los últimos siete años, que no suele cumplir lo que dice- les condujo a ejecutar un operativo blando y mal organizado. De hecho, el cuerpo sólo movilizó a un único binomio de agentes de paisano para vigilar los pies del Arc de Triomf, donde el partido de Puigdemont indicó, horas antes, que sería el punto donde se daría la bienvenida "institucional" al expresidente. Un punto, por lo tanto, que iba a ser clave para poder interceptar al prófugo. "No hubo una buena previsión. Parecemos nuevos", lamentan.
Sallent, por su lado, explicó que se movilizaron más de 600 agentes para llevar a cabo un dispositivo que velara por los tres escenarios que se plantearon: el regreso del expresident, sobre quien pesa una orden de detención; el pleno de investidura de Salvador Illa, y las movilizaciones en las calles. "Seguimos sin saber de dónde salen tantos agentes. En Arc de Triomf había dos agentes solos y los furgones que daban protección al edificio donde se sitúa el Palacio de Justicia", indican las fuentes consultadas.
Agentes desbordados y sin soporte aéreo
Sin embargo, el inesperado (dicen) comportamiento de Puigdemont les pilló con el pie cambiado. Lo que demuestra, critican los sindicatos Uspac y Sap-Fepol, una falta de previsión absoluta. Es más, critican desde Sap, a pesar de que estaba prevista la incorporación de tres drones, éstos parece que no se ubicaron en el lugar de los hechos. Así pues, hasta el inicio de la Operación Jaula, el centro de mandos (CeCor) no pudo hacer seguimiento de la huida del expresident desde el aire.
En este sentido, y según las fuentes consultadas, el grueso de los agentes movilizados se encontraba en las inmediaciones del Parque de la Ciutadella, donde se ubica el Parlament de Cataluña. De este modo, el equipo de seguimiento -el binomio de agentes de la Comisaría General de Información que tenían como misión seguir al prófugo- se vieron desbordados y sin efectivos para perseguir al Honda blanco con el que huyeron Puigdemont, su escolta -el segundo de los agentes de Mossos detenido- y Turull.
"Éramos pocos y mal repartidos"
De este modo, los pocos agentes que se habían destinado al seguimiento de Puigdemont desde el paseo Lluís Companys se vieron sobrepasados por el "muro humano" que encapsuló al prófugo, mientras su círculo lo camuflaba con un gorro de paja, igual que el de las 50 personas que se encargaron de burlar a los mossos y meterlo en el coche blanco.
En este sentido, fuentes policiales consultadas por Crónica Global, confirman la acción conjunta de los organizadores del acto y los simpatizantes de Puigdemont para evitar que los agentes de paisano llegaran al citado Honda de color blanco con el que el líder de Junts desapareció de la zona.
Como todo pasó tan rápido, el grueso de los agentes que se encontraban en las inmediaciones de la Ciutadella no tuvieron tiempo de desplazarse hasta el punto donde el prófugo desapareció en directo. Asimismo, la falta de medios aéreos, como los drones, impidieron perseguir el vehículo por el aire. "Sólo teníamos un encargo y no cumplimos", asegura uno de los agentes consultados. "Éramos pocos y mal repartidos", añade.
Piden la dimisión de toda la cúpula
Los sindicatos policiales hablan sin titubear de "ridículo". En concreto, de un "ridículo espantoso". Es más, desde Uspac exigen "el cese inmediato de toda la Prefectura del cuerpo de Mossos d'Esquadra y la dimisión inmediata de la cúpula política", incluyendo al conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, y el Director General de la Policía, Pere Ferrer. En un comunicado este viernes, el portavoz del sindicato, Albert Palacio, tildó de "rocambolesca" la rueda de prensa de este viernes en la Conselleria de Interior.
Pocos recursos para un espacio muy amplio
Como Uspac, son muchos los agentes que han perdido la confianza en esta cúpula: "Todos tenemos en mente el dispositivo que se montó para desalojar las dos casas okupadas en la plaza de la Bonanova. Toda la artillería del cuerpo se movilizó para detener a unos pocos okupas", compara otra de las voces.
En este sentido, el mismo agente asegura que, de forma proporcional, "los policías tenemos la percepción de que se destinaron muchos más recursos humanos y materiales en el episodio de los okupas de la Bonanova, que en la detención de Puigdemont, cuando el espacio geográfico a vigilar era mucho más extenso".
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